"Un jefe de espías de Yemen implicado en torturas. Los hijos de uno de los hombres fuertes de Azerbaiyán que gobierna su propio feudo montañoso privado.
Funcionarios acusados de saquear la riqueza petrolera de Venezuela y de acelerar el hundimiento del país en la crisis humanitaria.
Vienen de todos los rincones del planeta, están vinculados con un régimen autoritario o corrupto y se han enriquecido de maneras diferentes. Pero hay algo que les une: dónde guardaban su dinero.
Por encima de sus relojes de lujo, sus montañas nevadas y su excelente chocolate, Suiza es sobre todo conocida por el secretismo de su sector bancario. Y en el corazón de esa industria está Credit Suisse, que a lo largo de sus 166 años de historia se ha convertido en una de las más importantes instituciones financieras del mundo.
Con cerca de 50.000 trabajadores y 1,5 billones de francos suizos en activos que le gestionan a 1.5 millones de clientes, este coloso financiero es “sólo” el segundo banco más grande de Suiza (por detrás de UBS). Una evidencia del predominio de este sector en la próspera y pudiente nación alpina.
Pero este brillante éxito tiene su lado oscuro, como revela la investigación periodística Suisse Secrets, basada en una filtración realizada hace más de un año al periódico alemán Süddeutsche Zeitung por una fuente anónima. Se trata de datos sobre más de 18.000 cuentas abiertas en el banco Credit Suisse. En la investigación han participado 48 medios y 163 periodistas de 39 países, coordinados por la organización OCCRP (Organized Crime and Corruption Reporting Project) y el Süddeutsche Zeitung. infoLibre es el único medio español que forma parte de este proyecto. [Puedes ver aquí la lista con todos los medios que participan en Suisse Secrets y las claves del proyecto, leer aquí las motivaciones que llevaron a la fuente a realizar la filtración y consultar aquí la versión oficial del banco].
Clientes problemáticos
Los documentos filtrados distan mucho de ser una lista completa de los clientes del banco, pero brindan una visión reveladora de lo que esconde la cortina del secreto bancario suizo.
Los periodistas pasaron meses revisando los datos e identificaron que docenas de cuentas pertenecían a políticos corruptos, criminales, espías, dictadores y personajes con un historial de vínculos con sociedades en paraísos fiscales. No se trata de nombres desconocidos, una simple búsqueda en Google permitía muchas veces identificar sus fechorías. Pese a ello, sus cuentas, que en conjunto acumularon más de 8.000 millones de dólares, permanecieron abiertas durante años.
Los clientes de Credit Suisse incluyen a la familia de un jefe de inteligencia de Egipto que supervisó la tortura de sospechosos de terrorismo para la CIA estadounidense; un italiano acusado de blanquear fondos para la organización criminal ‘Ndrangheta; un ejecutivo alemán que sobornó a altos cargos del gobierno nigeriano a cambio de contratos en las telecomunicaciones; y el rey Abdalá II de Jordania, que tuvo una cuenta que alcanzó un pico de 230 millones de francos suizos, mientras que su país recibía miles de millones de ayuda extranjera.
En Venezuela, élites acusadas de saquear PDVSA, la empresa petrolera estatal, movieron cientos de millones de dólares a cuentas de Credit Suisse. El dinero fluyó en un momento en el que las arcas públicas eran robadas, lo que precipitó el hundimiento económico que ha forzado a seis millones de personas a salir del país y colocó a otras muchas al borde de la hambruna. El banco mantuvo abiertas las cuentas de esos clientes venezolanos, incluso cuando su implicación en casos de corrupción había quedado expuesta en los medios.
Expertos en cumplimiento bancario que examinaron los hallazgos de OCCRP afirmaron que muchas de esas personas nunca tendrían que haber sido aceptadas por Credit Suisse.
“La gente no debe tener acceso al sistema financiero si lo que están ingresando es dinero producto de la corrupción”, explicó Graham Barrow, un experto independiente en criminalidad financiera. “El banco tiene claramente el deber de asegurar que los fondos que maneja tienen un origen claro y legítimo”.
Credit Suisse no es el único culpable. Muchos de los grandes bancos y entidades financieras han enfrentado escándalos similares. Muchos prometieron reformarse. Y, sin embargo –como revelan proyectos como este– siguen permitiendo a clientes problemáticos mantener sus fortunas a buen recaudo en uno de los lugares más seguros y fiables del mundo.
“La ironía es que Suiza se ha convertido en el lugar al que va el dinero sucio porque es un país puro, bien administrado, confiable”, destaca James Henry, asesor senior de la organización británica Tax Justice Network que ha estudiado la evasión fiscal en Credit Suisse. “El modelo de negocio de tomar dinero de países pobres es el problema”.
Respondiendo a un cuestionario sobre los hallazgos del proyecto Suisse Secrets, el banco suizo señaló que la gestión del riesgo era “el núcleo” de su negocio. Si bien se negó a discutir casos individuales descubiertos por periodistas por razones de confidencialidad, Credit Suisse señaló que eran "predominantemente históricos" y que el 90% de las cuentas problemáticas identificadas por los periodistas "están hoy cerradas o estaban en proceso de cierre antes de recibir las consultas” de los reporteros
“Como institución financiera líder a nivel mundial, Credit Suisse es profundamente consciente de su responsabilidad,
con los clientes y el sistema financiero en su conjunto, de garantizar
que las normas de conducta más estrictas se mantengan”, agregó.
Desde el interior del banco
OCCRP habló con más de una docena de antiguos y actuales empleados para entender cómo se explica que el banco haya aceptado a tantos clientes problemáticos. Ninguno quiso dar su nombre, señalando que el banco es muy proclive a arrastrar extrabajadores a los tribunales. Tampoco compartieron pruebas de lo que dijeron. Pero muchos de los entrevistados mencionaron los mismos problemas y hubo consenso sobre algunos de estos.
Mientras que algunos defienden que el cumplimiento era diligente y había mejorado considerablemente en los últimos años, la mayoría habla de una cultura corporativa altamente tóxica que incentivaba a tomar riesgos a cambio de beneficios y bonus.
Los empleados señalaron que los bonus están condicionados al “nuevo dinero neto” que traían al banco.
“El banco alienta al banquero a mirar hacia otro lado con una cuenta que saben que es tóxica”, indica un ejecutivo experimentado. “Si tú cierras esta cuenta tóxica, especialmente si la cuenta excede de los 20 millones, el banquero se encuentra a sí mismo en un profundo agujero. Un profundo agujero del que es casi imposible salir”.
