"Que el mercado laboral español está gravemente enfermo y que perjudica seriamente a la salud y a las condiciones de las clases medias y trabajadoras ya es una obviedad.
(...) el abuso empresarial del incumplimiento de la jornada laboral y el incremento exponencial de las horas extraordinarias no remuneradas.
El empresariado español es el único de Europa que valora como un elemento fundamental de valoración de su plantilla el «presentismo», es decir, que los trabajadores den horas de más sin ningún tipo de remuneración. El problema está en que, como ocurre en multitud de compañías, tanto en pymes como en grandes multinacionales, ese puesto de trabajo esté condicionado a dedicar más horas de las legalmente establecidas.
Esto supone un verdadero «robo» para las clases medias y trabajadoras y, sobre todo, para la Seguridad Social que deja de ingresar 750 millones de euros al año que cubrirían un 70% de las pensiones de un mes.
El «robo» del siglo
En España están verificados 320 millones de horas extra sin remunerar cada año, un número que va creciendo a un ritmo del 6%. Esta cifra supone que los empresarios «están robando» anualmente 2.500 millones de euros a las clases medias y trabajadoras de este país.
Según indica la legislación española, los empresarios no pueden obligar a sus trabajadores a realizar estas horas. Sin embargo, el sistema «son lentejas» es el que realmente se está aplicando en prácticamente todos los sectores productivos. Ni siquiera la implantación del control horario ha frenado que los empresarios sigan abusando y dejando de pagar a sus trabajadores 2.500 millones y 750 millones a la Seguridad Social.
Miedo empresarial a una Inspección de Trabajo eficiente
Hay sectores, además, que se presentan como mártires porque Inspección de Trabajo les sancione y, lo que es más grave, que sean los propios trabajadores los que se pongan en contra y reivindiquen la explotación laboral, tal y como está ocurriendo, por ejemplo, con los «caseteros» de la Feria de Sevilla. (...)
Sin embargo, cada vez que se habla de aumentar la plantilla y los recursos de la Inspección de Trabajo para adecuarla a los estándares exigidos por la Unión Europea, las confederaciones de empresarios ponen el grito en el cielo y amenazan con paros patronales. Evidentemente, no quieren que haya un control sobre sus abusos porque les sale muy rentable. (...)" (José Antonio Gómez, Diario16, 11/04/22)
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