El sacerdote Benigno Moure, presidente de
Pero a preguntas de su abogado, reconoció que los pisos, las fincas y el dinero de las cuentas de la anciana habían sido traspasadas a la fundación que él preside. "Pero yo no me quedé con nada", precisó. Según dijo, la anciana María Vázquez Covela firmó un documento por el que le había hecho "dueño y titular de sus cuentas", en las que la residente tenía más de 600.000 euros, que pasaron así a engrosar el presupuesto de
Los testigos que declararon ayer, compradores todos ellos de fincas y viviendas de Vázquez Covela, reconocieron como vendedor de las propiedades a Benigno Moure quien, según señalaron, cerraba las operaciones acompañado de otro cura del que ayer sólo se despejó su nombre: Antonio. "Sé que era cura porque llevaba alzacuellos", especificó uno de los testigos, y varios aseguraron que al cerrar la operación el "cura Antonio contaba el dinero". A ninguno se le ocurrió mirar en el registro mercantil la titularidad de las adquisiciones. "Era muy barato", justificaron. Agustín López Peña reconoció que pagó 2.700 euros por un lote de 50 fincas y Francisco Pérez Nogueira ratificó la ganga al detallar que compró dos fincas por 600 euros.
“El cura Moure, condenado a 5 años por apropiarse del dinero de una anciana. El presidente de
“El notario Alejo Calatayud cometió un delito de falsificación.
El tribunal considera al notario Alejo Calatayud responsable de un delito de falsificación, por imprudencia grave, de un documento público. (…)
Pero el tribunal tilda de especialmente grave que el profesional no hubiera ejercido "una mínima y razonable comprobación del estado mental de la vendedora" para prestar un consentimiento libre y consciente. Además, destaca que el notario Calatayud tenía obligación de contrastar la capacidad legal de los otorgantes y alude a las palabras de los peritos médicos, quienes advirtieron en el juicio que la enfermedad de Alzheimer que padecía María Vázquez podía apreciarlo cualquier ciudadano medio (el notario declaró en el juicio que no lo percibió y que la anciana movía la cabeza a modo de asentimiento a sus preguntas).” (El País, ed. Galicia, Galicia, 19/04/2008, p. 2)
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