Y eso conduce a una cultura, señalan, donde hay dos tipos de reglas para dos tipos de clientes: los ricos y los muy ricos.
“La debida diligencia con clientes y cuentas, digamos al nivel de un millón, es muy exhaustiva”, describe un antiguo ejecutivo senior. “Pero cuando se trata de cuentas de alto valor neto, los jefes alientan a todos a mirar hacia otro lado y los gerentes se sienten intimidados por sus bonus y su seguridad laboral”.
Además, hay grandes cuentas que son mantenidas tan en secreto que solo unos pocos ejecutivos senior saben quiénes son sus propietarios.
“Cuando alguien quiere realizar un blanqueo de capitales después de haber saqueado bienes del país, por ejemplo, necesita transferir el dinero. Así que los titulares de grandes cuentas van directamente a los gerentes de muy alto nivel”, señala un ejecutivo.
El sistema se basaba en la negación plausible, dijeron antiguos empleados. A los empleados se les dan normas estrictas, pero no sólo no las hacen cumplir para las grandes cuentas, sino que hay incentivos para ignorarlas.
"El departamento de cumplimiento del banco es maestro de la negación plausible", afirma el ex alto directivo. "Nunca hagas una pregunta de la que no quieras saber la respuesta".
“Nunca es culpa del banco, es siempre ese empleado ‘manzana podrida’ el que es responsable si pasa algo malo”, denuncia un antiguo trabajador.
El resultado final es una desconexión entre el banco y sus empleados. “El tipo de gente que atrae el banco son mercenarios, que lo que buscan es enriquecerse en primer lugar. Entendiendo posiblemente que no hay una relación real con el banco. Tú solo estás allí mientras ganes dinero, sin importar cómo lo ganes”, critica un gerente.
“No tienes que preocuparte por lo que vaya a pasar dentro de ocho o diez años porque es poco probable que estés allí. Normalmente, ese es el tiempo en que tardan esos acuerdos en estallar”, explica.
Estas fuentes internas se hacen eco de las acusaciones que Credit Suisse afronta en este momento, en la primera causa penal contra un banco helvético en Suiza. Los fiscales sostienen que Credit Suisse permitió a un grupo de narcotraficantes búlgaros blanquear 146 millones de euros procedentes de la droga a través de sus cuentas.
Gerentes senior están acusados de ignorar numerosas advertencias que vinculaban a estos clientes búlgaros con actividades poco recomendables. Eso incluye depositar dinero en efectivo, que se movieron en coche de Sofía a Suiza, y que al menos otro banco suizo rechazó. Incluso después de que asesinaran a dos de los criminales y que medios los identificaran como traficantes de cocaína, el banco miró hacia otro lado.
Una banquera que trató con los búlgaros testificó que Credit Suisse la instruyó cuidadosamente sobre cómo presentarse ante clientes potenciales y sobre la importancia del secreto bancario suizo, pero no sobre el cumplimiento, según informó el diario Financial Times. Como prueba, uno de sus exámenes de cumplimiento fue presentado ante el tribunal. Ella solo respondió correctamente una cuarta parte de las preguntas.
La acusación citaba el "incumplimiento" por parte de Credit Suisse en adoptar "medidas organizativas razonables y necesarias para evitar que se produzcan actividades de blanqueo de capitales."
Una historia de secretos
La reputación de Suiza como garante del secreto bancario se remonta varios siglos atrás.
En 1713, el Consejo de Ginebra prohibió a los banqueros divulgar detalles de sus clientes para salvaguardar los intereses de la monarquía francesa, que quería mantener ocultos sus negocios con bancos en un país protestante ‘herético’.
El estatus internacional de neutralidad de Suiza, reconocido en el siglo XIX, ayudó a traer grandes cantidades de capital desde el extranjero, al igual que un sector turístico en expansión que intentaba atraer a los más ricos de Europa para largas estadías en palacios junto a lagos o en sanatorios alpinos.
“Para añadir algo que otros países no tenían, también adoptaron medidas fiscales para estimular la llegada de personas ricas desde el extranjero para largas estancias en Suiza”, explica Sébastien Guex, profesor de Historia en la Universidad de Lausana que estudia el sistema bancario suizo.
Suiza se convirtió en un paraíso fiscal y empezó a competir con Francia y otros grandes Estados europeos para atraer capital extranjero. Fuera por las montañas o por las leyes, aquello funcionó. Extranjeros adinerados comenzaron a llegar con su dinero.
Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, los millonarios europeos giraron sus miradas hacia Suiza para protegerse de la inestabilidad económica y de los aumentos de impuestos por el esfuerzo bélico. En la Segunda Guerra Mundial se repitió el patrón y, mientras que la mayor parte de Europa quedó en ruinas, la neutral Suiza salió indemne y con depósitos de todas partes.
En 1934, Suiza reforzó su secretismo con la Ley Bancaria, que castigaba con cárcel a cualquier empleado bancario que revelara información confidencial de un cliente.
Recientemente, Suiza ha realizado cambios en la regulación de su sector bancario.
Tras la crisis financiera iniciada en 2008, el país levantó el velo sobre miles de cuentas después de que un empleado de UBS le diera información a fiscales estadounidenses sobre la manera en la que el banco ayudaba a estadounidenses a esconder sus activos.
Pero el acuerdo también garantizó que Estados Unidos desestimara los cargos por permitir la evasión fiscal y aumentó la condena máxima por violar las leyes de secreto bancario de solo seis meses a tres años.
Expertos dicen que esa ley esencialmente criminaliza a los denunciantes de irregularidades, silenciando fuentes internas e incluso periodistas que quieran exponer irregularidades en un banco suizo.
El artículo 47 de la Ley Bancaria suiza pone a los periodistas del país en riesgo de ser procesados por la simple posesión de datos bancarios privados, aunque no sean publicados. Por esta razón, Tamedia, un grupo de medios suizo declinó colaborar en la investigación de Suisse Secrets.
"Esta ley es una restricción masiva de la libertad de prensa en Suiza", denuncia Arthur Rutishause, de Tamedia. "Sólo sirve para censurar e intimidar a los medios de comunicación. La ley puede proteger a los delincuentes y sus bienes. Los periodistas que intentan desenmascararlos se arriesgan a un proceso penal".
“Parece una ley del siglo XIX”, sostiene Jeffrey Neiman, un
abogado estadounidense que representa a denunciantes de Credit Suisse.
