7.8.24

Los hijos terribles del PNV... todo indica que nada cambiará en estas redes clientelares, y mucho menos en materia de contratación pública. A la hora de invitar a empresas privadas a participar en licitaciones de servicios públicos privatizados, la consigna de Itxaso Atutxa ha sido clara: “Deben ser tres empresas de confianza del partido". Seguirán siéndolo... militantes más jóvenes se están convirtiendo en cargos públicos, el dopaje a las asociaciones juveniles jeltzales a través de subvenciones y contratos públicos −proceso que está fuera de la lupa del Tribunal de Cuentas−... el diputado de Administraciones Públicas y Relaciones Institucionales, Ager Izagirre, defendió que “la ideología también cuenta” en la contratación de cargos. Deben ser “de confianza”

"El nuevo portavoz del PNV en el Parlamento Vasco, Joseba Díez Antxustegi, opinaba el otro día que el lehendakari, Imanol Pradales “ha conformado un gobierno de mujeres y hombres con mucha experiencia, respetados en sectores profesionales y comprometidos con Euskadi”.

Pocos medios atisbaron a señalar que repetía un eslogan del año 2015, cuando el presidente del partido, Andoni Ortuzar, afirmó que las puertas giratorias jelkides “funcionan en la dirección correcta”. Decía, “en primer lugar”, que “la gente tiene un perfil con una competencia contrastada” y, sobre la meritocracia jeltzale, “que tras demostrar su valía en tareas profesionales muchas de estas personas quieren asumir compromisos públicos e institucionales”.

La estrategia de Ortuzar comenzó en las elecciones municipales de 2013, cuando el partido intentaba renovar a los cuadros que llevaban a cabo las tareas de gestión municipal, y que lo hacían gracias al grupo conocido como “Jóvenes Burukides Bizkainos” (JoBuBi), que habían arrinconado sin miramientos a las anteriores generaciones lideradas por Arzalluz e Ibarretxe.

Los “JaBuGo” y “Michelines”, tal y como se distinguía a los miembros del partido, llevaban demasiados años vinculados a la administración pública y estaban asociados con los mecanismos clientelares del PNV. Se quiso vender entonces la imagen de que eran nuevos gestores, con labradas carreras en la empresa privada. La realidad era que la mayoría eran simplemente contratistas de la administración pública.

Pese a los nefastos resultados del PNV en las últimas elecciones, donde no lograron llegar a lo esperado ni disfrazando de feminismo a las últimas candidaturas, el partido ha seguido recurriendo al habitual enchufismo de jóvenes promesas vinculadas a un entramado de fundaciones radicadas en la sede de la Fundación Sabino Arana, así como la colocación de la hija influencer de Andoni Ortuzar en Iberdrola y la del responsable de organización Joseba Aurrekoetxea en el Puerto de Bilbao.

Muchos jeltzales ya están hartos de la falta de autocrítica del líder del grupo JoBuBi, Andoni Ortuzar, cuyo liderazgo está en el aire tras el anuncio de la renovación de la ejecutiva nacional del partido a finales de marzo del 2025, y del apoltronamiento del clan de Arratia, encabezado por Aitor Esteban e Itxaso Atutxa y muy contestado por amiguismo desde las propias bases. Desde las bases del PNV también reprochan la reubicación de algunos de los últimos JaBuGo del partido, como Josu Erkoreka, que cobrará 73.771,51 euros como “asesor general“ de la Diputación de Bizkaia, e Iñigo Iturrate, reubicado a sus 61 años como director general del Euskalduna. Incluso el propio Iñigo Urkullu presidirá una fundación atlantista.

De momento, la colocación de los expolíticos “Michelines del partido” solo ha dado lugar a posicionamientos como el del diputado de Administraciones Públicas y Relaciones Institucionales, Ager Izagirre, quien defendió que “la ideología también cuenta” en la contratación de cargos. Deben ser “de confianza”, dijo.

Ante la incapacidad de hacer autocrítica, la escisión del PNV, Eusko Alkartasuna, ha puesto el foco en el dopaje a las asociaciones juveniles jeltzales a través de subvenciones y contratos públicos −proceso que está fuera de la lupa del Tribunal de Cuentas− y la forma en que sus militantes más jóvenes se están convirtiendo en cargos públicos. Ello está evidenciando la profunda crisis de legitimidad interna del partido y la batalla entre sus facciones.

Y todo indica que nada cambiará en estas redes clientelares, y mucho menos en materia de contratación pública. A la hora de invitar a empresas privadas a participar en licitaciones de servicios públicos privatizados, la consigna de Itxaso Atutxa ha sido clara: “Deben ser tres empresas de confianza del partido". Seguirán siéndolo."                            (Ahoztar Zelaieta , El Salto, 02/08/24)

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