"Con la lentitud a la que nos tiene acostumbrada la
judicatura para casos como estos, finalmente conocíamos hace pocas
semanas la sentencia del famoso “caso Palau” .
Diez años después, la Audiencia Barcelona imponía una
pena de ocho años y nueve meses, más una multa superior a cuatro
millones a Fèlix Millet; mientras que a su mano derecha, Jordi Montull,
le esperan 7 años y medio y una multa de casi tres millones y medio.
Este proceso, que ha durado más de una década dejaba al descubierto el
sistema financiero de la antigua Convergència (CIU), pero lejos de ser
una “manzana podrida” reflejaba el interior del cesto entero.
Las investigaciones por el 3% siguen en marcha y ponen
de manifiesto la corrupción endémica dentro del partido. Si lo que ha
demostrado el caso Palau es que la antigua Convergencia se financiaba a
partir de las comisiones que recogía del amaño de los concursos de obras
públicas a favor de grandes empresas, resulta evidente que se trata de
un sistema que se repetía de forma continúa.
Los últimos datos que presentan las investigaciones es
que la financiación irregular no se limitó a los diez años comprendidos
entre 1999 y 2009, sino que funcionó hasta hace muy poco entrando ya en
la etapa de gobierno de Artur Mas (¡Sorpresa!). Sí, el mismo al que las
penas le parecían excesivas... ¿por qué será?
Según las últimas informaciones entre 2008 y 2013, las
mordidas ascendieron hasta más de un millón de euros. Entre esos años
distintas empresas realizaron ostentosas donaciones a fundaciones
relacionadas con el partido entre las que se encuentran Fundació Fórum
de Barcelona, CatDem y Fundació Privada Òmnium. Además de otros sobornos
para los principales representantes del partido. Es el caso de Rosell,
antiguo director de Infrastructures.cat, que fue invitado en varias
ocasiones por la empresa Oproler al palco del Santiago Bernabeu para ver
partidos de fútbol.
Evidentemente esta empresa después ganó varias
adjudicaciones, como no podía ser de otra forma. Este mecanismo se
repetía continuamente y en la larga lista de políticos que hacían
negocio con las adjudicaciones de obras públicas encontramos múltiples
cargos del partido, ya fuese de la Generalitat como del Ayuntamiento,
incluyendo el periodo en el que estaba presidido por el convergente
Xavier Trias.
Hoy muchos de estos políticos corruptos, que se
llenaban los bolsillos con triquiñuelas mientras aplicaban sin ningún
reparo planes de ajuste y recortes que han condenado a la clase
trabajadora y los sectores populares a una vida de pobreza y
precariedad, siguen formando parte del aparato político de la mano del
PDeCat, es decir, forman parte del ADN de un partido que se ha
construido con la única finalidad de limpiarle la cara a la antigua CDC,
salpicada de casos de corrupción y rodeada por amplio movimiento
democrático del que tenía como objetivo ponerse al mando para acabar
conduciéndolo a una derrota anticipada.
Ayer era la antigua CiU, hoy es el PDeCat. Pero ambos
forman parte de de la dirigencia política de un régimen del que la
corrupción lejos de ser la excepción, es la única norma. Unos y otros,
junto al Partido Popular y PSOE son la evidencia de una forma de
gobernar al servicio de las grandes empresas. Para acabar con esto, es
necesario acabar con todos los privilegios de esta “casta política” que
saquea las arcas públicas para su propio beneficio.
Casos de corrupción como este son la evidencia de es
necesario que los cargos políticos cobren lo mismo que una maestra y que
sus cargos sean revocables por los propios electores en cualquier
momento." (Izquierda diario, Marta Clar, 29/01/18)
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