“Esa ley demoniza a aquellos que presentan buena información para exponer la corrupción”, añadió.
Comprando el secretismo
Si Credit Suisse vendía secretismo, tenía muchos compradores.
Los documentos filtrados analizados por los periodistas muestran cuentas vinculadas a varios presuntos autores de violaciones de derechos humanos, como el antiguo ministro de defensa argelino Khaled Nezzar. Como jefe de las fuerzas armadas, Nezzar era considerado el líder de facto de Argelia de 1991 a 1993, cuando estalló una guerra civil marcada por las atrocidades contra civiles.
A pesar de que las acusaciones en su contra eran bien conocidas, Nezzar aparece como cliente de Credit Suisse, con dos cuentas que acumularon activos de al menos dos millones de francos suizos. Estuvieron activas hasta 2013, dos años después de que una investigación sobre su implicación en crímenes de guerra fuera abierta en Suiza.
Sus abogados aseguraron que Nezzar “niega toda mala acción. No cometió y tampoco ordenó crímenes de guerra. No proveyó asistencia y tampoco permitió intencionadamente la comisión de crímenes de guerra”.
Los dos hijos de uno de los hombres fuertes de Azerbaiyán, que gobierna con mano de hierro una región aislada del país, también tenían cuentas en Credit Suisse. Mientras que el régimen de su padre imponía sus brutales caprichos a la población de Najicheván –en un momento incluso prohibió hornear pan en casa o colgar la ropa en los balcones–, Rza y Seymur Talibov usaron sus cuentas en Suiza para ingresar millones de dólares de empresas de papel asociadas a sistemas de blanqueo de dinero.
Credit Suisse también ofreció servicios bancarios a figuras involucradas en escándalos de corrupción en algunos de los países más pobres del mundo. En Angola, un banquero caído en desgracia, investigado en Portugal tras la quiebra del banco que dirigía con 5.700 millones de dólares de deuda imposible de rastrear, tenía varias cuentas de Credit Suisse, algunas de las cuales están siendo examinadas por fiscales de Portugal.
En Kenya, Credit Suisse ofreció servicios bancarios a un actor clave en un enorme escándalo de corrupción incluso después de que las autoridades lo declararan fugitivo. Millones de dólares parecen haber sido retirados de la cuenta, mientras que investigadores en Suiza y Kenya intentaban rastrear los fondos robados.
En los datos filtrados también aparecen varios nombres de Asia Central. Aunque sólo constituyen una pequeña fracción de los clientes identificados por los periodistas, por sus cuentas pasaron miles de millones de francos suizos. Estas personas representan a gran parte de la élite centroasiática, incluidos oligarcas que se enriquecieron con la extracción de recursos naturales, ministros y otros altos funcionarios, algunos de los cuales han sido condenados por corrupción masiva. Incluso los hijos de dos ex presidentes, Nursultan Nazarbayev de Kazajistán, e Islam Karimov de Uzbekistán, controlaban cuentas de Credit Suisse, mientras ambos seguían en el poder.
Carlos Luis Aguilera Borjas, el antiguo jefe de la inteligencia venezolana, era otro de los clientes de Credit Suisse. Aguilera era cercano al expresidente Hugo Chávez, fallecido en 2013. En 2001, Chávez colocó a Aguilera como jefe del servicio secreto, donde mantuvo un perfil bajo, evitando entrevistas y fotografías. Lo llamaban El invisible. “Nadie lo ve. Yo sí sé dónde está”, dijo Chávez en 2002 en una retransmisión nacional de su programa semanal de televisión Aló Presidente. Pero Aguilera cayó en desgracia a mediados de ese año, pues no pudo prevenir el golpe de Estado que estuvo a punto de derrocar a Chávez. Salió del servicio secreto y, tras otro cargo en el Gobierno, saltó de lleno al sector privado, donde amasó una fortuna que pocos venezolanos pueden imaginar.
En 2007, Aguilera se convirtió en el principal accionista de Inversiones Dirca S.A., una sociedad venezolana que el año siguiente le aseguró un contrato de 1.850 millones de dólares para renovar el metro de Caracas a un consorcio empresarial español. No hubo un proceso de licitación pública y Aguilera se llevó una comisión del 4.8%, que equivalía a cerca de 90 millones. En el 2011, se abrieron dos cuentas a nombre de Aguilera que alcanzaron un balance de al menos 7,8 millones de francos suizos. Las cuentas de Aguilera estaban abiertas bien entrada la década pasada, cuando los datos del proyecto Suisse Secrets fueron recopilados.
“Por definición, él es de alto riesgo”, dice Barrow, el experto en criminalidad financiera. Añadió que los bancos son responsables de asegurarse que las fuentes de los fondos de sus clientes con conexiones políticas sean legítimas.
Aguilera no respondió a las preguntas que OCCRP le envió por correo electrónico.
Escándalo tras escándalo
Credit Suisse se ha comprometido repetidamente a luchar contra los fondos ilícitos, después de una serie de escándalos que estallaron hace dos décadas tras la muerte del dictador nigeriano Sani Abacha. Tras el fallecimiento de Abacha en 1998 se conoció que Credit Suisse ayudó a esconder parte de los miles de millones de dólares que su familia saqueó del país.
En un esfuerzo por aplacar esa revelación, el entonces presidente del banco dijo en 2000 que había "mejorado continuamente los procedimientos de control y su cumplimiento".
Ese mismo año, Credit Suisse se convirtió en miembro fundador del Grupo Wolfsberg, una asociación bancaria internacional creada para frenar los flujos financieros ilícitos.
"El banco se esforzará por aceptar sólo a aquellos clientes cuya fuente de riqueza y fondos puedan establecerse razonablemente como legítimos", rezaba una declaración de la misión del Grupo Wolfsberg en 2000.
Sin embargo, las promesas de limpieza de Credit Suisse no evitaron que la entidad terminara vinculada a otros casos delictivos.
"Al banco le gusta decir que son sólo banqueros deshonestos", afirma Jeffrey Neiman, el abogado estadounidense. "Pero, ¿cuántos banqueros deshonestos hay que tener para empezar a tener un banco deshonesto?".
Neiman no representa a la fuente de la filtración de Suisse Secrets. Pero uno de sus clientes es un denunciante que en febrero de 2021 declaró en un tribunal de Estados Unidos que Credit Suisse seguía ayudando a estadounidenses a ocultar ilegalmente cientos de millones de dólares en paraísos fiscales. De ser cierto, esto supondría una violación a un compromiso que el banco tomó en 2014, cuando llegó a un acuerdo con la justicia de Estados Unidos.
