"Sloan Avenue, 60. Barrio de Chelsea, Londres. El ladrillo
reluciente de este remozado palacio en uno de los barrios más caros de
la ciudad es el epicentro de una trama corrupta digna de El Padrino, que
por el momento se ha cobrado la dimisión del jefe de seguridad
vaticana, Domenico Giani, después de veinte años siendo la sombra de
tres papas. El edificio londinense, propiedad del Vaticano, costó 200
millones de euros. 200 millones que salieron del dinero de la Iglesia
católica para los pobres.
Los dineros vaticanos
siempre han estado rodeados de misterio, luchas de poder, odio e incluso
muerte. También en Londres, el 18 de junio de 1982 apareció ahorcado en el puente de Blackfriars Roberto Calvi,
apodado 'el banquero de Dios', después de haber financiado, junto al
todopoderoso arzobispo Marcinkus, fondos del IOR (Banco Vaticano) y el
Banco Ambrosiano que, en muchas ocasiones, se destinaron a la mafia o
las operaciones anticomunistas que Juan Pablo II fomentó en Polonia.
Este sangriento episodio aparece retratado en la última entrega de la
trilogía de Francis Ford Coppola, en 1990.
Bertone, Becciu y la AIF, involucrados
37 años
después, la capital británica vuelve a ser protagonista de intrigas
vaticanas. Este escándalo financiero implica el dinero del Óbolo de San
Pedro, que las iglesias de todo el mundo entregan al Vaticano para obras
de caridad del Papa y que se desviaron para negocios turbios que
involucran el pontificado de Benedicto XVI –y a su secretario de Estado,
Tarcisio Bertone–, pero también al actual prefecto de Causas de los
Santos, Angelo Becciu. Resucitan además otra polémica de comienzos del
papado de Francisco: el 'Vatileaks II',
que llevó a juicio al español Lucio Ángel Vallejo Balda y a su
colaboradora Francesca Chaouaqui, así como a dos periodistas italianos,
Gianluiggi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, acusados de filtración de
documentos.
Este último ha sido quien destapó el último escándalo desde las páginas de L'Espresso,
a través de los máximos responsables del IOR y de la Oficina del
Revisor General vaticano. Ellos advirtieron en junio al Papa de posibles
delitos financieros que podrían implicar a varios trabajadores de la
Secretaría de Estado y de la Autoridad Internacional Financiera (AIF),
órganos que supuestamente estarían detrás del trabajo de transparencia
financiera del Vaticano.
De hecho, entre los acusados
está Tommaso Di Ruzza, presidente de la Agencia de Información
Financiera, encargada de controlar los blanqueos de capitales. Los
lazos entre los responsables del dinero vaticano y los poderes
económicos italianos es evidente. Ruzza es yerno del ex gobernador de la
Banca d’Italia, Antonio Fazio.
Otro investigado es
monseñor Mauro Carlino, jefe del Departamento de Información y
Documentación, los 'ojos' del Vaticano para sintetizar lo que sucede
fuera y para orientar al departamento de Comunicación. Carlino fue hasta
el año pasado secretario del cardenal Becciu. Los otros tres encausados
son Vincenzo Mauriello y Fabrizio Tirabassi, dirigentes de la
Secretaría de Estado; y una empleada de la administración, Caterina
Sansone.
El 'pecado' de la filtración
"Al día
siguiente de la divulgación de la nota de la Oficina de Prensa de la
Santa Sede, las personas sometidas a las investigaciones han sido objeto
de un verdadero escándalo mediático con la publicación de sus fotos, a
pesar de que todavía no se han determinado las posibles
responsabilidades", lamentó oficialmente el Vaticano. "Las personas
involucradas en la investigación tenían y tienen derecho a ser
respetadas por su dignidad como hombres y mujeres, ya sean sacerdotes o
padres y madres de familia", sostiene.
El Papa se
mostró furioso por la publicación de la noticia sobre la investigación,
que llegó a ser calificada de 'pecado mortal'. El Vaticano mantiene una
difícil relación con Fittipaldi, el periodista que la publicó, desde que
fue exonerado de ser juzgado en el caso Vatileaks II.
