"Me callé. Me parecía que era ir en contra
del mundo. Veía que peligraba mi vida, mi carrera y mis hijos”. Así, con
este desgarro, la profesora de la Universidad Rey Juan Carlos Clara
Souto relató a la juez Carmen Rodríguez-Medel el pasado 10 de mayo su
particular vía crucis por el caso Cifuentes.
Su supuesta firma aparece en el acta del trabajo de fin de máster de la
expresidenta madrileña, pero ella nega su autenticidad. “No fui capaz
de enfrentarme. Me veía yendo en contra de mi catedrático, Enrique Álvarez Conde, que es una persona que le tenía confianza desde hacía 10 años y contra mis compañeras”.
La firma de Souto figura en la casilla de
vocal del tribunal evaluador. Ella mantiene, sin embargo, que ese 2 de
julio de 2012 estaba en Galicia a cargo de sus tres sobrinos al haber
enfermado su hermana. “Yo lo único que sé es que yo no estuve el día que
pone en ese documento”. La juez parece creerla porque Souto es la única de las tres firmantes del acta que no está imputada.
La profesora ha encontrado un
recibo del 30 de junio que atestigua que ese día estaba en Galicia, pero
ninguno del 2 de julio, la fecha de autos. Pese a los seis años
transcurridos, recuerda “con certeza” el momento porque el día anterior “era la final de fútbol que ganó España y sé que estábamos en Galicia viéndolo”.
Además, la relación
de Souto con el máster de Derecho Público fue muy lateral. Apenas dio
cuatro horas de clase un sábado del curso 2011-2012.
¿Asistió ese día la
delegada del gobierno? “ Yo en ese momento no tenía conocimiento de
quién era Cristina Cifuentes. Era la primera vez que daba una masterlass. Estaba muy nerviosa porque me enfrentaba a alumnos más mayores de los de normalmente”.
El acta presuntamente se falseó el 21 de marzo de 2018, el día que eldiario.es publicó la noticia. “Si
mi catedrático, llevo 10 años con él, me dice que hay un problema con
el máster de Derecho Público confío completamente y para solucionarlo
puede contar conmigo”, relata Souto. Y prosigue estremecida: “Él
nunca me ha puesto en una situación negativa como para desconfiar.
Pensar que se estaba realizando….”.
Bajo esta premisa Souto dio su permiso a Álvarez Conde para usar su nombre
mientras iba camino de la guardería con sus hijos. Luego, siempre según
su relato, impartió clase hasta las dos, se marchó a un centro de
estética, volvió a la guardería... Asegura que estuvo tan atareada que
hasta las diez de la noche no entró en “shock” al verse protagonista de
la historia que abría los telediarios.
“Hasta este momento
tenía una relación buena de jerarquía” con Álvarez Conde, contó Souto a
la juez, y por unas horas la mantuvo. Se vieron luego en casa de su
“maestro” junto a sus compañeras.
“Le pedí por favor que solucionase el
problema, que me veía incapaz de salir públicamente y llevarle la
contraria a él. (...) Le dije: me estás arruinando la vida y él en todo
momento nos tranquilizaba”.
Pero su “maestro” quiso mantener la primera
versión vertida a los medios -hubo un error técnico en las actas- y
Souto tocó fondo la mañana que tenía que declarar en la universidad. “Me
levanté absolutamente desquiciada, no había dormido, me había dado un
ataque de ansiedad…”.
La URJC aplazó la citación de Álvarez Conde y el
catedrático Pablo Chico, pero no la de sus tres discípulas que de pronto
se vieron declarando primero. “Lo que te parece es que todo va contra
ti. Fui a la doctora, me dio una pastilla fuerte y la baja”. La única que habló fue su compañera Alicia López de los Mozos que negó haber firmado.
“Estoy tomando
pastillas porque no soy capaz de superar esta situación. Sigo de baja.
No puedo entender que te puedan hacer algo así. He venido porque
necesito que se aclare esto”, confesó Souto a la juez. Sus
contestaciones fueron largas y, cada poco tiempo, echaba mano de una
botella de agua para calmar su desazón. No mantiene contacto con ninguno
de los implicados, tan solo se cruzó un mensaje con Cecilia Rosado, su
compañera, para desearse suerte cuando empezó la instruccción." (Elisa Silió, El País, 07/07/18)
No hay comentarios:
Publicar un comentario