El Departamento de Justicia y la poderosa Comisión de Finanzas del Senado investigan actualmente si Credit Suisse siguió facilitando la evasión fiscal después de llegar al acuerdo y pagar una multa récord de 1.300 millones de dólares en 2014.
El presidente del banco en aquel momento, Urs Rohner, admitió errores en su manejo del escándalo de evasión de impuestos, pero le dijo a un canal de televisión suizo que él mismo tenía “las manos limpias”.
Recordando este incidente en una entrevista reciente con OCCRP, el parlamentario suizo del Partido Verde Gerhard Andrey indicó que aún siente incredulidad porque los ejecutivos de Credit Suisse nunca asumieran su responsabilidad por este escándalo.
"¡Es la cabeza de la empresa! Si eres director general o presidente, no puedes decir: 'No tiene nada que ver conmigo', porque eres responsable de definir la cultura corporativa", destaca Andrey por teléfono desde el Parlamento suizo. "La cultura la definen de arriba abajo los altos cargos, el consejo de administración y los ejecutivos".
Expertos sostienen que las multas no son suficientes. Los bancos grandes y pudientes no van a cambiar hasta que no se enfrentan a regulaciones más estrictas, como suspender sus licencias o acusar a gerentes de manera individual.
Frank Vogl, antiguo responsable en el Banco Mundial y ahora un activista contra la cleptocracia, sostiene que los banqueros parecen tratar las multas, incluso muy abultadas, simplemente como “un coste más de hacer negocios”. Recuerda que las autoridades judiciales estadounidenses y europeas han lanzado en los últimos años un “asombroso” número de casos contra Suiza y bancos suizos, “pero ningún director ejecutivo de estos bancos ha sido acusado personalmente, ni siquiera perdió su trabajo por esos crímenes”.
“Los CEO tienen que ir a la cárcel para que esto tenga efecto”, mantiene Henry, del Tax Justice Network, señalando que la multa de 1.300 millones de dólares era incluso deducible de impuestos.
Aunque los críticos acusan a Credit Suisse de negligencia, atribuyen gran parte de la culpa al gobierno suizo, responsable de un entorno normativo laxo y de leyes que castigan a quienes denuncian la corrupción.
Stefan Lenz, exfiscal federal helvético que investigó importantes casos de corrupción, señaló que hay muy pocas investigaciones que apuntan a los bancos suizos o a sus directivos por aceptar dinero ilícito. "Parece haber una falta de voluntad política y de recursos para la aplicación de la ley", indicó Lenz a OCCRP.
Andrey, el parlamentario del Partido Verde, insta al Gobierno a tomar medidas por el bien de sus ciudadanos. "Estoy orgulloso de ser suizo", dice. "Me duele que los bancos estropeen la reputación de mi país con este comportamiento".
“La gente está enojada con los escándalos que ya han salido a la luz, y no sabemos cuántos escándalos desconocidos habrá", concluye.
SE VENDE PRIVACIDAD
Un periodista de OCCRP contactó con Credit Suisse y preguntó si podía abrir una cuenta para un inversor de un país africano. Los representantes del banco fueron precavidos con lo que decían y preferían comunicarse por teléfono en lugar de correo electrónico. Desde el principio dejaron claro que lo que vendían era privacidad.
“Hay muy poca gente, incluso dentro del banco, que vaya a tener acceso a la información de su cuenta”, aseguró a los reporteros un vicepresidente de Credit Suisse.
“La información se trata estrictamente con reserva y es compartida sólo de ser necesario”, dijo otro banquero en un correo electrónico.
Aunque Credit Suisse todavía ofrece lo que denominan “relaciones numeradas” –con un costo de unos 3.000 euros al año–, el banco guió al inversor africano hacia otras opciones.
“Las cuentas numeradas son un servicio que gradualmente estamos retirando, ya que las protecciones que ofrecen han disminuido mucho en los últimos años”, afirmó un vicepresidente basado en Zurich, encargado de los mercados emergentes.
El secretismo de las cuentas numeradas recibió una serie de golpes en la década de 2010, cuando repetidos escándalos de evasión fiscal generaron una presión internacional para que Suiza compartiera información fiscal de los clientes con gobiernos extranjeros. Aunque ese acuerdo excluía a países en desarrollo, a los que Credit Suisse calificó como sus mayores objetivos de mercado.
Altos ejecutivos de Credit Suisse propusieron varias alternativas a las cuentas numeradas en su presentación al potencial cliente, entre ellas la de colocar su dinero en un trust.
Los trusts son un vehículo financiero común en numerosas jurisdicciones, pero están en el punto de mira de quienes abogan por la transparencia porque permiten a los verdaderos dueños ocultarse detrás de apoderados, que pueden actuar como accionistas y directores.
En la presentación, Credit Suisse indicó que su personal puede actuar como apoderados, como directores de fideicomisos (trusts), holdings (grupo de empresas) y de cuentas bancarias. Estas se pueden también registrar a nombre de compañías holdings anónimas. Este servicio crearía capas legales de propiedad que permitirían a individuos adinerados distanciarse de su fortuna.
Los trusts no eran comunes en Suiza hasta hace poco. En buena medida porque el secreto bancario jugaba ese papel. Pero eso puede estar a punto de cambiar. El mes pasado, Suiza introdujo un nuevo borrador de ley que puede permitir a los banqueros crear trusts por primera vez.
Sébastien Guex, profesor de Historia en la Universidad de Lausana que estudia el sistema bancario suizo, señaló que esto era una reacción directa a los nuevos acuerdos de intercambio de información fiscal que exponían la riqueza almacenada en los bancos suizos a un mayor escrutinio.
“Los bancos suizos han encontrado soluciones que les permitirán continuar escondiendo la riqueza de los clientes más interesantes, aquellos que traen los mayores beneficios, por ejemplo los famosos ultrarricos”, dijo a The Guardian.
Suisse Secrets es una investigación internacional sobre uno de los bancos más ricos e importantes del mundo.
Más de 160 periodistas, de 48 medios de comunicación en 39 países de todo el mundo analizaron durante meses información sobre cuentas bancarias filtradas de Credit Suisse, la segunda entidad financiera de Suiza. La filtración incluyó más de 18.000 cuentas, que entre todas llegaron a reunir más de 100.000 millones de dólares. Es la única filtración periodística conocida de datos de clientes de un gran banco suizo.
