26.4.18

La trama del agua en Murcia: el PP 'regaló' 600 millones a ACS. Altos cargos del Gobierno murciano, directivos de la constructora, empresarios locales y varios bufetes de abogados amañaron la adjudicación de una desaladora y cargaron sus deudas a los presupuestos regionales, utilizando contratos falsos, facturas simuladas e informes jurídicos fabricados

"ACS se alió con el Partido Popular de Murcia para dar un pelotazo de 600 millones de euros con la desaladora de Escombreras (Cartagena). El dinero debía salir de las arcas de la comunidad autónoma. 

La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional ha concluido en un extenso informe de más de 200 páginas que altos cargos del Gobierno murciano, directivos de la constructora, empresarios locales y varios bufetes de abogados amañaron la adjudicación de la planta y cargaron luego sus deudas a los presupuestos regionales, utilizando por el camino contratos falsos, facturas simuladas, informes jurídicos fabricados y una larga lista de irregularidades contables.

El informe, al que ha tenido acceso El Confidencial, fue remitido el pasado enero al Juzgado de Instrucción número 5 de Murcia, que desde hace dos años investigaba en secreto la tramitación de la planta en el llamado caso La Sal

Según los expertos en delitos económicos de la policía, hasta 32 personas habrían colaborado en un presunto fraude que reproduce el esquema del proyecto Castor, por el que ACS reclamó en los tribunales al Gobierno de Mariano Rajoy 1.350 millones de euros. 

Entre los implicados, se encuentran el exconsejero de Agricultura y Agua del PP Antonio Cerdá (2007-2015) y una decena de empleados de ACS y su filial Cobra. El grueso de las decisiones bajo sospecha se adoptó durante el mandato del expresidente Ramón Luis Valcárcel (1995-2014), actual vicepresidente del Parlamento Europeo.



Por un lado, los investigadores sostienen que ACS y el Gobierno regional se habrían concertado para licitar la instalación al margen de la Ley de Contratos del Sector Público. En lugar de sacar a concurso las obras y la gestión, el Gobierno del PP hizo el camino inverso. 

Primero, la compañía que preside Florentino Pérez pagó 1,1 millones de euros en presuntas facturas ficticias para aliarse con inversores locales que pretendían construir una desalinizadora que paliara el déficit hídrico de la región. 

Fruto de esa alianza, ACS constituyó el 25 de enero de 2006 la mercantil Desaladora de Escombreras SA, con el 100% de las acciones en su poder. Las obras costarían 111 millones de euros —aunque documentos internos las cifraron inicialmente en 24,6 millones, cuatro veces menos— y las ejecutarían filiales de la propia cotizada.

Menos de un mes después, el 17 de febrero de 2006, el Gobierno de Valcárcel creó la empresa pública Hidronostrum SA y la autorizó para que adquiriera el 51% de las acciones de Desaladora de Escombreras SA, convirtiéndose ya a partir de ese momento en un proyecto participado mayoritariamente por la Administración. El Ejecutivo murciano cedió el suelo en el que se levantaría la infraestructura. 

La compra de las acciones, que no contó con el aval de la Intervención ni de los servicios jurídicos regionales, provocó que la comunidad asumiera en ese instante todas las cargas a las que se había comprometido ACS previamente. Entre ellas, un contrato que obligaba a abonar a la constructora y a los socios locales el arrendamiento de la planta y su producción hasta 2034. También tenía que comprar las instalaciones cuando concluyera ese periodo.

La UDEF ha concluido ahora que, en realidad, el proceso estuvo diseñado desde el principio para que la Administración entrara en el proyecto cuando ACS y el resto de inversores privados ya se habían repartido las ganancias. 

Correos electrónicos hallados en registros demostrarían que, al menos desde diciembre de 2005, cargos del PP en puestos clave conocían las operaciones de la constructora y comunicaron a la parte privada que la Administración asumiría todas las cargas en el último instante, como ocurrió finalmente con la compra del 51% de ACS.

 “Se creó la empresa Desaladora de Escombreras SA a sabiendas de que sería participada por empresas públicas, las cuales estaban al corriente y además eran esenciales en el modelo de negocio, al sufragar este por completo, liberando a la parte privada de los costes y riesgos de la operación”, sostienen los investigadores.

