18.7.10

Corrupción a la sombra del poder del PP

"Correa creció mientras el PP se hacía grande. El éxito de Aznar era el suyo. El poder de sus amigos le hizo rico, y supo recompensarles. Cuando Génova perdió las elecciones y le echó, él buscó refugio en Valencia y Madrid y lo encontró. Y seguía creciendo. De no ser por la denuncia de uno de sus compinches, al que dejó de pagar, su red, que se ha llevado decenas de millones de las arcas públicas, seguiría enriqueciéndose cerca del PP. a partir del sumario y de testigos, EL PAÍS reconstruye la trama que ha puesto contra las cuerdas al Partido Popular. (...)

En su camino, su mirada se cruzó con la de un amigo que había acudido a darle ánimos. Francisco Correa, esposado, escoltado por la policía y a pocos metros del furgón que le iba a transportar a su celda de la cárcel de Soto del Real, lo soltó entonces como quien se deja caer: "Estoy bien jodido". (...)

Según su propia declaración, conoció a Elvira Aznar, hermana del presidente del PP. En Génova entra en contacto con quienes le abrirían las puertas: Luis Bárcenas, entonces gerente, más tarde tesorero, fiel a Correa durante casi diez años, y Francisco Álvarez Cascos, secretario general. Los políticos viajan sin parar: convenciones, reuniones, visitas... el agente de viajes empieza a hacer dinero. Sabe que puede haber mucho más, y ofrece precios muy ventajosos. Correa descubre enseguida que un partido, que vive en un 90% de fondos públicos, funciona como una empresa: contrata con quien quiere, sin concurso, sin publicidad. Lo importante es llevarse bien con quien decide. Y él es un maestro en eso. Ahí empieza su conocida generosidad. Regalos, agasajos de todo tipo y viajes gratis. Hacía que los políticos hicieran viajes de familia, de novios, de placer, con su agencia y luego se negaba a cobrarles. Así les tenía en el bote. Pero lo apuntaba todo en su contabilidad B, la que le ha perdido.(...)

Don Vito -así pide que le llamen sus empleados- agasaja a sus clientes, y al poco tiempo logra el gran salto. "Bárcenas me dijo: '¿Vosotros seréis capaces de organizar un mitin político?", explica Correa al juez. "Nunca lo hemos hecho, pero creo que sí", contesta. En poco tiempo, era como un dirigente más. Viajaba con Aznar a todas partes, organizaba las campañas electorales, se comportaba como un miembro de la cúpula e incluso trataba con altanería a algunos de los políticos de verdad -todos los periodistas que seguían al PP recuerdan su aire chulesco-. Ahora todos insisten en que apenas le conocían. Pero los periodistas, todos, dan fe de que estaba en todas partes, imposible de olvidar con su melena engominada. (...)

Como él mismo reconoce, su especialidad son "las relaciones con políticos". Desde que el partido llega al Gobierno ya no sólo hacía todo en el PP nacional -eso es mucho negocio en una formación política que maneja actualmente un presupuesto oficial de 90 millones de euros anuales-, también logra expandirse. Tiene el apoyo de Bárcenas y del equipo de organización, la sexta planta de Génova, un área clave por la que han pasado casi todos los dirigentes importantes del partido, desde Javier Arenas hasta el propio Mariano Rajoy, que fue vicesecretario de organización y jefe de las campañas de Aznar en 1996 y 2000. (...)

Pero no basta. El jefe quiere crecer. Y sabe que el dinero de verdad está en los ayuntamientos y las comunidades. No ha perdido el tiempo. En los mítines, mientras otros pasan el rato aburridos, él hace amigos. Y entre ellos, uno muy importante: Alejandro Agag. El propio Correa lo explica muy claro: "A los mítines van las bases del partido. En los polideportivos, en las plazas de toros, yo empecé a conocer a gente joven, de Nuevas Generaciones, e iniciamos una amistad con muchos de ellos que luego fueron alcaldes, y otros fueron ministros, y otro se fue a Europa, y otro se casó con la hija del presidente [Agag se casó en 2002 con Ana Aznar, y Correa, muy amigo del yernísimo, fue uno de los 20 testigos del matrimonio]". "Fuimos creciendo poco a poco", explica. Nunca, en los más de 60.000 folios del sumario, Don Vito deja tan clara una evidencia que no escapa a ninguno de los dirigentes del PP: la red corrupta de Gürtel fue creciendo con el partido. El éxito de Aznar era el éxito de Correa. (...)

