"El caso más reciente ocurrió a finales de julio. Dos masones, uno de ellos un funcionario del Gobierno regional de Sicilia, fueron detenidos en una operación policial en
Licata, un pequeño pueblo de 37.000 habitantes enclavado en la costa
sur de la conocida isla italiana. Según los investigadores, mantenían
una descarada red de corruptelas con el clan de los Lauria, unos conocidos mafiosos con los que se habían organizado para infiltrarse ilegalmente en el tejido económico de Sicilia. Fueron encarcelados.
El
descubrimiento de la turbia trama no tardó mucho en convertirse en tema
de debate en los programas de televisión en Italia. Representantes de
la masonería oficial se apresuraron a anunciar la expulsión de sus filas
de uno de los dos implicados. Sin embargo, poco después, el caso
desapareció de los medios, para pasar a engrosar la larga lista de historias criminales entre masones y mafiosos, muchos de ellas sin resolver, que se acumulan desde los años 80 en Italia.
La mafia se ve atraída por el fácil acceso al dinero y al poder de los masones, cuyos afiliados son a menudo altos funcionarios, empresarios o políticos.
El origen de esta extraña simbiosis demuestra, como ya adelantaba
Mancuso, en que el crimen organizado está encontrando otros medios para
conseguir sus fines. Y todo esto, claro, sin manchar de sangre las calles:
"Es una época en la que las mafias prefieren negociar antes que
disparar, algo que coincide con un aumento en el número de inscritos a
las masonerías”, cuenta un agente antimafia, al añadir, sin embargo, que
algunos misterios de esta inquietante alianza se están descubriendo
poco a poco.
Los oscuros lazos entre hermandades
A finales del año 2017, la Comisión Antimafia del Parlamento italiano concluyó una investigación sobre la infiltración mafiosa en las logias masónicas de Sicilia y Calabria,
tierras de nacimiento de Cosa Nostra y de la poderosa 'Ndrangheta. El
resultado fue una radiografía con información sobre más de 16.000
afiliados pertenecientes a 389 logias activas (tan solo en esas dos
regiones), muchas de las cuales eran reacias a colaborar con las
autoridades para desvelar posibles contagios mafiosos.
Además, también se encontraron casi 3.000 nombres de afiliados no identificables,
es decir, cuyos datos en los formularios de inscripción se encontraban
incompletos o remitían a personas inexistentes. Esto también generó
inquietud entre los miembros de la Comisión, ya que las organizaciones
secretas están prohibidas por ley en Italia.
Los investigadores fueron claros en sus conclusiones. "Desde tiempo inmemorial hasta nuestros días, la mafia tiene y cultiva un marcado interés hacia la masonería”.
Es evidente que “la preponderancia de las leyes de los masones” todavía
obstaculiza el Estado incluso en el control sobre “el respeto de las
reglas (estatales) por parte de (todos) los funcionarios públicos”,
añadieron.
Ante semejante circunstancia, la policía y
los jueces están descubriendo que, cuanto más escarban, más tramas
criminales asociadas con la masonería emergen. “Han crecido las
adhesiones de mafiosos a logias masónicas y ha crecido el papel de la masonería en las estrategias
que las mafias ejecutan en los territorios controlan”, se lee en otro
informe de la Comisión Antimafia, elaborado en febrero del año 2018 y
consultado por esta periodista.
El episodio de Licata no es, en efecto, un caso aislado. En marzo del
año pasado, la Fiscalía de Trapani arrestó a 10 personas y puso bajo
investigación a otras 17, por pertenecer a una logia masónica en
Castelvetrano, el pueblo de nacimiento del capo mafioso más buscado de
Italia, Matteo Messina Denaro. Entre los afiliados había exalcaldes, concejales locales, abogados y policías,
todos aliados para crear consenso electoral y orientar las decisiones
del ayuntamiento local, según dijeron los investigadores. Aunque el dato
de interés es otro: nadie, salvo sus integrantes, sabían de la
existencia de esta logia (algo prohibido por ley en Italia).
La Santa
En
junio de 2017, la Corte de Casación italiana, la máxima instancia de
apelación en el país, confirmó que, desde los años 70, la 'Ndrangheta,
la mafia calabresa, permite que algunos de sus miembros más
privilegiados formen parte también de otras organizaciones, en
particular la masonería. Se autorizó en una reunión y se le dio incluso
un nombre a un organismo destinado a reagrupar a estas dobles
afiliaciones: ‘La Santa’. Algo impensable anteriormente para una
organización tan exclusiva (y basada en lazos de sangre) como la mafia calabresa.
“Muchos hombres de honor (mafiosos), aquellos que logran convertirse en capos, pertenecen a la masonería (…) porque es en la masonería donde se pueden tener contactos con los empresarios,
con las instituciones, con quienes administran un poder alternativo al
de Cosa Nostra”, advertía ya por 1992 el mafioso siciliano Leonardo
Messina, que acabó de informante de la policía.
Estas
nuevas revelaciones de Licata han coincidido con una mayor
concienciación por parte de las instituciones. Así se entiende que el
año pasado, el Parlamento regional de Sicilia aprobara una ley obligando a que los diputados masones se identificaran como tales.
Ahora se está pensando extender también a los funcionarios públicos que
trabajan en la isla, según ha dicho el presidente del organismo
antimafia siciliano, Claudio Fava.
En la misma línea, el año pasado, el Movimiento 5 Estrellas (M5S) exigió prohibir que personas afiliadas a la masonería formen parte del Gobierno nacional.
Desde entonces, sin embargo, el tema ha desaparecido de los debates
nacionales y en el nuevo programa de Gobierno entre el M5S y el Partido
Democrático (PD) no se hace mención alguna a la norma.
Las sospechas no son infundadas en Italia. Lo enseña el escándalo de la logia P2 —también llamada Propaganda Dos—,
un círculo masónico secreto que operó ilegalmente hasta que fue
descubierto y señalado como “organización criminal y subversiva”.
Posteriormente, la P2 fue disuelta por ley en 1982, gracias a las
revelaciones de Michele Sindona, un banquero vinculado a
la mafia siciliana que decidió revelar a la policía la existencia de la
opaca organización, la cual contaba entre sus afiliados con un
personaje conocido en los círculos de poder de telecomunicaciones: Silvio Berlusconi.
¿Y qué pasó con Sindona? Murió en 1986 tras dos días de coma profundo, después de haber gritado que lo habían envenenado." (Irene Savio, El Confidencial, 13/09/19)
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