Suiza es un destino muy conocido para el dinero del mundo entero, en parte por sus leyes sobre el secreto bancario. Tener una cuenta en un banco suizo no es algo irregular. Pero se supone que los bancos tienen que evitar los clientes que obtuvieron dinero ilegalmente o que están implicados en delitos. Esta investigación identificó docenas de funcionarios o políticos corruptos, delincuentes y violadores de los derechos humanos entre los titulares de cuentas en Credit Suisse.
A pesar de su notoriedad –que en algunos casos era obvia con una simple búsqueda en Google– algunos de esos clientes mantuvieron sus relaciones con Credit Suisse durante años. Aunque es posible que algunas cuentas hayan sido congeladas por las autoridades.
El proyecto Suisse Secrets investiga los titulares de estas cuentas, cuyo uso del secreto bancario suizo es un ejemplo de cómo la industria financiera internacional permite en ocasiones el robo y la corrupción. A lo largo de los años, Credit Suisse ha prometido una y otra vez reformar sus prácticas de debida diligencia. Este proyecto resalta la necesidad de aumentar la responsabilidad del sector.
Los datos de Suisse Secrets fueron obtenidos por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung, que coordinó el proyecto junto con Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP). Este es el listado de medios y organizaciones que participan en Suisse Secrets:
1. Africa Uncensored (Kenia), 2. Alqatiba.com (Túnez), 3. Armando.info (Venezuela), 4. Center for Investigative Reporting (Bosnia y Herzegovina), 5. Confluence Media (India) ,6. Depeches du Mali (Malí), 7. Diario Rombe (Guinea Ecuatorial), 8. Efecto Cocuyo (Venezuela), 9. Expresso (Portugal), 10. Fact Focus (Pakistán), 11. Hetq (Armenia), 12. Impact.sn (Senegal), 13. Infobae (Argentina), 14. infoLibre, 15. Interferencia de Radioemisoras UCR (Costa Rica), 16. Investico (Países Bajos), 17. Investigative Reporting Lab (Macedonia del Norte), 18. IrpiMedia (Italia), 19. Kloop (Kirguistán), 20. KRIK (Serbia), 21. L'Evénement (Níger), 22. La Nación (Argentina), 23. La Stampa (Italia), 24. Le Monde (Francia), 25. Le Soir (Bélgica), 26. Miami Herald (Estados Unidos), 27. NewsHawks (Zimbabue), 28. Norddeutscher Rundfunk (Alemania), 29. OCCRP, 30. Piaui (Brasil), 31. Prachatai ,(Tailandia), 32. Premium Times (Nigeria), 33. Profil (Austria), 34. Reporter.lu (Luxemburgo), 35. Shomrim (Israel), 36. Slidstvo.info (Ucrania), 37. Süddeutsche Zeitung (Alemania), 38. Sveriges Television (Suecia), 39. The Guardian (Reino Unido), 40. The Namibian (Namibia), 41. The New York Times (Estados Unidos), 42. The News (Pakistán), 43. Trece Costa Rica Noticias (Costa Rica), 44. Turkmen News (Turkmenistán), 45. Twala.info (Argelia), 46. Verdade (Mozambique), 47. Vlast (Kazajistán), 48. Westdeutscher Rundfunk (Alemania)
2. ¿De dónde salen los datos? ¿Qué se sabe de ellos?
Hace más de un año, una fuente anónima facilitó los datos de Suisse Secrets al periódico alemán Süddeutsche Zeitung. No se sabe nada sobre la identidad de la fuente.
Sin embargo, la fuente proporcionó una declaración en la que explicaba sus motivaciones. Entre otras cosas indicaba lo siguiente:
"Creo que las leyes del secreto bancario suizo son inmorales. El pretexto de proteger la privacidad financiera no es más que una hoja de parra que cubre el vergonzoso papel de los bancos suizos como colaboradores de los evasores fiscales. [...] Esta situación permite la corrupción y priva a los países en desarrollo de unos ingresos fiscales más que necesarios”.
“Quiero subrayar que la responsabilidad de esta situación no recae sobre los bancos suizos, sino más bien sobre el sistema jurídico suizo. Los bancos simplemente están siendo buenos capitalistas al maximizar los beneficios dentro del marco legal en el que operan. En pocas palabras, los legisladores suizos son responsables de permitir los delitos financieros y, en virtud de su democracia directa, el pueblo suizo tiene el poder de hacer algo al respecto”.
Soy consciente de que tener una cuenta offshore en un banco suizo no implica necesariamente evasión fiscal o cualquier otro delito financiero. Estoy seguro de que algunas de las cuentas tienen una razón legítima para existir o que han sido declaradas a las autoridades fiscales, cumpliendo con la legislación pertinente. Sin embargo, es probable que un número importante de estas cuentas se haya abierto con el único propósito de ocultar el patrimonio de su titular”.
La declaración completa fue publicada por el Süddeutsche Zeitung en inglés y en alemán. Aquí puedes consultarla en español.
3. ¿Qué contienen los datos filtrados?
Los datos filtrados incluyen información sobre más de 18.000 cuentas de Credit Suisse y 30.000 titulares de las mismas (algunas personas son titulares de varias cuentas, mientras que muchas cuentas son controladas por varias personas).
La información sobre cada cuenta incluye: el número de cuenta, el nombre del titular o de los titulares, las fechas de apertura y de cierre y el importe máximo que se registró en la cuenta. No se indica si son cuentas corrientes, de ahorro o de inversión.
Credit Suisse tiene múltiples filiales y además ha adquirido varios bancos a lo largo de los años. Los datos no indican si algunas de estas cuentas se abrieron en uno de esos otros bancos antes de ser trasladadas a Credit Suisse, o si pertenecen a una filial. En esta investigación se hace referencia a todas las cuentas como "Credit Suisse".
Una parte de los titulares de las cuentas son personas físicas, mientras que otros son entidades jurídicas, en su práctica totalidad empresas. Estos titulares están domiciliados en más de 120 jurisdicciones diferentes y representan más de 160 nacionalidades.
La cantidad total de dinero en las cuentas, teniendo en cuenta el importe máximo, llegó a superar los 100.000 millones de dólares (unos 88.000 millones de euros al cambio actual). El importe medio de las cuenta asciende a 7,5 millones de francos suizos en su punto más alto, pero más de una docena de cuentas concentraron más de 1.000 millones de francos suizos (unos 960 millones de euros a día de hoy). Estas cifras sólo indican el pico monetario que alcanzó una cuenta, no la cantidad total de dinero que se movió a través de las mismas a lo largo de los años. Ese dato se desconoce, pero es probable que sea mucho mayor.