Pero no basta. Nunca basta. Correa quería hacerse millonario. Y lo logró. Sólo en Suiza se han detectado 21 millones de euros de la red. Pero para llegar hasta ahí no son suficientes los actos políticos, con ser un gran negocio. "Nadie se hace tan rico con las traseras (los escenarios de los mítines)", explica un presidente autonómico, "el dinero está en el ladrillo, lo sabe todo el mundo, y ahí es donde hay que buscarlo", concluye.

Correa también lo ve claro. Quiere hacerlo, pero, según su particular estilo, todo con empresas patrimoniales, siempre sin poner su nombre -para eso ya tiene a su testaferro favorito, su primo Antoine Sánchez-, y otras en paraísos fiscales para ocultar el dinero de su gran negocio: las comisiones. Correa es un conseguidor. No invierte apenas, gasta mucho en favores, regalos y sobornos, y vende sus contactos al mejor postor. Él conoce a los políticos. A veces les monta actos gratis a cambio de favores, otras hace de gancho y otras les presiona o directamente les paga para que den concesiones o licencias o recalificaciones a las empresas que entran en contacto con él. Sobre todo Constructora Hispánica y Teconsa.

En la contabilidad B de la trama figuran las iniciales de los que compartían esa tarta. TO (que aparece también como TOTI), J, G, L... Algunos coinciden con las iniciales de los miembros del Gobierno de Castilla y León que adjudicaron la obra. Entre ellos, el entonces consejero de Fomento y hoy presidente de las Cortes, José Manuel Fernández Santiago, conocido por sus amigos como Toti. Él niega todo.

Correa quiere expandirse, multiplicar su red, crear sociedades pantalla. Pero necesita a alguien que sepa cómo hacerlo. Don Vito ya no es un don nadie. La gente sabe cómo se mueve con Aznar y su entorno, él se hace notar, presume de amistades. Todo el mundo le ha visto de impecable chaqué en la boda de la hija de Aznar en El Escorial, con Tony Blair y Silvio Berlusconi, testigos como él. Es amigo de Agag, hace todos los actos del presidente... Correa es ya en sí un gran negocio. Y a él se asocia un peso pesado, Luis de Miguel. Y después, cuando rompen, llega José Ramón Blanco Balín, que fue vicepresidente de Repsol, la segunda empresa de España. Otro gran amigo de José María Aznar, inspector de Hacienda como él. De Miguel se demuestra rápidamente como un genio del camuflaje. Crea y destruye empresas, coloca testaferros... Y Blanco Balín remata su trabajo. "Cuando la policía registró el despacho de Ramón Blanco, yo entré en un infierno, es mi administrador, ¿sabes?", le explica Correa a un socio en una conversación intervenida.

Agag no está, de momento, entre los imputados, aunque en la contabilidad B hallada al contable de la trama, José Luis Izquierdo, figura una casilla vacía de Excel y anotaciones sobre Agag referidas a pagos de viajes gratis total. Agag fue socio y muy amigo de Jacobo Gordon, otro de los delfines de Correa. "¿Pagas alquiler de oficina?", pregunta Correa a Gordon el 20 de enero de 2009. "No, lo paga Alejandro". En su declaración ante el juez Pedreira, Correa señala que conoció a Gordon a través de Agag. Los dos vivían entonces en Londres. (...)

Al menos por responsabilidad in vigilando, la trama afecta a más de la mitad de la cúpula actual del PP. De hecho, todos aparecen, de una u otra manera, en el sumario, aunque a nadie se le imputa ningún acto ilícito. Javier Arenas y Ana Mato dirigían el equipo de organización. Rajoy se encargaba de las campañas de Aznar. Pío García Escudero fue jefe del PP de Madrid cuando todo se hacía con Correa, que le regaló un reloj, aunque él asegura que lo devolvió. Era además el presidente de Fundescam, que, según la contabilidad de la red hallada en los registros policiales, pagó parte de la campaña de Esperanza Aguirre en 2003, algo ilegal. Fundescam recibía dinero de empresarios, entre ellos Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, que se ha visto beneficiado por cambios de leyes madrileñas para sus concesiones de transportes públicos. Teóricamente debía gastarlo en cursos. Pero el sumario apunta a que lo gastaba en campañas electorales. Presunto delito electoral, porque la financiación ilegal no existe como tal. (...)

