"En 2006, desde la Fundación Nueva Cultura del Agua, publicamos un libro, ‘Aguas limpias, manos limpias. Corrupción e irregularidades en la gestión de aguas en España‘,
en el que colaboraron notables expertos.
El prólogo corrió a cargo de
Carlos Jiménez Villarejo, que acababa de dejar su cargo al frente de la
Fiscalía Anticorrupción, harto de presiones durante el Gobierno de
Aznar. Diez años más tarde, estalla el caso Acuamed, gracias a la
denuncia, al parecer, de un exalto cargo despedido en su día…
En el libro en cuestión, no sólo se analizaban las raíces del
problema, tanto en la Administración Pública de aguas como en su entorno
empresarial y profesional, sino que se recopilaban múltiples casos, con
nombres y apellidos, en los que, aunque de forma tímida, o cuando menos
inconsecuente, la Policía y la Fiscalía se habían adentrado en estos
oscuros espacios.
Y se acababa ofreciendo un amplio catálogo de casos,
cuenca a cuenca, muchos de ellos vivos actualmente, en los que se han
producido manifiestas irregularidades, conocidas e infructuosamente
denunciadas.
En lo que a la Cuenca del Ebro se refiere, aparecían bien
documentados los casos del Recrecimiento de Yesa, el embalse de
Santaliestra, el embalse de Itóiz y el Canal de Navarra, incumplimientos
de la normativa de seguridad de presas e inundaciones en el Ebro,
centrales hidroeléctricas en espacios naturales, extracción de áridos y
vertidos tóxicos permitidos en el Cinca, contaminación de aguas de boca
trasvasadas a Tarragona…
No se tocó entonces el doloroso escándalo de Jánovas; ni la
vergonzosa impunidad de Inquinosa, en lo referente al lindano, en el
Gállego; o el bombeo de la Tranquera y el bombeo de Beceite, con miles
de millones de antiguas pesetas tirados, sin mayores consecuencias; ni
se hablaba del ruinoso caso de Mularroya, con sus sentencias judiciales
en contra y lloviendo sobre mojado, tras tirar el dinero en el citado
bombeo de la Tranquera. Sin embargo, todo esto no fue suficiente para
abrir investigaciones en serio a lo largo de estos diez años.
Recuerdo el año en el que ocupé la salita de espera del Presidente de
la CHE, de 13h a 14h, día tras día, exigiendo simplemente el listado de
estudios técnicos contratados por la CHE, de adjudicación directa (por
suponer una cuantía económica que no requería concurso público), para
poder investigar una posible línea de corrupción “de baja intensidad”
que había detectado. Nunca lo conseguí…
Deberíamos preguntarnos cómo es posible que sigamos admitiendo como
normal que un proyecto hidráulico, como el recrecimiento de Yesa, pueda
cuadruplicar la inversión prevista, por ahora, sin que se abra siquiera
un expediente que investigue, al menos, quién hizo mal su trabajo.
O el
caso del embalse de Montearagón, donde ya nos hemos gastado 3,5 veces lo
presupuestado en un principio; o el fiasco de la Loteta, donde hemos
tirado casi 100 millones de euros para nada; o el recrecimiento de
Santolea, con un proyecto aprobado y desechado por inseguro, cuando
sobre el papel todos los estudios garantizaban su seguridad…
Si todo esto pudo ocurrir, y sigue ocurriendo de hecho, sin que se
ponga en marcha ni siquiera una investigación que delimite y depure
responsabilidades, con cientos de millones de euros de dinero público en
juego, ¿cómo extrañarse hoy de que, como en su día argumentábamos en el
libro ‘Aguas Limpias, Manos Limpias‘, haya problemas de
corrupción, más allá de Acuamed, con desvío de fondos, inflado de costes
y facturas, adjudicación fraudulenta de contratos, estudios y obras?
Afortunadamente, como dice el refrán, ‘no hay mal que por bien no
venga’. Espero que seamos capaces de aprender de nuestros errores y
abramos finalmente investigaciones a fondo en este frente que algunos
venimos denunciando desde hace mucho: el de la corrupción en el oscuro
campo de la gestión de aguas y de los servicios de agua y saneamiento…
Pedro Arrojo, diputado de Podemos por Zaragoza" (Attac Madrid, 24/01/16)
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