"José Manuel Villarejo,
comisario jubilado, elaboró un metódico informe sobre los polémicos
sistemas que empleó para impedir que un grupo de empresarios, liderados
por Luis del Rivero, expresidente de Sacyr, se hicieran con el control
del BBVA entre 2004 y 2005.
El ex jefe de seguridad del Banco, Julio
Corrochano, le encargó un resumen de “tres o cuatro folios con las
putadas”, según se escucha en las conversaciones grabadas por Villarejo y
que están en manos del juez que investiga el caso sobre los pagos
—10,28 millones— del banco presidido entonces por Francisco González
(conocido como FG) a la empresa del comisario, Cenyt.
Su
forma de trabajar era neutralizar a los atacantes buscando sus puntos
débiles con los pinchazos, filtrando información falsa a determinados
medios para dominar la opinión pública, sin descartar los sobornos a
políticos, según sus propias palabras. Esta situación daba ventaja al
BBVA a la hora de defenderse frente a Sacyr.
El juez de
la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón ha ido estrechando el
cerco sobre las actuaciones del comisario jubilado Villarejo, en prisión
desde 2017, relacionadas con los pagos por valor de 10,28 millones de euros recibidos del BBVA
a través de Club Exclusivo de Negocios y Transacciones (Cenyt) y otras
sociedades. El banco, en uno de los últimos episodios del caso BBVA-Villarejo,
ha enviado un escrito al juez en el que le ofrece los 223 correos que
contienen despachos internos de su expresidente Francisco González
(conocido como FG), y le pide que incorpore al sumario solo los que
considere relevantes para la investigación. Entre todos los documentos
aportados a la causa, se describen las primeras actuaciones que el
comisario realizó para la entidad, a finales de 2004 y principios de
2005, cuando fue contratado para investigar a las personas que
intentaron entrar en el capital del banco y tomar su control.
Entonces,
José Manuel Villarejo y el jefe de Seguridad del BBVA, Julio
Corrochano, que fue superior jerárquico del comisario jubilado en la
Policía, tejieron una red de espionaje que, según la Fiscalía Anticorrupción fue “ordenada, de forma opaca, por la propia presidencia del banco”, cargo que ocupaba Francisco González.
“Tres o cuatro folios con las putadas”
Este
les habría requerido que siguieran todos los movimientos de los
integrantes del denominado “grupo hostil” y mantuvieran contactos con
grupos de presión, medios de comunicación y profesionales de distinta
índole para desestabilizarles. Villarejo y Corrochano sostuvieron en
aquellas fechas frecuentes conversaciones en las que daban cuenta de la
evolución de las pesquisas, las cuales aparecen en el material entregado
por la policía al juez García-Castellón (véase Una historia de dos maderos).
En
una de esas conversaciones, de primeros de abril de 2005, Corrochano le
insiste a Villarejo para que le entregue “tres o cuatro folios con las
putadas” (Corrochano llamaba putadas a las operaciones de espionaje que
había realizado Villarejo) para comunicárselas al “jefe” (o sea, a FG).
“Más de cuatro folios no se los lee ni Dios, es lo único que va a leer
él”, y de esa forma “se queda tranquilo de que se ha hecho la
inversión”, le dice el jefe de seguridad del BBVA al comisario.
Esos
tres o cuatro folios (en realidad fueron tres) que Villarejo mandó a
Corrochano recogen las acciones de vigilancia que se siguieron sobre
componentes del citado grupo hostil, encabezado por el empresario Luis
del Rivero (presidente entonces de Sacyr Vallehermoso) y formado, entre
otros, por Juan Abelló (vicepresidente de la constructora), Miguel
Sebastián (jefe de la Oficina Económica del presidente del Gobierno),
Carlos Arenillas (vicepresidente de la CNMV), José Pérez (ex director
general del BBVA), Jesús Caínzos y José Domingo Ampuero
(exvicepresidentes del BBVA) y Emilio Botín (presidente del Santander,
un competidor que recibió ataques de FG en diferentes ocasiones).