Pero, contra todo pronóstico, Rajoy cae derrotado en las elecciones de 2004. Y con la derrota vienen los problemas. Los partidos en la oposición tienen mucho menos dinero, y sobre todo tienen muchos menos favores para repartir. Correa empieza a ponerse nervioso. Hay que alimentar a la fiera como sea. Y empieza a cometer errores. O desde Génova empiezan a cuidar un poco más el corral.

Rompe con Agag -"dejamos de ser amigos hace seis años", le explica al juez, esto es, en 2003-2004- y se va de la lengua, como casi siempre, pero esta vez había alguien mirando. En Génova deciden cortarle el grifo. (...)

La red se reorganiza. Correa inventa una estratagema para seguir en Génova. Ficha al secretario personal de Aznar en La Moncloa, Antonio Cámara. Sus vínculos con el aznarismo son inagotables, y aún le dan una alegría. Rajoy, que siempre insiste en público en que dejó de trabajar con ellos en 2004, contrata a Correa, a través de Cámara, para hacer la campaña del referéndum de la Constitución Europea en 2005. "El que llamaba aquí era a Antonio Cámara, creíamos que no tenía relación con Correa", se justifican en Génova. Es difícil imaginar que el omnipresente Correa pudiera hacerse invisible. Cámara aparece en el sumario como perceptor de 90.000 euros en sobornos.

Pero el grifo de Génova, donde empiezan las peleas internas después de la derrota electoral y la pérdida del poder, se agota. Siempre habilidoso y convencido de que la política es su negocio, Correa busca refugio. (...)

Con el aznarista Sepúlveda, Correa ensaya la fórmula que expandirá a otros ayuntamientos madrileños. Sobornos y regalos a cambio de concesiones, como la Oficina de Atención al Ciudadano. El sumario atestigua que al imputado Sepúlveda la red le regaló un Jaguar y un Range Rover, además de un televisor de plasma y varios viajes gratis. Según la contabilidad B de Correa, Sepúlveda, primero en sus años de hombre de aparato de Génova y después como alcalde, recibió más de 400.000 euros en sobornos. La red organizaba pagos de salarios mensuales a sus mejores contactos políticos. En el caso de este amigo de Aznar y de Correa, según los investigadores se produjo "una cierta asimilación entre empresa y partido", esto es, no estaba claro si trabajaba para el PP o para la red. (...)

Correa ficha a otros alcaldes. Madrid está en plena expansión inmobiliaria, hay negocios por todas partes, y los primeros ediles controlan las recalificaciones y las ventas de suelo público, que harán millonarios a decenas de españoles. Es la era del ladrillo y Don Vito sabe moverse como nadie en el mundo de esos alcaldes que eran dirigentes de segunda fila y ahora tienen un enorme poder. En Boadilla, Arturo González Panero, el Albondiguilla, le proporciona jugosos contratos para sus empresas amigas. Y Correa le regala 10.000 euros en trajes -"es uno de esos alcaldes que no saben vestir", ironiza en una grabación-, 1.300 en zapatos, televisores de plasma, viajes... En Arganda ficha a dos. El alcalde, Ginés López, se habría llevado más de 500.000 euros en sobornos, y el teniente de alcalde, Benjamín Martín Vasco, un aguirrista de pro que llegó incluso a presidir la comisión de investigación del espionaje despreciando a la oposición, se llevó casi 350.000 euros de la trama. No sólo en dinero. A Martín Vasco le regalaban relojes y todo tipo de viajes, incluido el de bodas, a la Polinesia. El generosísimo Correa pagó incluso el banquete de la boda.

Correa no se conforma. Quiere más. La Comunidad de Madrid es un pastel jugoso. (...)

