El bodegón que asoma tras el inspector no tiene desperdicio: hay espadas, navajas, puñales, ballestas, escopetas (antiguas y nuevas), bates de béisbol de todos los tamaños y colores, chalecos antibalas y pasamontañas. Un material innecesario si lo que se pretende es, sencillamente, recorrer cientos de kilómetros de carretera a lomos de una Harley Davidson junto a los compañeros de fatiga. Los ángeles se ven a sí mismos como una hermandad. Poseen normas propias y rituales que los no iniciados no pueden (ni deben) compartir.
Tal idiosincrasia les lleva a rechazar de plano cualquier forma de marketing. "Cuando ven a alguien que no es de los suyos y lleva chalecos o camisetas de los Hells Angels, son capaces de darle una paliza", comenta Domènech. La violencia (y la amenaza de usarla) es una de las señas de identidad de los arrestados, según los investigadores. Buena parte del negocio ilícito consiste en extorsionar a los clubes, peñas y asociaciones de moteros que pretenden organizar actividades por su cuenta. Para que la fiesta discurra en paz, los ángeles exigen el pago de cierta cantidad de dinero. Incluso los aspirantes a entrar en la banda sufrían extorsión.
Los métodos de la banda los conoce bien Juan, nombre figurado del responsable de una peña motera que ha vivido en sus carnes la presión de los ángeles. "En este mundo casi todo el mundo se conoce. Vinieron a vernos y nos dijeron que, si queríamos hacer más actividades, teníamos que darles un dinero cada dos o tres meses. Pero pudimos esquivarles", relata.
Igual que las mafias que ofrecen servicios para vigilar obras, la banda motera también actuaba como una falsa empresa de seguridad privada. Con una investigación de más de un año -con teléfonos pinchados y seguimientos de 24 horas en las últimas semanas-, la policía da por probado que la banda ofreció sus gorilas para mantener el orden en diversos conciertos de música heavy metal organizados en Barcelona y alrededores.
La banda sacaba tajada de casi todo. Los detenidos -algunos de ellos hombres fornidos, con barba abundante y aspecto rudo e indomable- también se dedicaban al cobro de morosos con métodos expeditivos. La otra línea de negocio era el tráfico de drogas. Hace un mes, dos ángeles de la rama italiana se desplazaron a Barcelona para comprar droga. Los agentes se han incautado de un kilo de cocaína y de marihuana.
Cuando una banda rival (que las hay) pretendía hacerles sombra, los Ángeles del Infierno trataban de borrarla del mapa. De ahí, el arsenal que Domènech muestra con paciencia. En los treinta registros practicados por los agentes se han hallado 200.000 euros en metálico." (El País, ed. Galicia, España, 26/04/2009, p. 25)
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