De hecho, la filtración de los nombres de los
investigados provocó la renuncia de Domenico Giani como Comandante de la
Gendarmería Vaticana. Fuentes cercanas al Papa ven su cese como una
estrategia para eliminar a algunos colaboradores del Pontífice, entre
los que se encontraba Giani, y miran al cardenal Becciu y al 'clan de
los italianos' como artífices de una trama para evitar perder el control
de la Curia, y de sus fondos.
En todo caso,
Francisco ha querido dejar clara su confianza en Domenico Giani, a quien
visitó en su casa, y que podría ayudarle a continuar con su política de
transparencia en la Santa Sede, bien desde fuera, bien desde algún
puesto pontificio creado específicamente para él.
Fondos de inversión en Italia, Rusia, Malta o Jersey
¿Pero
qué ha sucedido en Roma para que, por primera vez en la Historia la
Gendarmería vaticana entrara en la Secretaría de Estado y se incautara
de cientos de folios de documentación, ordenadores, tablets y teléfonos
móviles? La investigación apunta a un fondo británico, gestionado por
oscuros monseñores vaticanos, que tras el referéndum del Brexit sufrió
pérdidas millonarias.
No sólo eso: está detrás de transacciones financieras
entre Roma, Londres y Luxemburgo en los últimos ocho años, que llevaron
el dinero vaticano a fondos de inversIón controlados en Italia, Rusia,
Malta y Jersey. Según apunta Fittipaldi, entre unos y otros llegaron a
invertirse hasta 800 millones de euros provenientes del Óbolo de San
Pedro y el Fondo Pablo VI, para la sociedad WRM y la inversora Athena
Capital Found, ambas con sede el Luxemburgo. Es ésta última la que logra
el contrato para invertir los 200 millones de euros en distintos
inmuebles, entre ellos el palacio del barrio de Chelsea. Becciu y el
anterior responsable de los fondos de la Secretaría de Estado, monseñor
Alberto Perlasca, podrían haber ejercido como intermediarios con Athena.
La economía, uno de los puntos negros de Bergoglio
Todos
las miradas apuntan al cardenal Becciu, quien hasta hace poco fue
Sustituto de la Secretaría de Estado. De hecho, es su sucesor, el
venezolano Edgar Peña Parra, quien habría impulsado la investigación,
tras comprobar algunas irregularidades en los archivos de su antecesor.
En el trasfondo, una lucha de poder entre los afines a los cambios
propugnados por Francisco que, en el ámbito económico, supondrán que los
fondos de todas las congregaciones habrán de pasar por el control de la
Secretaría de Estado, acabando así con el descontrol financiero de la
Curia vaticana.
Según se desprende de la
investigación, Becciu era la firma que autorizaba las inversiones
investigadas por la Gendarmería vaticana, y que podrían superar los 200
millones de euros. Tal y como explica Financial Times,
pudo haber jugado un papel fundamental en las reformas financieras del
Vaticano, protagonizando enfrentamientos con el entonces 'superministro
de Economía' vaticano, George Pell, hoy condenado por pederastia en
Australia.
En todo caso, la operación de la Gendarmería deja en
punto muerto el trabajo que la AIF estaba llevando a cabo para fomentar
la transparencia financiera del Vaticano, y se une a las caídas de otros
personajes que en su día trataron de hacerse cargo del poder económico
romano. Desde el español Vallejo Balda al cardenal Pell, condenado por
pederastia en Australia y que durante años ejerció como 'superministro
de Economía' vaticana, pasando por el anterior revisor general, Libero
Milone, despedido tras haber sido sorprendido en operaciones cuando
menos sospechosas. Todos ellos fueron nombrados por Francisco: algo que
sus enemigos están utilizando para atacar al pontífice argentino y su
supuesta ineficacia para gestionar la todopoderosa maquinaria financiera
de la Iglesia católica.
Más información en religiondigital.org " (Jesús Bastante, eldiario.es, 16/10/19)
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