Entre la información intervenida en bufetes involucrados, hay contratos en los que la constructora y los socios locales cierran acuerdos con Hidronostrum SA y desarrollan los efectos de la entrada de esa mercantil en Desaladora de Escombreras SA. 

Lo sorprendente es que esos documentos fueron redactados al menos ocho días antes de que el Gobierno del PP anunciara la creación de la empresa pública y permitiera a esta comprar el 51% en poder de ACS.

En uno de esos acuerdos previo a la entrada del capital público, Desaladora de Escombreras SA pactó con una filial de la constructora —es decir, ACS consigo misma— que la explotación de la planta duraría 25 años y que si la primera resolvía anticipadamente el acuerdo, debería abonar el importe de todo el periodo. Cuando la Administración llegó a la infraestructura, asumió automáticamente esa cláusula.

Fueron bufetes privados los que confeccionaron semanas antes de la constitución de Hidronostrum SA todo un calendario de firmas que incluía hasta 15 contratos —la mayoría con fechas falsas— que permitirían a la constructora y a los inversores asegurarse ganancias millonarias con la ayuda de los responsables públicos.

 “Los contratos más gravosos para la Administración pública se firmaron cuando las empresas participantes eran privadas”, señala la UDEF. “Tal y como acabó llevándose a cabo, todo el coste y el riesgo del mismo iba a ser asumido por la parte pública, dejando a la parte privada exenta de costes y a merced de obtener todos los beneficios posibles del modelo establecido”.

Ya con la Administración pública dentro del proyecto, el Gobierno del PP siguió colaborando con los intereses de los promotores privados. Banesto aceptó financiar la obra, pero reclamó garantías. El Ejecutivo murciano salió de nuevo al rescate de ACS y presentó todos los avales en solitario. 

Envió una 'comfort letter' al banco en la que “asumía como propias las obligaciones de pago” que correspondieran a Desaladora de Escombreras SA y “se obligaba a aportar” a esa sociedad “los fondos que fuesen en cada momento necesarios” para abonar esos compromisos. La UDEF ha descubierto que la carta fue redactada por directivos de ACS a comienzos de 2006 y que el Gobierno murciano únicamente la envió al banco. 

Ningún gestor público se opuso. De hecho, se evitó que la Intervención se pronunciara sobre este compromiso multimillonario. A cambio, el Ejecutivo regional solicitó informes a abogados externos que, por supuesto, respaldaron la presentación de los avales.

La presunta trama siguió operando en los años siguientes. A pesar de que en 2010 Desaladora de Escombreras SA ya atravesaba por graves problemas financieros que eran “causa de disolución” y que la compañía de Florentino Pérez buscaba salir de la sociedad como fuera, el Ejecutivo del PP decidió comprarle su 49%. “Así, se producirá la paradoja de que, mientras las empresas privadas tratan a toda costa de desvincularse de la operación de la planta desaladora, las empresas públicas tratarán de manera insistente de hacerse en exclusiva con la totalidad del negocio”.

Poco después de salir del proyecto, ACS denunció en los tribunales al Ejecutivo regional por el presunto incumplimiento del plan de pagos. La constructora reclama a la Administración los fondos que debía recibir hasta 2034, según los acuerdos que ella misma se había otorgado. 

Solo invirtió 1,1 millones de euros para entrar en el negocio, pero si salen adelante sus reivindicaciones, podría recibir 600 millones, cosechando una rentabilidad récord del 60.000%. Las revelaciones de la UDEF pueden frustrar ahora esas exigencias si se demuestra que toda la operación se basa en una cadena de engaños.

Los expertos en delitos económicos no entran en los motivos que pudieron llevar a los cargos políticos del PP a mirar reiteradamente para otro lado —un hipotético delito de cohecho ya habría prescrito—, pero apuntan que la infraestructura fue utilizada para impulsar 26 convenios urbanísticos en pleno 'boom' inmobiliario.

 Ante los informes desfavorables de la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), que negaba la disponibilidad de agua para construir más viviendas, el Ejecutivo de Valcárcel recurrió a la producción extra de esta desaladora para recalificar más de 180 millones de metros cuadrados de suelo en los que se proyectaron hasta 250.000 casas.