Los datos de la filtración no llegan hasta la actualidad, aunque muchas de las cuentas permanecieron abiertas hasta bien entrada la década pasada. Los años con más aperturas de cuentas fueron 2007 y 2008. El año de mayor cierre de cuentas fue 2014, que coincide con la introducción de una nueva normativa en Suiza de intercambio automático de información fiscal de clientes con residencia en el extranjero. La cuenta media estuvo abierta por un periodo de 11 años.
4. ¿Por qué no hay clientes de algunos países en los datos?
Aunque los datos filtrados de Credit Suisse incluyen información sobre clientes de más de 120 jurisdicciones, hay pocos titulares de algunos países, entre ellos algunos de los más poblados del mundo como Estados Unidos, Rusia, China y Brasil. Y lo mismo ocurre con España.
Aunque la razón no es del todo clara, buena parte de los clientes incluidos en la filtración son de países que no firmaron el Estándar Común de Información (Common Reporting Standard / CRS), una iniciativa mundial contra la evasión fiscal que exige a los países el intercambio automático de información bancaria básica con las autoridades fiscales. Algunos países que aparecen en los datos firmaron el CRS hace pocos años.
Esta hipótesis la confirmaría el hecho de que los nacionales de países poco representados que aparecen en la filtración, en ocasiones residían en Estados que no habían firmado el CRS cuando abrieron cuentas en el banco.
Los países que aparecen con mayor frecuencia en los datos, como Egipto, Ucrania y Venezuela, aún no se han comprometido a intercambiar información en el marco del CRS.
Un caso atípico es el de Estados Unidos. No
firmó el CRS, pero hay pocos ciudadanos en la filtración. Sin embargo,
Estados Unidos tiene numerosos tratados fiscales bilaterales, incluido
uno con Suiza, que le da a las autoridades fiscales acceso mutuo a
información bancaria de clientes sospechosos de evasión fiscal y otros
delitos financieros.
5. ¿Cómo se ha comprobado la veracidad de los datos? ¿Qué sabemos y qué no sabemos?
Los periodistas pasaron meses cotejando los datos con otras fuentes, como registros mercantiles, boletines oficiales, expedientes judiciales, investigaciones penales y entrevistas con expertos.
En docenas de casos, los números de cuenta de la filtración coinciden con cuentas identificadas en documentos externos. Las fechas de nacimiento de más de 150 titulares de cuentas en la filtración también son las mismas que las que hay en registros públicos.
Los periodistas también confirmaron la existencia de algunas cuentas de Suisse Secrets en otras dos filtraciones de datos bancarios, obtenidas años antes.
Las cuentas de los hijos de un alto funcionario de Azerbaiyán y uno de sus socios aparecen en las bases de datos de los proyectos Troika y Azerbaiyán, dos grandes sistemas de blanqueo de capitales revelados por OCCRP. Los registros de transacciones muestran que empresas pantalla asociadas al blaqueo de capitales enviaron millones de dólares a cuentas de Credit Suisse durante varios años.
Los periodistas también se pusieron en contacto con clientes cuya información se filtró. En varios casos, confirmaron la existencia de las cuentas.
Amparándose en la confidencialidad de su relación con los clientes, Credit Suisse ni confirmó ni negó la veracidad de los datos filtrados.
Sin embargo, y se trata de una limitación importante, los periodistas no pudieron establecer si las cuentas que examinaron fueron congeladas en algún momento. Algunos clientes afirmaron que sus cuentas habían sido congeladas, pero no hay un patrón claro en los datos que permita proyectar estos casos a toda la filtración.
6. ¿Cómo seleccionaron los periodistas la información que iban a publicar? ¿Qué pasa con la privacidad?
Abrir una cuenta en un banco suizo no es un delito, y todos los periodistas que trabajaron en este proyecto lo tenían muy presente. En el periodismo responsable, no hay justificación para publicar datos bancarios privados sin un interés público evidente.
Por eso el proyecto Suisse Secrets usó los datos filtrados –que nunca se publicarán en bruto– sólo como punto de partida.
Los periodistas pasaron meses confirmando la veracidad de la filtración e investigando a los clientes de Credit Suisse. Sólo se publicaron artículos cuando había razones para sospechar que los clientes estaban usando el sistema bancario suizo para ocultar fondos. Se usó un criterio editorial conservador y se decidió no informar sobre cientos de cuentas que planteaban dudas.
Se decidieron publicar aquellos casos que se referían a clientes que se sabía que eran de alto riesgo: personas expuestas políticamente (PEP), acusadas o condenadas por delitos graves, o con un historial de conexiones con paraísos fiscales. Por tanto, se excluyó íntegramente de la investigación a todas aquellas personas con un perfil privado, sin ningún tipo de proyección pública.
Un ejemplo es el de Rodoljub Radulović, capo de uno de los principales cárteles de narcotráfico de Europa del Este, que encabeza el traficante serbio Darko Sarić. Radulović abrió una cuenta en Credit Suisse a pesar de un largo historial de escándalos financieros en Estados Unidos. Luego usó esa cuenta para lavar más de tres millones de euros del narcotráfico, según fiscales serbios.
Otro caso es el de Eduard Seidel, que fue alto ejecutivo de la compañía alemana Siemens en Nigeria. Sus cuentas acumularon decenas de millones de francos suizos. A pesar de que su rol en un importante escándalo de sobornos en Nigeria ya era conocido, dos cuentas suyas permanecieron abiertas durante casi una década.
También está el caso de Muller Conrad Rautenbach, un magnate minero que se ha jactado abiertamente de estar dispuesto a pagar sobornos para llegar a la cima. Estados Unidos y la Unión Europea lo han sancionado. Pero abrió cuentas con altas sumas de dinero en Credit Suisse, incluso después de que la ONU advirtiera sobre sus supuestos vínculos con acuerdos mineros corruptos en la República Democrática del Congo.
El panorama más amplio que une todos estos casos es el de una importante institución financiera que permitió a sus clientes ocultar activos blanqueados o robados. Casi todas las historias se basan en información disponible públicamente, lo que significa que el departamento de debida diligencia (due dilligence) de Credit Suisse también tendría que haberlo sabido.
"Todo el mundo debería tener algún tipo de acceso al sistema bancario", sostiene Graham Barrow, especialista en delitos financieros. "Lo que no debería poder hacer es usar el sistema bancario para introducir riqueza adquirida de forma corrupta y legalizarla".
