"Como si fuera un productor de Hollywood anunciando la película más
grande jamás filmada, así Travis Tygart, el director de la agencia
norteamericana antidopaje (USADA), anunció desde Colorado que su
organismo ya ha enviado a la Unión Ciclista Internacional (UCI) las
pruebas de dopaje con las que sancionó a perpetuidad a Lance Armstrong,
el exciclista tejano a quien, además, quiere desposeer de los siete
Tours que ganó, más que ningún otro corredor en la historia.
“Las pruebas muestran más allá de cualquier duda que el equipo
ciclista US Postal puso en marcha el programa de dopaje más sofisticado,
profesionalizado y exitoso que el deporte haya conocido en su
historia”, sentenció Tygart, quien rebajó, así, el alcance del caso Balco (su cara, Marion Jones) o la Operación Puerto.
En el sistema, según el director de la USADA, también participaron el médico italiano Michele Ferrari y el valenciano Luis García del Moral
(ambos sancionados a perpetuidad), así como el director belga Johan
Bruyneel, el preparador valenciano Pepe Martí y el médico vasco Pedro
Celaya, que han rechazado los cargos y se han sometido a la decisión de
un tribunal arbitral.
La USADA precisó que el informe enviado a la UCI
—el organismo que debe ratificar a nivel mundial la sanción
norteamericana y la pérdida de los Tours— y también a la Agencia Mundial
Antidopaje (AMA) y Corporación Mundial de Triatlón (CMT), ocupaba más
de 1.000 folios.
Un par de horas después, ese material precioso por la
forma en que está tratado, con una introducción que parece escrita por
un guionista ayudado por un historiador, estaba a disposición en la web usada.org
de todo aficionado curioso (y lector en inglés) que quisiera tener una
versión despiadada de la carrera de Armstrong, detallada año tras año
desde su regreso del cáncer en la Vuelta de 1998, y, paralelamente, una
radiografía del ciclismo en sus años, así calificados por Tygart, “más
sucios”.
Según el director de la USADA, entre las pruebas hay
testimonios de 26 personas, 15 de ellas ciclistas, así como registros de
pagos, intercambios de emails, datos científicos y resultados de análisis de laboratorios.
El personaje que pinta el informe USADA —ambición desmedida—, un solo
objetivo y todos los medios posibles para alcanzarlo, ser el más grande
en el Tour el mayor número de años posible, capaz de todo por ello,
—agresivo y vengativo— no difiere en absoluto, visto desde fuera, del
autorretrato que pinta Armstrong en sus autobiografías. Lo que cambia es
lo que hay debajo de la piel.
Pese a su crudeza, nada en el informe sorprende a quien haya leído de
ciclismo en la última década. Las sospechas le persiguieron a Armstrong
toda su carrera y se intensificaron cuando se retiró por primera vez,
en julio de 2005.
El caso Festina (1998) y la Operación Puerto (2006),
por otra parte, habían permitido ya escribir otra historia del deporte,
más basada en informes policiales y científicos, en hematocrito y en
transfusiones, que en puertos y maillots.
Varios libros de investigación
sobre Armstrong ya recogían también algunas de las historias a las que
el sello de la USADA, una agencia independiente financiada por el
Gobierno de Estados Unidos, da, en todo caso, valor de prueba legal más
que literaria.
Con recuerdos de conversaciones, de detalles, con confesiones de
excompañeros (extraordinariamente locuaces Jonathan Vaughters, actual
director del Garmin, y George Hincapié),
el informe permite entrar y ver lo que había detrás de las puertas de
las neveras, de las habitaciones de los hoteles, de las ventanas
tintadas del autobús del equipo. Permite ver cómo el caso Festina cambió
la forma en que se manejaba la EPO en los equipos y cómo los primeros tests de detección
de EPO en el año 2000 supusieron el comienzo del dopaje sanguíneo
mediante extracciones y reinfusiones de sangre.
Después, la Operación
Puerto en 2006 acabó con la forma tradicional de manejar las
transfusiones e inauguró otra época, mucho más sutil, de dopaje
verdaderamente sofisticado.
Y siempre la conexión española, inevitable, pues Armstrong vivía la
mitad del año en Girona; su director, Bruyneel, en Valencia, así como el
médico del equipo entre 1999 y 2003, Luis García del Moral, y el
entrenador Pepe Martí, al que describen como simple mensajero y correo
de sustancias prohibidas.
Y vasco es Celaya, médico del equipo de
Armstrong en 1998 y desde 2004 hasta 2011. Novelizando quizás en exceso
la historia, el informe de la USADA traza el origen español en el ONCE
de Manolo Saiz, pues de ahí partieron Bruyneel, Celaya y Del Moral.
Algunos de los testimonios en que se basa el informe cronológico eran
conocidos antes de que los hiciera públicos la USADA. Se trata de los
de Floyd Landis y Tyler Hamilton, dos compañeros de Armstrong en algún
Tour que dieron positivo cuando intentaron ganar ellos mismos la ronda
francesa en otros equipos.
