"Cuando Ángel de Cabo
quiere impresionar a su audiencia en una reunión hace gala de lo mucho
que trabaja y lo poco que duerme. "¿A que duermo poco?", dice,
volviéndose hacia los suyos. "No duerme, no duerme", asienten ellos. (...)
De edad madura, a mitad de camino de los 50, le gusta adoptar ademán
de hombre de acción a pesar de que su cintura le traiciona. Su obsesión
por la apariencia es enfermiza: acude a las reuniones con exceso de
acompañamiento y es frecuente que haga pasar a empleados por abogados.
Le gusta impresionar pero, sobre todo, adora indagar en la vida privada
de los demás, sin distinción entre clientes y adversarios, actividad que
ha sido la clave de su negocio. Carece de escrúpulos. Sus éxitos
enterrando empresas y dejando a trabajadores en la estacada le han
llevado a disfrutar del dudoso honor de ser el encarcelado por la
Operación Crucero con la fianza más alta en la historia judicial, 50 millones de euros.
Queda para el juez y los investigadores determinar dónde terminaba Gerardo Díaz Ferrán y dónde empezaba Cabo, porque hay testigos que afirman que la colaboración entre ambos fue mucho más allá del caso Marsans.
Algunos indicios de ello obran en el caso de Nueva Rumasa, donde fue
imputado por "prácticas de extorsión, coacción y/o amenazas a
administradores concursales, jueces de lo mercantil u otras personas que
pudieran hacer peligrar sus planes". Así se las gasta Ángel de Cabo.
¿Cuál es su culpa? Eloy Velasco, el juez que ha ordenado su prisión, le acusa de cooperar con el empresario Díaz Ferrán en la liquidación del grupo Marsans para ocultar su patrimonio y eludir el pago a los acreedores. (...)
En líneas generales, Ángel de Cabo, según la investigación, creaba
junto a su cliente una ficción: comprar una empresa en pérdidas con
ánimo de salvarla para hacer justo lo contrario.
En esa maniobra,
ganaban los dos: Díaz Ferrán salvaba su patrimonio y dejaba de ser un
empresario en dificultades, mientras Cabo tenía mano libre para quedarse
con aquello que tuviera algún valor. Clientes, acreedores y
trabajadores no estaban invitados a ese festín. Esta práctica no fue
exclusiva del caso Marsans.
El pasado reciente de Ángel de Cabo y su equipo no ofrece dudas.
Generalmente, utilizan los servicios de un despacho de abogados
valenciano, Aszentia, que se presenta como una compañía especializada en
reflotar empresas.(...)
Su último reto fue Nueva Rumasa, con sus más de 100 empresas, pero allí
se toparon con más dificultades de las previstas; entre otras, que hubo
jueces que le quitaron la administración de algunas sociedades. (...)
De esos orígenes remotos queda memoria en el bar de Patraix donde
almorzó durante décadas. Recuerdan a Cabo como un hombre altivo,
distante y con tendencia a presumir en público de la buena marcha de sus
negocios.
"Nos trataba como a una mierda", relata uno de los camareros,
que confirma el gusto del arrestado por los trajes ostentosos, los
puros Montecristo y Cohiba, o el güisqui Cardhu reserva. Vestía como un
ejecutivo, aunque se dedicaba a coordinar el montaje de bañeras. "A
veces venía con su hermano, que era más joven y más chulo todavía que
él", apunta otro empleado, que define al personaje como "un líder que
infundía miedo entre los suyos".
De cómo, cuándo y por qué hizo el tránsito entre la fontanería y el
mundo de la gestión de empresas en dificultades no hay explicaciones
demasiado detalladas, salvo que empezó por hacerse cargo de pequeñas
constructoras con problemas para ir cosechando un modus operandi.
Operó fundamentalmente en el levante español hasta que dio un primer
salto a Andalucía, donde tomó las riendas de constructoras como Azagra
(Sevilla), Marín Hilinger (Córdoba) o Vías, Canales y Puertos (Cádiz).
