No son conversaciones cualesquiera y ahora, de carambola, amenazan con desestabilizar al Gobierno de Nicolas Sarkozy dado las jugosas revelaciones que contienen: la primera, que Florence Woerth, la esposa del ministro de Trabajo, Éric Woerth, trabajaba como asesora económica de la millonaria de la que además se ha sabido (gracias al mayordomo grabador) que escondía en Suiza varias cuentas opacas y que poseía nada menos que una isla en las Seychelles sin declarar.
La mujer de Woerth ya ha dimitido, pero da la impresión de que el culebrón no ha hecho sino comenzar, dada la cantidad de grabaciones acumuladas. (...)
En una de las grabaciones, Patrice de Maistre, gestor de la fortuna de Bettencourt explica a la anciana: "El marido de madame Woerth, a la que usted emplea, una de mis colaboradoras, es el ministro de Presupuesto, es muy simpático y además se ocupa de sus impuestos, lo que encuentro no poca cosa. Es muy simpático, un amigo".
Otro día, Maistre advierte a Bettencourt que se va a ocupar "de cierta cuenta de 65 millones de euros que tiene en Suiza" debido a los acuerdos antifraude con Francia. "Hay que llevarla a Hong Kong, Singapur o Uruguay. Si la devolvemos a Francia, va a ser complicado. Así estará usted tranquila".
De las conversaciones no se desprende que la mujer del ministro Woerth hiciera algo delictivo. Pero ¿estaba al corriente de las finanzas oscuras de Bettencourt? ¿Alertó a su marido, por entonces el ministro encargado de luchar contra el fraude fiscal?
Por lo pronto, su dimisión como asesora de la millonaria es, según líderes de la oposición, una especie de reconocimiento de que no actuó bien al aceptar el cargo. El diputado socialista Arnaud Montebourg ha ido más lejos: "Tenemos a un ministro de Presupuesto
[cargo que tenía el año pasado, cuando se grabaron las conversaciones] que al mismo tiempo era el tesorero de la UMP [el partido de Sarkozy] cuya mujer trabajaba organizando el fraude fiscal de la señora Bettencourt". (El País, ed. Galicia, internacional, 23/06/2010, p. 6)
"El Mayordomo infiel.
Pero las grabaciones no escondían solo eso. La verdadera bomba de relojería se ocultaba en la conversación de otra tarde en la que De Maistre le comentó algo enfadado a la anciana:
-Me equivoqué cuando contraté a Florence. Confieso que cuando lo hice, su marido era ministro de Presupuesto y me pidió que lo hiciera, y bueno, ahora, con el juicio y eso...
Unos meses más tarde, el gestor de la inacabable fortuna de Liliane Bettencourt volvía a mencionar al por entonces ministro de Presupuesto:
-He hecho venir al ministro Eric Woerth, madame Bettencourt.
-¿Y quién es ese?
-Bueno, es el marido de madame Woerth, la que trabaja para usted, una de mis colaboradoras, esa no muy alta... Él es muy simpático y, como ministro de Presupuesto, se ocupa de sus impuestos, lo que no es ninguna tontería. Muy simpático, un amigo.
Eric Woerth, pues, no era un ministro cualquiera en un área cualquiera. Al frente del Ministerio de Presupuesto, se encargaba por esas fechas de comandar una campaña antifraude, precisamente, contra las cuentas bancarias emplazadas en Suiza. En la UMP, el partido de Nicolas Sarkozy, se encargaba además de la tesorería. Además, promocionado desde marzo como ministro de Trabajo, ha sido comisionado por Sarkozy para encauzar la reforma de las pensiones, que prevé el retraso de la jubilación en Francia. Es decir, la medida más importante (y más contestada en la calle) del Gobierno francés en estos momentos. Concienzudo, tenaz, discreto (hasta ahora), Woerth parecía conducir tan bien el asunto que en algunos círculos ya se le señalaba como futuro primer ministro.
Así que la revelación de que su mujer trabajaba como economista asesorando a la mujer más rica de Francia, con cuentas oscuras en Suiza (o en Singapur), y que lo hacía, precisamente, cuando él era el ministro encargado de perseguir el fraude fiscal, le ha explotado a Woerth en la cara en el momento más delicado de su carrera.
Florence Woerth se apresuró a aclarar que ella desconocía los manejos financieros de su jefa en el extranjero, pero acabó dimitiendo el martes pasado para no salpicar (aún más) a su marido. Por su parte, el ministro de Trabajo ha anunciado que se querellará contra los que le han acusado de hacer la vista gorda sobre los desvíos fiscales de Bettencourt, sigue comandando la reforma de las pensiones, recibió el apoyo de Sarkozy en el último Consejo de Ministros, pero su trayectoria política parece ya lastrada para siempre: muchos dudan ya de que sea jamás primer ministro." (El País, Domingo, 27/06/2010, p. 6/7)
"Dimiten dos ministros franceses acusados de abusar del erario.
El miércoles, Nicolas Sarkozy, en una comida con diputados de su partido, avisó: "Hay comportamientos de los ministros que no me gustan". No dio nombres, pero aportó ciertos detalles -algunos de ellos evidentes- y anunció que en otoño habrá un cambio de Gobierno. No ha hecho falta esperar tanto. Ayer, dos secretarios de Estado del Gobierno francés, con rango de ministros, anunciaron su dimisión. Se trata del secretario de Estado de Cooperación, Alain Joyandet, y el de Desarrollo del Gran París, Christian Blanc.Los dos eran blanco de muchas críticas, los dos habían sido protagonistas de episodios de corruptelas y despilfarros y constituyen el ejemplo claro de lo que Sarkozy, en esa famosa comida, prometió extirpar. (...)
Sarkozy, en la citada comida con diputados, aludió explícitamente a los puros de Blanc y a los aviones privados de Joyandet. Los parlamentarios salieron de allí con algo seguro: tanto uno como otro tenían los días contados como miembros del Gobierno francés. Pero se pensaba que lo abandonaría en otoño, no de una manera tan rápida.
Hay otro miembro del Gobierno, de mucho más rango, cuestionado por algo aún más grave: el ministro de Trabajo, Eric Woerth, acusado de un conflicto de intereses porque su mujer, Florence, trabajó para la heredera del grupo L'Oréal, Liliane Bettencourt, acusada de regentar dos cuentas opacas en Suiza. Por lo pronto, no tiene intención de dimitir. Y por lo pronto, Sarkozy asegura en público -y lo afirmó en la famosa comida- que le apoya. Pero el crédito de Woerth se debilita día a día." (El País, 05/07/2010)
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