Cada político tiene sus empresas de confianza, sus amigos, su juego. Perdido el partido, Correa apunta al Gobierno. Y gana. Allí tiene a un buen amigo, Alberto López Viejo, un íntimo de Aguirre, el que lleva todos sus actos. La presidenta es fanática de la imagen, de los actos públicos. Gasta mucho en eso. Y le pide que los organice a López Viejo, un oscuro concejal del Ayuntamiento de Madrid que ella ha recuperado, hasta convertirlo en consejero de Deportes. Todos los consejeros lo saben: si hay un acto y ella acude, es López Viejo quien se encarga. Y con él su amigo Correa. Más de 500 contratos hace el Gobierno de Madrid, todas las consejerías, con la red. Aguirre sostiene que él la engañó, que ella no sabía que detrás de los actos estaba Don Vito. Lo cierto es que su Gobierno ayudó a hacer rico a Correa con decenas de contratos opacos y troceados por debajo del límite legal de 12.000 euros para no tener que hacer concurso. El contacto de la red con la presidenta, a través de Felisa Jordán, una empleada de Correa, era tal que cada mañana alguien del equipo de Aguirre se ponía de acuerdo con ella para que las traseras combinaran con el color del traje que elegía la presidenta. (...)

Correa tiene ya sus tentáculos por todas partes, se ha recuperado sin problemas pese a haber perdido el negocio de Génova. Pero no basta. Se está haciendo tan rico que compra varias máquinas para contar el dinero negro que le llega, pero quiere más. Discurre y recuerda algo importante. Alvarito, El Bigotes, tiene una relación personal espléndida con Francisco Camps. El valenciano era otro de los desconocidos hombres del aparato de Génova, lejos del poder del Gobierno, pero en 2003 le había tocado la lotería, políticamente hablando. (...)

El Bigotes toca a Camps, que acepta encantado. Tanto, que ordena que todos los actos del PP valenciano los haga El Bigotes. Mucho antes de que Ricardo Costa llegue a secretario general, en 2007, Pérez ya lo hacía todo. Por orden de Camps, coinciden todas las fuentes del PP valenciano consultadas. (...)

Como hizo con Aznar, El Bigotes se concentra en caer bien a las mujeres de los políticos. Es su estrategia, y funciona. En una conversación con su esposa, ex mamma ciccio, Pérez explica que se está camelando a la mujer de Juan Vilallonga, otro personaje próximo a Aznar -fueron compañeros de pupitre en el colegio del Pilar y lo colocó como presidente de Telefónica-, porque puede ser el próximo presidente del Real Madrid y eso es negocio seguro. La complicidad de El Bigotes con la familia Camps llegó a tanto que tenía más poder que algunos consejeros, señalan en el PP valenciano. Tanto como para que Ricardo Costa le diga en una conversación, cuando el otro le cuenta que va a cenar con Camps: "Dile al presidente que me ponga en el Gobierno". (...)

La red sigue ampliando negocios. De los contratos del PP pasa a trabajar para la Generalitat. Se convierte en la empresa favorita del Gobierno. Y esa complicidad acaba en posible financiación ilegal. (...)

Los contratos se concedían "como contraprestación a los favores realizados para la fuerza política, concretados en el pago de actos políticos". La policía descubre un sistema "de doble facturación y financiación irregular". Orange Market, la empresa de la trama corrupta que organizaba los actos, hacía una factura real (con IVA) a la que llamaba deuda Alicante y otra (sin IVA y que no aparecía en el reflejo contable) a la que denominaba deuda Barcelona ("en referencia a que se ingresa en la caja B"). Y pasaban al cobro a las empresas constructoras por actos que eran del PP. (...)

En abril de 2006, el Papa visitó Valencia. Camps había luchado mucho por esa visita. Incluso viajó a Roma, vestido por El Bigotes, para organizar los preparativos. García, en un contrato inaudito, adjudicó la sonorización e instalación de las pantallas de imagen del Papa a Teconsa, una constructora de Castilla y León que no tenía ni idea de sonorizaciones. Pero, eso sí, tenía a Correa y sus contactos. Teconsa subcontrató con una firma sevillana que sí sabía. Total, 6,3 millones de euros costó el asunto a Canal 9, que se nutre del dinero de los valencianos con una enorme deuda. Los sevillanos lo hicieron por 3,1 millones. El resto, a repartir." (El País, Domingo, 18/04/2010, p. 1-7)




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