Entre las últimas actividades del caso de Azagra (donde figuran
sociedades interpuestas como Mag3, Equipark, Resipark y Garsilia SLU)
había una extraña concesión municipal para construir 13 aparcamientos en
Sevilla, que nunca se hicieron y para los que miles de vecinos
adelantaron 2.000 euros que no volverán a ver. Un minuto antes de que la
empresa entrara en concurso de acreedores, aparecían De Cabo y sus
abogados para hacer una compra y gestionar el enterramiento.
Desde su firma Aszendia, fundada en 2000 y con sedes en Valencia,
Castellón y Madrid, rastreaba a industriales asomados al precipicio. Se
presentaba como un salvador, una suerte de conseguidor bien relacionado
con administradores concursales y jueces, con quienes presumía de
almorzar con frecuencia.
Su escenografía un tanto hortera —reloj de oro,
rodeado de gente con traje y corbata, chófer y secretarias
seleccionadas por su físico— daba confianza a los desesperados. "Cuando
él aparecía, ellos se hacían cada vez más pobres y él cada vez más
rico", cuenta un abogado. (...)
El industrial de la madera José Tolosa Sanchís, que ronda los 70, puede
contarse entre sus víctimas. Contactó con él a través del abogado que
gestionó el concurso de acreedores de Madeplax de L'Alcúdia (Valencia),
un grupo de cinco empresas con un centenar de empleados en 2007. Tolosa
encargó a Cabo y a su abogado la negociación de una deuda con el BBVA y
les entregó pagarés por valor de un millón de euros que había conseguido
con la venta de un terreno.
De Cabo nunca saldó la deuda y el banco
continuó ejecutando bienes de familiares del industrial, según la
letrada de Tolosa, Cristina Oliver, que ha presentado una querella ante
el Juzgado de Instrucción de Carlet (Valencia) contra el cabecilla de
Aszendia y uno de sus abogados por apropiación indebida y estafa. (...)
Fue en septiembre de 2009 cuando Ángel de Cabo dio el gran salto al
adquirir al empresario leonés José Martínez Núñez la constructora
Teconsa [llegó a facturar 420 millones de euros y contar con 1.000
trabajadores] a través de la sociedad Nuevas Formas y Diseño (NFD). A
partir de ese momento, su vida se acelera.
Casi un año después (junio de
2010) adquiere el Grupo Marsans [4.000 millones de facturación en sus
mejores años] a través de Posibilitum Bussines y en septiembre de 2011
compra Nueva Rumasa [100 empresas y casi 10.000 trabajadores] con la
sociedad Back in Business.
Todas las sociedades compradoras tenían un
capital de 3.000 euros y se las había adquirido a un personaje peculiar
llamado Ramón Cerdá, que escribe novelas y crea sociedades prêt à porter. (...)
"Era un histórico de Valencia", comenta el director de un despacho
valenciano que prefiere guardar el anonimato. "Muy metido en antiguas
quiebras y suspensiones de pagos. Compra matrices con muchas filiales
para aprovechar la falta de control sobre esas filiales y así vender sus
activos. Él y sus hombres se ponían grandes sueldos para sacar la masa
vía salarios".
"Se ponen sueldazos que cobran mensualmente, se conceden créditos
contra la masa, provisionan operaciones de ventas de activos, contratan a
sus propios despachos de abogados con minutas terribles", explica un
administrador concursal.
Una abogada añade: "Fabricaban facturas falsas, simulaban que un
apagón había deteriorado los archivos, mandaban abogadas jóvenes sin
experiencia y sin conocimiento del caso para despistar a los jueces.
Todo eso sucedió en Teconsa".
Otros abogados consultados mencionan el lado más oscuro de Cabo. "Te
llamaba por la noche a tu domicilio particular para que supieras que él
sabía dónde vivías", cuenta una abogada. "Sabía cómo intimidar a la
gente", explica otro. (...)