Al final, el objetivo del periodismo de investigación es identificar y exponer los fallos del sistema. En los últimos 20 años, más de una docena de grandes escándalos ligados a corrupción, evasión fiscal, blanqueo de dinero u otros delitos de sus clientes han involucrado a Credit Suisse. En el pasado, el banco pagó múltiples multas y llegó a varios acuerdos con las autoridades. Y de manera periódica, prometió reforzar sus prácticas de cumplimiento. Pero los escándalos no han parado.
7. ¿Cuál es la responsabilidad de un banco respecto a sus clientes?
Los periodistas hablaron con múltiples expertos financieros, reguladores y conocedores de la banca sobre las precauciones que Credit Suisse debería haber tomado para prevenir la llegada de clientes sospechosos.
Ross Delton, abogado estadounidense y experto en lucha antiblanqueo, destaca que no se prohíbe que las personas de alto riesgo y políticamente expuestas abran cuentas, pero deben ser objeto de un mayor escrutinio. “Hay que examinar el origen de su patrimonio y un alto directivo debe aprobar su incorporación”, explica.
En cuanto a las personas condenadas por corrupción, "ese es un nivel totalmente diferente". "En ese caso, la cuestión debería ser si se acepta al cliente", indica Delton. Lo mismo ocurre con las personas condenadas por narcotráfico, que aparecen en listas de sanciones o tienen alertas de la Interpol.
"Aunque a los bancos no les gusta decir que no, se supone que tienen que decir que no", afirma Delton. "La probabilidad de que el banco se use para blanquear dinero es en estos casos tan alta que, para empezar, la cuenta no debería abrirse".
Otros especialistas señalan por qué instituciones como Credit Suisse pueden llegar a ignorar estas normas. "Los bancos pueden hacer el cálculo de que ganarán más dinero por tener ese negocio que lo que les costará en reputación", sostiene Graham Barrow, especialista en delitos financieros.
Otra cuestión pertinente para un banco del tamaño de Credit Suisse es el grado de responsabilidad que debe asumir a la hora de adquirir nuevos clientes mediante fusiones. Por ejemplo, en marzo de 2013 entraron al banco 13.000 millones de dólares en activos de clientes de alto valor de la división de gestión de Morgan Stanley.
Monika Roth, abogada y jurista suiza especializada en legislación del mercado financiero y delitos de cuello blanco, declara que no hay un plazo oficial para que un banco realice controles sobre los clientes procedentes de una fusión. “Pero el banco sigue siendo responsable del riesgo de incorporarlos'', añade.
"Cuanto más exótico sea el lugar, más susceptible de corrupción, más vulnerable el país de origen o de residencia del cliente. Cuanto más alto sea el patrimonio aportado, más rápido hay que hacerlo", indica.
"Normalmente, antes de que se apruebe la fusión, debería haber una amplia investigación, incluso sobre los riesgos de blanqueo de capitales", destaca Maira Martini, de Transparencia Internacional. "No es justificable decir que no eran conscientes [de los riesgos de blanqueo] porque los clientes venían de otro banco".
8. ¿Qué dicen los expertos que hay que cambiar?
Muchos expertos financieros consultados sobre Credit Suisse y los clientes dudosos identificados por los periodistas sugirieron que el problema no son solo fallos en los procesos de debida diligencia del propio banco. Señalaron la debilidad de la normativa en todo el sector bancario suizo.
Hervé Falciani, un ingeniero de sistemas franco-italiano al que se le atribuye haber expuesto a más de 130.000 presuntos evasores fiscales que eran clientes de la división suiza de HSBC, es tajante: "El sistema es el problema".
“La única forma de sacar a la luz sus fechorías es encontrar la manera de penetrar el velo de secreto que lo protege”, denuncia.
"¿Ve usted una semana sin un escándalo, un escándalo fiscal o un escándalo de blanqueo de capitales en el que no se mencione a Suiza?", se pregunta retóricamente Sebastian Geux, un historiador suizo que ha estudiado el sector bancario de su país durante casi cuatro décadas.
El problema básico, según los especialistas, es la aplicación insuficiente de la normativa.
James Henry, economista y asesor de Tax Justice Network (Red por la Justicia Fiscal), explica que la "sanción básica" para los bancos que operan en Suiza es el pago de una multa. Pero "esto es sólo un error de redondeo" que trasladan a sus clientes o algo que tratan como "el coste de hacer negocios".
En 2014, Credit Suisse pagó una multa de 2.600 millones de dólares del Departamento de Justicia de Estados Unidos por "una conspiración para ayudar a los evasores fiscales de Estados Unidos". Esa sanción era deducible de impuestos, recuerda Henry. Nadie fue a la cárcel y nadie perdió su licencia bancaria. "Algunos directores generales tienen que ir a la cárcel", apunta. "Tienen que ir a la cárcel de verdad para que esto les afecte".
La legislación suiza también dificulta que los periodistas informen sobre delitos financieros.
El artículo 47 de la Ley Bancaria suiza pone a los periodistas del país en riesgo de ser procesados por la mera posesión de datos bancarios privados, aunque no los lleguen a publicar. Por esta razón, Tamedia, un grupo mediático suizo, decidió no participar en la investigación de Suisse Secrets.
"Esta ley es una restricción masiva de la libertad de prensa en Suiza", denuncia Arthur Rutishause, director de Tamedia.
"Sólo sirve para censurar e intimidar a los medios de comunicación. La
ley puede proteger a los delincuentes y sus bienes. Los periodistas que
intentan desenmascararlos se arriesgan a un proceso penal".
9. ¿Cuál es el punto de vista de Credit Suisse? ¿Cómo ha respondido el banco?
En respuesta a una lista detallada de preguntas enviadas por los periodistas de Suisse Secrets, el banco proporcionó la siguiente declaración:
"Credit Suisse rechaza enérgicamente las acusaciones e inferencias sobre las supuestas prácticas comerciales del banco. Los asuntos presentados son predominantemente históricos, en algunos casos se remontan a la década de 1970, y los relatos de estos asuntos se basan en información parcial y selectiva sacada de contexto, lo que resulta en interpretaciones tendenciosas de la conducta comercial del banco. Si bien Credit Suisse no puede hacer comentarios sobre posibles relaciones con clientes, podemos confirmar que se han tomado medidas de acuerdo con las políticas y los requisitos normativos aplicables en los momentos pertinentes, y que ya han sido atendidas las cuestiones relacionadas.
