"Los patronos valencianos que firmaron la
autoinculpación para no entrar a la cárcel a cambio de una multa global
de dos millones siguen ganando los mayores concursos de obras públicas,
gestión de residuos, agua y hasta mantienen residencias de mayores.
Es evidente que no habría
corrupción sin corruptores. Lo escandaloso es que empresas que han
demostrado participar en operaciones de corrupción se puedan “ir de
rositas’ sin ninguna condena por haber prescrito el delito (como
ocurrió, por ejemplo, con Ferrovial en el caso Palau) o por haber
pactado con la fiscalía y el juez. Y encima siguen recibiendo los
favores públicos.
Algunas medidas elementales podrían evitar esa situación: condenar por delito de corrupción a los corruptores y por lo tanto levantar tanto la prescripción del delito como su rebaja por pacto con la fiscalía o el juez; fuerte sanción económica a los culpables además de las penas de prisión que incluya la expropiación de sus bienes; la obra pública para empresas públicas con gestión transparente, no para beneficio privado.
Los patronos valencianos que firmaron la autoinculpación para no entrar a la cárcel a cambio de una multa global de dos millones siguen ganando los mayores concursos de obras públicas, gestión de residuos, agua y hasta mantienen residencias de mayores
Sólo con el beneficio industrial de los últimos grades contratos, los hermanos Martínez Berna (Hormigones Martínez), Enrique Gimeno (Facsa) o Gabriel Batalla (Becsa) sufragan con creces la multa impuesta por la justicia
Algunas medidas elementales podrían evitar esa situación: condenar por delito de corrupción a los corruptores y por lo tanto levantar tanto la prescripción del delito como su rebaja por pacto con la fiscalía o el juez; fuerte sanción económica a los culpables además de las penas de prisión que incluya la expropiación de sus bienes; la obra pública para empresas públicas con gestión transparente, no para beneficio privado.
El empresario Vicente Cotino declara en el juicio por la financiación ilegal del PP valenciano
Los patronos valencianos que firmaron la autoinculpación para no entrar a la cárcel a cambio de una multa global de dos millones siguen ganando los mayores concursos de obras públicas, gestión de residuos, agua y hasta mantienen residencias de mayores
Sólo con el beneficio industrial de los últimos grades contratos, los hermanos Martínez Berna (Hormigones Martínez), Enrique Gimeno (Facsa) o Gabriel Batalla (Becsa) sufragan con creces la multa impuesta por la justicia
En marzo de 2017 los nueve empresarios
“cazados” por la Justicia por pagar actos del PP de Francisco Camps
firmaban un acuerdo con la fiscal para evitar la prisión. El pacto
contemplaba reconocer los hechos de manera que las acusaciones pudieran
acreditar que los populares hicieron trampa en las elecciones de 2007 y
2008, pero no que el dinero entregado fuera a cambio de adjudicaciones
públicas, lo que podía haber añadido la malversación de caudales
públicos a los ya asumidos delitos de falsedad y delito electoral. Al
final, los patronos pasaron de enfrentarse a casi cinco años de cárcel
cada uno a entre un año y tres meses y un año y nueve meses a la sombra.
En el juicio que empezó esta semana, los
nueve empresarios reconocieron los hechos ratificando el pacto con la
fiscal ante el juez. Enrique Ortiz, Gabriel Batalla, Enrique Gimeno,
Rafael y Tomás Martínez Berna, Antonio y Alejandro Pons Dols, José
Francisco Beviá y Vicente Cotino habían negociado también conmutar la
pena de cárcel por una multa de unos dos millones de euros abonada entre
todos y según los delitos a los que se enfrentaban.
Así y tras su declaración, el magistrado
les ordenó su salida de la sala. Ya no volverán a acudir a la Audiencia
Nacional hasta el último día en que podrán decir su última palabra, que
será ninguna. La sentencia para ellos ya es conocida y a su salida de la
sala no dudaron en mostrar su satisfacción y en algunos casos jolgorio,
abrazos incluidos. Lástima que esté prohibido hacer fotos en el hall de
la Audiencia Nacional.