El informe de la UDEF supone un salto en el caso La Sal. La instructora del procedimiento, la jueza María del Mar Azuar, acordó el 7 de marzo imputar a varios de los 32 implicados en la tramitación del proyecto. Tendrán que pasar por su tribunal el exconsejero de Agricultura Antonio Cerdá; los exgerentes del EPA Amalio Garrido y José Manuel Ferrer; el abogado que representó a este organismo público, Antonio Arnaldos; los directivos del grupo ACS Alfonso Aguirre Díaz Guadarmino y Eugenio Llorente, y los empresarios locales Juan Martínez Martínez, José Carvajal Conesa, Tomás Bourchert Muñoz, Juan Jódar Martínez y Miguel Caballero Sandoval."                     (José M. Olmo, El Confidencial, 23/04/18)


"ACS pagó un millón en facturas falsas y regalos para entrar en la trama del agua.

ACS abonó presuntas facturas falsas por valor de 1.137.312 euros para entrar en el proyecto de la desaladora de Escombreras (Cartagena), un negocio redondo por el que esperaba ingresar 600 millones de las arcas públicas con la “connivencia y activa participación” del Gobierno murciano del PP. 
Archivos y documentos encontrados por la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional, responsable de la investigación del llamado caso La Sal, revelan que el grupo ACS fue consciente de que esos pagos eran irregulares y decidió improvisar una cláusula para que no le salpicaran posibles “consecuencias fiscales, legales o de cualquier otra índole”.
Los hechos se remontan a los inicios de la planta, impulsada en un primer momento por inversores locales que consiguieron las licencias para construirla y explotarla. Tedagua, una de las filiales del grupo que preside Florentino Pérez, les compró el 75% de la sociedad que crearon para desarrollar el proyecto, Hydromanagement SA.
 Pactaron que el grupo ACS abonara, a cambio, 1,1 millones de euros como compensación por los supuestos trabajos en los que ya habían incurrido los vendedores. El preacuerdo se cerró en septiembre de 2005 y en las semanas siguientes se llevó a efecto.
Los expertos en delitos económicos de la Policía Nacional apuntan ahora que los supuestos trabajos que sirvieron para tasar en 1,1 millones de euros la entrada de ACS no habrían existido y que se emplearon facturas simuladas para justificar ese movimiento de dinero.
 Según consta en el informe de más de 200 páginas de la UDEF, al que ha tenido acceso El Confidencial, empresas controladas por los propios inversores locales de Hydromanagement SA emitieron las facturas para dar apariencia de legalidad al aterrizaje de ACS en el proyecto.
La clave está en la cláusula tercera del acuerdo, que fijó que la cotizada desembolsaría el 51% de: a) 500.000 euros en trabajos efectuados supuestamente por la propia Hydromanagement; b) 600.000 euros que iban a ser facturados en el futuro por las gestiones de Incogás SA, vinculada con uno de los socios, y c) 265.624 euros por servicios de Cetec SA, otra mercantil de los dueños de Hydromanagement. El contrato aseguraba que todas esas partidas se correspondían con “gastos de promoción”, aunque no aclaraba cómo se habían generado exactamente los cargos ni quiénes habían sido los destinatarios finales del dinero. Además, el contrato estipulaba que ACS debía pagar a los vendedores otros 459.000 euros en concepto de prima por acción.

"Conocedores de diversas irregularidades"

La UDEF no ha profundizado en lo que ocurrió luego con el dinero de ACS —un hipotético delito de cohecho ya habría prescrito—, pero la operación provocó inquietud en la cúpula de la multinacional. Un archivo hallado en un registro indica que un directivo del grupo, Cristóbal González Wiedmaier, actual director financiero de ACS Industrial, introdujo a última hora una adenda en el contrato que fijaba que los socios fundadores de Hydromanagement “y todas aquellas empresas bajo su control directo o indirecto” se comprometían a “subsanar, deshacer o corregir en el plazo más breve posible todas aquellas irregularidades, contratos y obligaciones adquiridas que no resultaron finalmente necesarios para el éxito del proyecto, que incluyen entre otras", admitió el directivo, "la compra de regalos (...)”.
Sin embargo, González cambió de opinión solo un mes más tarde. Según el informe remitido por los investigadores al Juzgado de Instrucción número 5 de Murcia, el alto cargo del grupo ACS renunció finalmente a exigir que se subsanaran las irregularidades que iban a sufragarse con los 1,1 millones de la constructora y se limitó a levantar un cortafuegos que frenara posibles daños para el 'holding'.
 “Adicionalmente, los vendedores y todas aquellas empresas bajo su control directo o indirecto se responsabilizan de todas las consecuencias fiscales, legales o de cualquier otra índole”, reflejó el directivo en la versión definitiva del contrato. Este conservó el reconocimiento de la "compra de regalos".
De esas modificaciones se desprende, a juicio de los agentes, que el grupo ACS “estaba intentando dejar constancia de manera clara que, aun siendo conocedores de diversas irregularidades [como la compra de regalos] llevadas a cabo por los socios vendedores de las participaciones, ellos no se responsabilizaban en última instancia de los actos de cuestionable licitud cometidos por estos últimos”. Eso “no será óbice para pactar los pagos necesarios (1.137.312 euros) para el acceso al negocio de construcción de la desaladora”, concluyen.