Fue hacia junio de 2011 cuando Cabo dio el salto más grande: Nueva
Rumasa. Y para esta nueva adquisición llegó acompañado de Díaz Ferrán,
que visitó al menos dos veces a José María Ruiz Mateos para convencerle
de que la solución de Cabo era perfecta para el atolladero en el que se
había metido con una red de empresas en dificultades y una emisión de
pagarés insostenible. Díaz Ferrán no solo hizo la recomendación. Así lo
ha atestiguado Joaquín Yvancos, el hombre de confianza de Ruiz Mateos
desde 1987. Díaz Ferrán presionó.
"Me informé sobre Cabo", cuenta Yvancos. "Le visité en su despacho
valenciano un par de veces. Ya me extrañó que un despacho de abogados
estuviera en un polígono industrial. Allí fue donde me contó eso de que
se inspiró en la película Pretty Woman y en el personaje de
Richard Gere para dedicarse a salvar empresas. Allí en sus oficinas
trató de impresionarme.
Tenía una nave con un gimnasio, un salón
comedor, una sauna, una pista de pádel sin usar, muchos coches en el
aparcamiento, una limusina incluso; todo ello supongo que adquirido de
lo que obtenía de otras empresas. No había dos sanitarios iguales en esa
nave. Yo no veía muy clara esta operación en la que estaban empeñados
los hijos de Ruiz Mateos. Luego lo supe: Cabo tenía dossieres de cada
uno de ellos".
"Así que un día me amenazó", prosigue Yvancos en su testimonio. "Me
dijo eso de que sabía dónde vivía mi hija en Holanda y algunas cosas
más. Yo soy nieto de un general de la Guardia Civil y no me dejo
amenazar".
Yvancos no pudo parar la operación y el acuerdo se ejecutó: la
influencia de Díaz Ferrán y lo que sabía Cabo sobre las intimidades de
algunos de los hijos hizo el resto. Yvancos quedó apartado de Nueva
Rumasa. En la confusión del momento (como sucediera en Marsans) se dijo
que Cabo compraba el holding por 1.800 millones de euros. Nunca
hubo tal desembolso. Yvancos decidió entonces colaborar con la justicia
y, entre otras cosas, investigar personalmente a Cabo. (...)
Es en Suiza donde el juez Velasco ha bloqueado una cuenta con 4,9
millones de euros. Tiene mucha información sobre Esser Internacional 21,
la empresa donde iba a parar una buena parte del dinero que Cabo
salvaba de las empresas que había adquirido.
Yvancos conocía también su costumbre de tener al alcance talones al
portador por cantidades muy elevadas, que renovaba cada mes. "Era una
forma de tener dinero disponible si las cosas van mal; pero no lo ha
conseguido".
La policía lleva incautados dos millones de euros en los
registros de varios domicilios durante la Operación Crucero, entre ellos
los de su secretaria y alguno de sus colaboradores y testaferros. Caído
en desgracia, su futuro se torna complicado: se ha negado a declarar y
sabe que algunos de sus estrechos colaboradores no han sido detenidos,
señal de que pueden estar colaborando con la justicia.
A juicio de los investigadores, Ángel de Cabo era una pieza fácil
("no tiene formación para montajes muy complicados") y mantienen la
tesis de que ha seguido siendo un hombre de paja. La secuencia Teconsa,
Marsans, Nueva Rumasa, con el caso Gürtel en medio y un hombre tan protegido por el PP como Díaz Ferrán, promete noticias interesantes para un futuro.
Posiblemente, Ángel de Cabo pase a ser una anécdota, él que quería
ser protagonista. Como Richard Gere. Lo suyo era aparentar. Por eso,
hasta hace bien poco, volvía por su antiguo barrio solo para una cosa,
arreglarse el cabello en la peluquería Naharros y desfilar con sus
deportivos por Patraix.
“Era una persona normal”, dice el peluquero. La
última vez que fue a su establecimiento lo hizo en un Porsche blanco." (El País, 09/12/2012)
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