Cierto es que la confesión de los
empresarios -es la primera vez en España que reconocen la financiación
ilegal de un partido- le ha servido a la fiscal para apuntalar el caso
contra los políticos y ha forzado a Francisco Correa, Álvaro PérezEl Bigotes y
Pablo Crespo a tirar de la manta para rebajar penas. Pero el acuerdo le
ha salido a los empresarios bastante barato económicamente y sin
ninguna repercusión sobre sus negocios, que continúan siendo los mismos
que cuando el PP arrasaba en la Comunitat Valenciana gracias a sus
generosas aportaciones -1,1 millones en 2007-.
Así, cuando no habían pasado ni tres
meses del pacto de marzo de 2017, que se hizo público el mismo día, dos
de estos empresarios corruptos confesos, según han reconocido ante el
juez, ganaban un concurso de obra pública millonario. Becsa, de Gabriel
Batalla, conseguía el mantenimiento de las carreteras de Castellón por
27 millones de euros, mientras que Hormigones Martínez, de los hermanos
Martínez Berna, en UTE con otra firma, obtuvieron los trabajos en las
vías del norte de Alicante por 25. En total, 52 millones euros
adjudicados por la Conselleria de Vivienda de la Generalitat valenciana,
gestionada por el PSPV.
El beneficio industrial -lo que ganan los
accionistas tras restar los gastos- solo en estos dos contratos puede
rondar siendo restrictivos entre los tres y los cincos millones de
euros, es decir, que supera con creces la multa abonada al Estado para
librarse de la cárcel.
Pero Batalla y los Martínez Berna no son
los únicos cuyas empresas continúan consiguiendo los mejores y mayores
contratos públicos. Enrique Gimeno con su empresa Facsa continúa ganando
contratos del servicio de agua y depuradoras. De hecho, copa el 90 % de
las plantas públicas de depuración en la provincia de Castellón que
adjudica la empresa pública Epsar, cuyo gerente es de Compromís.
Recientemente, Facsa ha obtenido un contrato en Vinarós, donde gobierna
Podemos.
Enrique Ortiz, conocido por la trama como
“el de las galletas” y que también está imputado en el caso Brugal,
continúa con contratos millonarios de recogida de basuras aunque en su
caso ha perdido en el último año contratos millonarios como el de la
Universidad de Alicante. Vicente Cotino, que todavía es propietario de
Savia, sigue con contratos vigentes para gestiona residencias
concertadas de la Generalitat que se blindaron con Rafael Blasco y se
mejoraron posteriormente con su tío Juan Cotino como conseller de
Bienestar Social.
Los que más problemas están teniendo por
su implicación en la trama de corrupción del PP son los hermanos Pons
Dols, que además de haber roto la relación personal, han visto como su
empresa Piaf se encuentra en concurso de acreedores. La sociedad también
sufrió mucho el hundimiento del mercado inmobiliario y la crisis
económica.
Otro dato llamativo que subyace de la
actuación de estas empresas valencianas -entre ellas están las más
fuertes de Alicante y Castellón- es que en la actualidad continúan con
un curioso reparto territorial del negocio. De hecho, los contratos de
carreteras para las vías del sur de la Comunidad Valenciana los ha
ganado la empresa de Alicante y los de las carreteras del norte los ha
ganado la firma de Castellón. En las carreteras de Valencia se
impusieron firmas radicadas en la provincia.
Los contratos públicos tienen una
cláusula en el que se pueden rescindir por parte de la administración si
la empresa es condenada en sentencia firme e inhabilitada. En este
caso, los condenados son los empresarios así que legalmente sería
difícil plantear alguna ruptura. Eso sí, exigen fórmulas para garantizar
la transparencia de las empresas que trabajan en la administración y,
sobre todo, para garantizar la libre competencia.
Porque, como aseguró
El Bigotes en su demoledora declaración: “Aquí no están todos los empresarios que son. Y tampoco se les ha preguntado qué recibían cuando soltaban la mandanga”. (Sergi Pitarch, eldiario.es, 20/01/18)
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