Esta tendencia afecta a los países del Tercer Mundo, pero también a Europa, señala la revista mensual neoyorquina. De 2004 a 2007, la cantidad de ensayos clínicos realizados en Estados Unidos ha descendido un 5,2%, mientras que ha aumentado un 16% en Europa del Este, un 12% en Asia y un 10% en Latinoamérica.
Según explica Vanity Fair, la ventaja para los laboratorios es que realizan las pruebas en condiciones menos estrictas y menos costosas, obtienen resultados positivos y "así convencen a la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos) de Estados Unidos de que los medicamentos son seguros y eficaces para los estadounidenses".
En 2008, el 80% de los productos presentados a la FDA se probaron fuera de Estados Unidos, lo que representa 58.788 ensayos. 876 de ellos se realizaron en Rumanía, 589 en Ucrania y 716 en Turquía. Estonia, Polonia, Rusia, Lituania, Eslovaquia o Croacia son también países a los que suelen recurrir los laboratorios.
Sin ningún tipo de control serio, estas pruebas a menudo resultan mortales. La revista cita el ejemplo del ensayo de una vacuna contra la gripe llevado a cabo en un refugio para indigentes en Grudziadz, Polonia.
"Las cobayas", a las que se les pagaba 2 dólares, "pensaban que les estaban poniendo vacunas normales. Pero ninguna de las vacunas lo era. Al menos veinte personas murieron". (Press Europ, 23 diciembre 2010, citando a Vanity Fair Nueva York)
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