Los arrestados, que habían creado una auténtica empresa de envío de dinero al extranjero para evitar los controles legales, habían remitido unos 100 millones de euros procedentes de actividades ilícitas a diversos países sudamericanos.
Según informó este miércoles la Jefatura Superior de Policía de Madrid, se han practicado 14 registros y se han intervenido 500.000 euros en efectivo. La sociedad mercantil creada como "tapadera" reventó el negocio del envío de dinero en la capital por sus bajos cambios y comisiones.
La investigación comenzó en abril de 2010, cuando los agentes tuvieron conocimiento de la intensa actividad delictiva llevada a cabo por Jorge Luis P.P. Tras varias gestiones, los investigadores comprobaron que él, junto con su mujer y otros familiares directos, habían formado un complejo entramado financiero dedicado al blanqueo de capitales a través de locutorios.
Para ello, habían creado una auténtica empresa gestora de transferencias que colaboraba con grupos delincuenciales y hacía llegar el dinero obtenido ilegalmente a los ideólogos o destinatarios finales asentados en el extranjero.
La creación de esta empresa les permitía evitar y controlar los sistemas de detección establecidos legalmente, con lo que se facilitaba enormemente la actividad ilícita.
Hasta el momento, el "modus operandi" para el blanqueo de dinero se circunscribía a locutorios que se prestan a colaborar con organizaciones criminales para sacar el producto de sus delitos fuera de España, simulando ser los ahorros de los inmigrantes. (...)
El "modus operandi" era sencillo. Unos quince locutorios de la capital realizaban giros al extranjero, principalmente países del Caribe y Sudamérica. El dinero era entregado en mano por los miembros de los grupos delictivos, normalmente en billetes de pequeño valor, y mezclaban envíos ilegales con los legales, haciendo más difícil su detección.
En todos los casos utilizaban documentaciones falsificadas o alteradas, habiendo analizado los agentes al menos 259.000 operaciones de envíos de dinero. Jorge Luis contaba con la estrecha colaboración de sus empleados, conocedores de la actividad desarrollada y colaboradores activos, además de otros familiares que también estaban involucrados." (Público, 02/02/2011)
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