“El agujero está en las cuentas cifradas. Muchas entidades trabajan la banca privada desde Suiza.
¿Qué tienen en común Rumasa, la compra de árbitros en la UEFA, Filesa (en el escándalo de financiación del PSOE), los sobornos a dirigentes latinoamericanos, la fortuna de Luis Roldán (ex director general de la Guardia Civil), la corrupción de Betino Craxi, la actividad ilícita de De la Rosa, Gescartera y el HSBC y las investigaciones a Berlusconi? La respuesta es que en todas ellas se utilizaron indebidamente las cuentas cifradas. (…)
Estas cuentas se llaman así porque el titular no es una persona (son innominadas) sino una serie de números. Tienen una utilidad legal clara, que es el movimiento interno del dinero de las entidades entre los diferentes países en donde tiene oficinas, así como los pagos que realizan entre bancos. Sin embargo, según fuentes de la Administración Tributaria, en ocasiones se pueden usar para sacar dinero negro hasta los paraísos. Son casi imposibles de detectar para las autoridades porque las entidades tienen miles de movimientos con cientos de millones que van y vienen. Por eso, casi siempre se han detectado por chivatazos de empleados o porque se han realizado exhaustivas investigaciones a una entidad tras un escándalo.
El riesgo de quien utiliza esta vía "es la cárcel para los empleados implicados directamente, multas muy importantes para la entidad, pérdida de licencia y un gran daño en su reputación", asegura un experto fiscal.” (El País, ed. Galicia, Economía, 02/03/2008, p. 34)
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