“Obligar a huir” a los atacantes
El comisario denomina su informe Proyecto FG
y en su sinopsis dice que “el objetivo esencial era boicotear las
acciones previstas contra K [el banco], anulando las acciones del GH
[grupo hostil], provocar el abandono del plan contra FG y, con ello,
colaborar en su valoración personal y de reconocimiento en la junta del
26 de febrero [de 2005]”. “El departamento jurídico del K, solo quería
que se contactara con los accionistas de SV [Sacyr Vallehermoso]
(contrarios a la operación) para poder convencerlos de que actuaran a
favor de FG”, prosigue el documento al que ha accedido EL PAÍS, que
añade que “además de dichos objetivos, se consideró crucial emplear toda
la energía posible en buscar elementos de presión contra los diferentes
miembros del GH para obligarles a huir”.
Con esas
intenciones realizaron lo que clasifican como “contactos”: 89 encuentros
con medios de comunicación, 73 reuniones con miembros de los servicios
de información e inteligencia del Gobierno, 27 encuentros con
representantes de los servicios de inteligencia extranjeros, 64
contactos con especialistas en economía, Bolsa, mercados…, y 49
acercamientos a “entornos privados y cercanos” de los miembros del GH.
También
relata las “infiltraciones” en medios de comunicación y entidades
económicas, de las que 39 fueron intentos fallidos; seis “éxitos en
incidir sin reservas en la línea editorial” de Libertad Digital, Periodista Digital, El Confidencial, El Mundo, ABC y Onda Cero; otros seis “en incidir con reservas en la línea editorial” de El Confidencial Digital, La Razón,
Cope, Telemadrid, Antena 3 y Tele 5, así como 18 en “otros medios
periféricos”, y dos éxitos “en intoxicar para [hacer] dudar de las
fuentes (algunas dentro de K)”, el BBVA, “en Hispanidad y PRISA”,
editora de EL PAÍS.
Controlar a escoltas y jueces
Posteriormente,
el informe habla de “penetraciones”. Se refiere a ocho intentos
fallidos en el entorno de accionistas de Sacyr y 23 más en otros
ámbitos; tres intentos también fallidos en el servicio de escoltas de
Miguel Sebastián, Carlos Arenillas y Luis del Rivero, y seis “éxitos” en
el departamento de seguridad de Sacyr (“especialmente en control de
accesos”), la asociación ADIC (de Rafael Pérez Escolar), el servicio de
escoltas de Juan Abelló, el departamento de informática de Intermoney,
la agencia de investigación Kroll y el “entorno homosexual de Chueca
(frecuentado por Sebastián)”.
En el capítulo de
“acercamientos”, que relata a continuación, el informe destaca nueve
“intentos fallidos” en medios judiciales y cuatro “éxitos” repartidos en
los juzgados de Madrid y Murcia, la Fiscalía Anticorrupción y la Corte
Judicial de Chile. Asimismo, destaca que realizaron 24 viajes dentro de
España y cuatro al extranjero (Suiza, Portugal, Italia y Chile).
El
tiempo de vigilancias que dedicó el equipo de Villarejo, según el
informe, fue de 7.150 horas “en objetivos en movimiento (individuos,
citas y reuniones)”; 7.480 horas “en objetivos fijos (vehículos,
domicilios, restaurantes y púb. habituales…)” y 1.675 horas en
“contra-vigilancias aleatorias y controles aleatorios”. El tiempo de
análisis invertido alcanzó 1.150 horas sobre información “abierta”,
visualizando 87.000 páginas de documentos, y 975 horas sobre información
“cerrada”, obtenida de “fuentes, informadores y colaboradores, bases de
datos, escuchas, vigilancias, analizando 19.800 escritos y soportes”.
Además
de los seguimientos narrados, el informe recoge “datos puntuales
conseguidos: 23 encuentros detectados de miembros del grupo hostil con
medios financieros; 49 citas entre los miembros del grupo hostil y
periodistas, políticos y colaboradores; 17 planes de actuaciones
detectados con antelación (entorno y teléfono de FG); 19 relaciones
entre [Gregorio] Marañón, Rupérez, Caínzos, J. Pérez, y otros con
periodistas”.
A ello se añaden varias informaciones “sobre problemas
personales” de Sebastián; “intervención activa” de Société Générale y
del entorno de Botín, y “sobre sumario que afecta a Abelló (y su
contable), Rivero (y otras limitaciones), Loureda hijo [de José Manuel
Loureda, accionista y fundador de Sacyr], Fernando Martín [entonces
presidente de Martinsa] y Ampuero” (en referencia a José Domingo
Ampuero, exvicepresidente del BBVA, que colaboró con el grupo hostil en
la operación.