Como institución financiera líder a nivel mundial, Credit Suisse es profundamente consciente de su responsabilidad, ante los clientes y el sistema financiero en su conjunto, de garantizar que las normas de conducta más estrictas se mantengan. Estas acusaciones de medios de comunicación parecen ser un esfuerzo concertado para desacreditar al banco y al mercado financiero suizo, que ha experimentado cambios significativos en los últimos años. En consonancia con las reformas financieras en todo el sector y en Suiza, Credit Suisse ha adoptado una serie de importantes medidas adicionales en la última década, incluyendo inversiones considerables en la lucha contra la delincuencia financiera. En todo el banco, Credit Suisse sigue reforzando su marco de cumplimiento y control, y como hemos dejado claro, nuestra estrategia sitúa la gestión del riesgo en el centro de nuestro negocio".
Credit Suisse también proporcionó respuestas adicionales sobre varios temas. Tras lo que el banco describió como una "revisión preliminar" de "un gran volumen de cuentas" sobre las que los reporteros hicieron preguntas, el banco señaló que "más del 90 por ciento" están ahora "cerradas o en proceso de cierre".
"En cuanto a las cuentas activas restantes", escribió un portavoz de Credit Suisse, “estamos convencidos de que se han adoptado las debidas diligencias, revisiones y otras medidas de control, incluyendo los cierres de cuentas pendientes”.
Dicho portavoz escribió que Credit Suisse tiene “una estricta política de tolerancia cero frente a la evasión fiscal”, “sólo desea tratar con clientes que cumplan con los requisitos fiscales” y “ha implementado numerosos programas de cumplimiento fiscal de clientes que abarcan múltiples jurisdicciones”.
En cuanto a la prevención del blanqueo de capitales, el representante escribió que Credit Suisse cuenta con "estrictos mecanismos de control" y “lleva a cabo una revisión de nombres de acuerdo con los estándares del sector (...) tanto al abrir las cuentas como durante su existencia”.
“En los casos en los que identificamos cualquier relación que hubiera podido ser usada para el blanqueo de dinero u otras actividades ilícitas, tomamos medidas rápidas y decisivas”, destacó el portavoz.
Credit Suisse también enumeró una serie de iniciativas de gestión de riesgos que "ya se han completado o están en curso" como parte de una "revisión de riesgos a gran escala en todo el banco" que tuvo lugar en 2021. Entre ellas se encuentran:
● “Revisión de los riesgos fundamentales, examinando cómo se evalúan, gestionan y controlan en todo el grupo”.
● “Definición clara de las funciones, responsabilidades y rendición de cuentas en todas las divisiones, ya que Credit Suisse sigue aplicando los esfuerzos de corrección iniciados a principios del año 2021”.
● “Desarrollo de herramientas y procesos para mejorar la rendición de cuentas y la propiedad de las empresas, como primera línea de defensa para riesgos y controles”.
● “Revisión del proceso y la estructura de compensación, incorporando la sensibilidad al riesgo en el desempeño y objetivos no financieros en las evaluaciones mejoradas de rendimiento”.
● “Fomento de una cultura que refuerce la importancia de la responsabilidad personal”.
Citando la legislación suiza sobre el secreto bancario, la entidad no proporcionó ninguna respuesta sobre los clientes específicos identificados por los reporteros como problemáticos.
"Seguiremos analizando los asuntos y tomaremos medidas adicionales si es necesario", añadió el representante de Credit Suisse.
10. ¿Cuál es la respuesta de OCCRP a las críticas de Credit Suisse?
En última instancia, los bancos occidentales como Credit Suisse manejan la mayor parte del dinero criminal y corrupto del mundo. Por lo tanto, tienen la cuota de responsabilidad más grande para identificarlo y restringirlo. Credit Suisse reconoce que está obligado a seguir procedimientos estrictos que ayuden al banco a entender quiénes son sus clientes y a verificar que sus fuentes de ingresos son legítimas. Cuando el banco no lleva a cabo esta debida diligencia, la delincuencia y la corrupción se vuelven más fáciles, más lucrativas y más exitosas. Y lo denunciaremos.
Lo hacemos porque el secreto financiero es más que una abstracción académica: el dinero opaco significa poder opaco. Cuando el dinero corrupto puede fluir sin obstáculos en el sistema financiero, hay más delincuencia, más extremismo y se debilitan más las normas democráticas. El dinero negro es considerado ya por muchos países como un importante problema de seguridad nacional.
El sistema suizo, que valora el secreto por encima de la responsabilidad, es especialmente propenso al mal uso. Los bancos suizos tienen un largo historial de aceptación de clientes nocivos, desde los nazis hasta algunos de los peores dictadores del mundo moderno. Se han comprometido en múltiples ocasiones –y de hecho han actuado– para eliminar muchos clientes sospechosos de sus listas. Estas actuaciones son positivas. Pero sólo rinden cuentas a un sistema regulador constreñido por leyes de confidencialidad y a un gobierno que da prioridad al secreto. La filtración de datos en la que se basa el proyecto Suisse Secrets representa una oportunidad única para que los periodistas exijan responsabilidades a este sistema.
Creemos que las docenas de ejemplos que citamos plantean serias dudas sobre la eficacia y el compromiso de Credit Suisse para cumplir con sus responsabilidades. Sin dar información que lo corrobore, Credit Suisse afirma que resolvió el "90 por ciento" de los casos que les planteamos. Incluso si aceptamos eso, aún hay una serie de presuntos corruptos o criminales que tienen cuentas en Suiza. Y hablamos sólo de casos por los que preguntaron los periodistas. Podría haber muchos más.
Credit Suisse también señaló que los casos sobre los que escribimos son "históricos". Pero eso es irrelevante. Nuestros datos muestran que el banco conservó clientes durante años, a pesar de que se sabía que habían sido acusados de crímenes graves o eran familiares de personas poderosas en regímenes autocráticos. En algunos casos, los titulares de cuentas que aparecen en los datos confirmaron que esas cuentas siguen abiertas.
Incluso muchos empleados de Credit Suisse que tuvieron contactos con periodistas de esta investigación, indicaron que hay normas especiales en el banco para los clientes más ricos, con independencia de su posible historial delictivo, y que no se ha hecho lo suficiente para eliminar los fondos ilícitos.
Una de las personas creyó eso con fuerza y pasó a la acción: la fuente que filtró los datos bancarios." (OCCRP / infoLibre, 20 de febrero de 2022)
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