Fue precisamente una serie de emails enviados por Landis
—desposeído del Tour de 2006— a las autoridades deportivas de su país en
2010 lo que puso en marcha la investigación que destruyó finalmente al
hombre que convirtió su vida en una película de gloria, drama y éxito,
el huérfano criado por su madre soltera que sufre un cáncer, lo derrota y
vuelve más fuerte que nunca para convertirse en el ciclista más fuerte
de la historia. Y el más famoso.
Landis relató sus relaciones en Girona, las transfusiones de sangre
en el equipo, el uso de EPO, y Tyler Hamilton -positivo por transfusión
en 2004 y desposeído posteriormente de su oro olímpico en Atenas- hizo
de su relato un libro por el que se enteró la afición mundial que a la
EPO, el dopaje de la época y aún, se le llamaba Edgar o Poe, por el
decimonónico escritor de Boston; que Armstrong era generoso en su distribución a sus amigos
desde la reserva que conservaba en su nevera y que, por ejemplo, antes
de un Tour viajó con Armstrong en avión privado desde Niza hasta
Valencia, donde García del Moral y Martí les hicieron una transfusión de
sangre en el hotel Sidi Saler.
En el libro de Hamilton también toma
protagonismo un personaje llamado Motoman, el jardinero de Armstrong en
Niza, encargado durante un Tour de transportar la EPO en su moto para
evitar los controles y hacérsela llegar a los corredores cuando la
necesitaran.
También era conocida la declaración del exciclista Frankie Andreu,
pues fue usada contra Armstrong, cuya gran defensa es que es el
deportista que más controles ha pasado en su vida, más de 500, y que
nunca ha dado positivo.
Bajo juramento, Andreu y su esposa declararon
que un día que visitaron a Armstrong en el hospital donde se recuperaba
del cáncer, oyeron cómo este le decía a sus médicos que se había dopado
antes con EPO y anabolizantes.
A esta época le llama Tygart, el justiciero poético, la Era de la EPO
y el dopaje sanguíneo. “Y estas pruebas muestran que el código de
silencio de esos años está en camino de destrucción”, dice Tygart, quien
pide, para dar un paso adelante, que la UCI ponga en marcha de una vez
un programa de Verdad y Reconciliación. “No podemos estar atados al
pasado para siempre”. (El País, 11/10/2012)
“Nos daba bidones con hielo y EPO”.
“Ahora no puedes escribir un libro sobre la EPO”.
Durante la Vuelta a España de 1998, Vaughters, compañero de equipo del
texano, fue a su habitación para utilizar su ordenador portátil.
Delante
de él, Armstrong se inyectó con una jeringuilla usada para inyecciones
de EPO, diciendo: “Ahora que tú también utilizas EPO, no puedes escribir
un libro sobre ello”.
“La mujer de Armstrong está liando porros”. Durante
un Mundial en Holanda, explica el informe de la USADA, los ciclistas
estadounidenses llegaron a la carpa del equipo cerca de la salida de la
carrera para encontrarse con que Armstrong le había pedido a su mujer
Kristin que enrollara en papel de plata tabletas de cortisona para él y
sus compañeros. Uno de los corredores subrayó, “la mujer de Lance está
liando porros”.
Del Moral: “¡Qué lío!”. Armstrong se vistió de
amarillo tras la prólogo del Tour de 1999. Días después, su equipo fue
informado de que había dado positivo por un corticoesteroide. Según
testigos presenciales, cuenta el informe de la USADA, el ciclista no
tenía entonces una autorización médica para usar cortisona.
Tyler
Hamilton recuerda "muchos tacos de Lance y Johan [Bruyneel, director del
equipo] y al doctor Del Moral repitiendo 'qué lío'. Del Moral, según la
documentación y los testigos aportados por la investigación, habría
solucionado el problema falsificando una receta, con fecha previa al
positivo, para una crema con cortisona.
Bidones de agua con hielo y EPO. Según el testimonio
de Vaughters, el doctor Celaya “distribuiría EPO en bidones de agua
rellenos con viales de EPO apretados entre hielo. En la botella vendrían
el nombre del corredor y el número de dosis”.
“Por ejemplo”, declaró
Vaughters; “yo podría recibir uno en el que pusiera, Jonathan 5x2, lo
que significa que contenía cinco viales de EPO con 2000 unidades
internacionales en cada uno”.
Zabriskie: “Nos daba tiempo de bajar nuestro nivel de hematocrito antes de los controles”.
“Johan \[Bruyneel, director del equipo\] siempre parecía saber cuándo
vendrían los inspectores antidopaje”, declaró Zabriskie, ex compañero de
Armstrong.
“\[...\] Parecía que había un increíble sistema de aviso.
Como norma, solíamos saber cuándo serían con una hora de antelación.
Había tiempo de sobra para usar un suero salino para rebajar nuestro
nivel de hematocrito”, explicó el ex ciclista.
Tests consistentes con dopaje sanguíneo en 2009 y 2010.
Tras examinar cinco muestras de sangre de Armstrong recogidas durante
el Tour de 2009 y dos correspondientes al de 2010, un experto consultado
por la USADA concluyó que contenían un número “inusualmente bajo” de
reticulocitos.
Al compararlos con otras muestras del ex ciclista, el
investigador dedujo que la posibilidad de que esos valores fueran
naturales era menor que una entre un millón. Pese a esos datos, la UCI
decidió no abrir expediente al estadounidense." (El País, 11/10/2012)
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