“Desarticulada una red de 128 personas que clonó miles de tarjetas de crédito.
El modus operandi de la banda consistía en colocar microcámaras y teclados falsos en cajeros automáticos, con los que obtenía los números de las tarjetas y las claves de seguridad. En otras ocasiones lograban los datos manipulando los terminales bancarios desde los que se cobraba a los clientes en joyerías u otros comercios. Para ello, los delincuentes forzaban la entrada de los establecimientos y sustituían el datáfono por otro idéntico en el que habían instalado un dispositivo electrónico que permitía memorizar los datos de todas las tarjetas bancarias utilizadas por los clientes para pagar sus compras. Después, regresaban al establecimiento y daban el cambiazo: recuperaban el datáfono manipulado y reinstalaban el original aprovechando un descuido de los empleados.
Una vez con esos datos en su poder, los estafadores fabricaban tarjetas falsas en ocho laboratorios clandestinos, registrados por la policía, y vendían el plástico a otros grupos asentados en España y en el extranjero. Para asegurar el uso de las tarjetas robadas, la banda fabricaba también documentos de identidad falsos en tres laboratorios. Los especialistas en el robo de numeraciones y análisis de las terminales de pago con tarjeta integraban una célula en Valencia, mientras que en Málaga residía un grupo de expertos en obtener los datos de los usuarios de los cajeros automáticos.
Con las tarjetas falsas, los delincuentes adquirían joyas, perfumes, ropas caras... que enviaban y revendían luego en Rumanía. Así, obtenían un magro botín, ya que los productos no les habían costado ni un céntimo. (…)
Al margen del presunto cabecilla de la banda, lo más llamativo de la redada son los cinco joyeros que actuaban en connivencia con los delincuentes. Estos joyeros habían accedido a pasar las tarjetas clonadas a través de sus terminales bancarias, simulando que sus titulares habían realizado compras en sus establecimientos.
Las fuentes informantes no han precisado si los joyeros les entregaban alhajas a cambio o si realmente toda la operación comercial era ficticia y se repartían los beneficios con los cacos.” (El País, ed. Galicia, España, 15/02/2008, p. 29)
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