“Todo el riesgo” para la Administración

El caso La Sal ha puesto sobre la mesa muchas más irregularidades, como desveló El Confidencial este lunes. En la mayoría habrían participado de forma “activa” numerosos cargos políticos del Gobierno regional del PP. Los expertos en delitos económicos de la Policía Nacional señalan que, con una actuación sostenida en el tiempo, dirigentes populares permitieron que “el coste y el riesgo” de la desaladora fueran asumidos en exclusiva por la Administración pública, “dejando a la parte privada [es decir, a ACS y los inversores privados] exenta de costes y a merced de obtener todos los beneficios posibles del modelo establecido”.
En lugar de sacar a concurso la planta, el Ejecutivo de Ramón Luis Valcárcel (1995-2014) sorteó la Ley de Contratos del Sector Público permitiendo que la Administración regional entrara en el proyecto cuando ACS ya había diseñado el negocio: recibiría un total de 600 millones de los presupuestos murcianos hasta 2034. A través de una sociedad pública, Hidronostrum SA, el Ejecutivo del PP adquirió en febrero de 2006 el 51% de la mercantil constituida por ACS para levantar la planta, Desaladora de Escombreras SA.
El informe policial también cuestiona que, contra toda lógica, el Gobierno autonómico asumiera en solitario la presentación de avales para conseguir que Banesto financiara la obra. Ni la Intervención ni los servicios jurídicos regionales se pronunciaron sobre ese compromiso multimillonario. A cambio, el gabinete de Valcárcel solicitó informes a despachos de abogados externos que, por supuesto, respaldaron sus decisiones. 
 En 2010, cuando Desaladora de Escombreras SA estaba ya en causa de disolución y ACS trataba de salir urgentemente de la infraestructura, el Ejecutivo murciano compró a la compañía de Florentino Pérez su 49% restante, convirtiéndose de ese modo la Administración en el socio único de la planta. “Así, se producirá la paradoja de que, mientras las empresas privadas tratan a toda costa de desvincularse de la operación de la planta desaladora, las empresas públicas tratarán de manera insistente de hacerse en exclusiva con la totalidad del negocio”, señala la UDEF.

Una docena de imputados

Tras su salida, ACS acudió a los tribunales para reclamar al Gobierno murciano los 600 millones de euros por el supuesto incumplimiento del plan de pagos que la propia constructora se había concedido al inicio del proyecto. La petición aún no se ha resuelto, pero si la Justicia le da la razón, la multinacional cosecharía una rentabilidad del 60.000% en los 1,1 millones de euros que invirtió al principio “en gastos de promoción” y “compra de regalos”.
Por lo pronto, tras recibir el informe, la jueza que instruye la causa, María del Mar Azuar, ha decidido imputar al exconsejero de Agricultura y responsable directo del gasto público en la desaladora Antonio Cerdá; a los exgerentes del ente del agua (EPA) que canalizó los fondos regionales Amalio Garrido y José Manuel Ferrer; al abogado que representó a ese organismo, Antonio Arnaldos; a los directivos del grupo ACS Alfonso Aguirre Díaz Guadarmino y Eugenio Llorente, y a los empresarios locales Juan Martínez Martínez, José Carvajal Conesa, Tomás Bourchert Muñoz, Juan Jódar Martínez y Miguel Caballero Sandoval."                 (José M. Olmo, El Confidencial, 24/04/18)

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