23.6.09

Las Mafias unidas... nunca serán vencidas

"Las tres mafias italianas más peligrosas y potentes -la Camorra napolitana, la siciliana Cosa Nostra y la calabresa N'drangheta- han forjado su alianza económica en España. Los jefes de las tres organizaciones criminales viven como honestos ciudadanos y fugitivos de oro en la costa mediterránea, desde Barcelona a Estepona. Y desde ahí gobiernan el tráfico europeo de estupefacientes. Viven en villas de lujo, viajan en coches de 160.000 euros, hacen millonarias inversiones inmobiliarias para reciclar el dinero sucio y gestionan el negocio crucial: los jefes compran la droga unidos a los proveedores latinoamericanos, para abaratar el precio y reducir los riesgos de captura. Luego reparten los alijos en Europa. (...)

"Una de las consecuencias más preocupantes de la alianza entre las mafias es ésa", añade el fiscal. "Al comprar unidos, el precio baja, el beneficio se multiplica y los riesgos de control e incautación se reducen. No es lo mismo que la droga llegue a Europa en tres barcos que en uno".

Las alianzas se cuecen en ambientes de lujo. "Se mueven siempre con cautela y discreción, y llevan los bolsillos repletos de billetes por si surgen problemas", explica Cannavale. "Bosti, que fue detenido cuando entraba en una farmacia, llevaba encima 24.000 euros en billetes de 500. Amato dio 30.000 euros en efectivo al conserje de un hotel londinense para no registrarse con su nombre".

Los jefes duermen en casas y villas de lujo, siempre de su propiedad, y cambian continuamente de domicilio y de identidad. Vincenzo Scarpa, otro narco napolitano arrestado recientemente en Rivas Vaciamadrid (Madrid), intercambió nombre y documentación con su hermano Domenico. Fue detenido por un desliz fatal: celebró el cumpleaños el día que nació él, en vez de festejarlo en la fecha de su hermano.

Otra característica de la dolce vita en la Costa Nostra es que los mafiosos viven solos, sin sus mujeres y familias. Y que nunca van armados. "Aquí [en Italia] pueden recibir algún disparo. Allí viven más tranquilos. No tienen miedo de ser tiroteados, y tratan de pasar por empresarios normales", cuenta el general Maruccia." (El País, ed. Galicia, España, 21/06/2009, p. 20)

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