Una de las tareas más destacadas de
Villarejo fue la de intervención de comunicaciones telefónicas, lo que
él denomina “control de comunicaciones” o “pinchazos”. En ese sentido,
“analizó” 16.487 comunicaciones entre el 25 de noviembre de 2004 y 26 de
febrero de 2005. Del total, 9.722 fueron realizadas “desde alguno de
los móviles detectados al grupo hostil”, 6.765 desde fijos en oficinas y
domicilios privados y 869 conversaciones interceptadas, de las que
“solo el 5% fueron relevantes”, entre ellas aparecen Sebastián,
Arenillas, José Pérez, Caínzos, Rivero, Abelló, Botín y la
vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega.
Boicot: actuaciones en los medios
Una
vez relatadas todas esas actuaciones, el informe entra en un amplio
apartado que denomina “Boicot”. En él presenta “87 acciones de
desinformación en medios de comunicación que finalmente no fueron
publicadas, aunque se transmitió su contenido a quienes estaba previsto
que llegaran” y otras 68 acciones en el mismo sentido “en ámbitos
económico-políticos sobre crisis de valores que se provocarían en Bolsa,
pagos de sobornos y financiaciones ilegales a políticos”.
Asimismo,
describe 14 intentos de interceptación del móvil de Sebastián, que
“provocó la avería de dos equipos de este GIA [grupo de investigación
activa], pero incrementó su miedo ya que el CNI le avisó del ataque y
muy disgustado se lo comentó al presidente del Gobierno (publicándose
después sus quejas de tener pinchado su teléfono al ministro del
Interior en un Consejo de Ministros)”. Sebastián es objeto de
innumerables episodios, convirtiéndose casi una obsesión para los
espías, entre ellos 19 publicaciones “haciendo referencia a su
implicación” en la trama, intercepciones de llamadas y mensajes,
informaciones sobre comidas…
Parecidas presiones, en
forma de publicaciones, tuvieron Arenillas, Abelló, Rivero, el abogado
Matías Cortés (consejero de Sacyr y de PRISA), Ampuero, del que también
se informa de dos encuentros “avisándole que no era coincidencia de su
imputación por parte del magistrado BG [Baltasar Garzón] en el sumario
de las cuentas secretas del BBVA”. Sobre José Pérez informan de una
denuncia ante la CNMV sobre actividades para alterar el mercado.
Quitar enemigos a Botín si desistía
Destaca
también un encuentro con el jefe de seguridad de Botín, donde se le
filtraba que “los ataques de Pérez Escolar podrían desaparecer si
definitivamente se apartaba de la operación”. Sobre este asunto detallan
“la constitución la Asociación de Accionistas Minoritarios [ADIC],
relacionada con Pérez Escolar y la filtración del hecho al GH” y “un
control total de activista el día de la junta del 26F para evitar
acciones en Bilbao”.
Por último hablan de “riesgos
críticos” e incluyen 27 rastreos para localizar el origen de las
intercepciones; 36 vigilancias abortadas; siete persecuciones para
identificar miembros del GIA y cinco seguimientos en citas de seguridad.
En total, emitieron 70 informes escritos y 95 verbales y 1.790 páginas
confeccionadas y posteriormente entregadas.
Las
actuaciones pendientes que reconocen son “la publicación y reactivación
de la denuncia de Intermoney, la personación en el sumario de Abelló y
Del Rivero, el control de las verdaderas actividades de Caínzos y
conseguir una grabación de las confidencias sexuales de Iván [persona
sin identificar] sobre Sebastián”. Y como “acción final” propone
“eliminar rastros documentales de la firma de auditoría DEL. [Deloitte],
intento de sustitución de soportes documentales originales, en su
defecto eliminación física de los mismos. Sin comunicar ni fecha ni
procedimiento del sistema operativo para conseguir su destrucción”.
Villarejo
siguió trabajando para el BBVA hasta septiembre de 2017, pese a que
llevaba más de dos años salpicado por la sospecha de sus actuaciones en
casos como el del Pequeño Nicolás y la doctora Elisa Pinto. Dos meses
después de reunirse con Corrochano, en noviembre, fue arrestado pero siguió recibiendo fondos del BBVA hasta el 12 de enero de 2018. " (Miguel Ángel Noceda, Íñigo de Barrón, El País, 14/07/20)
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