24.9.09

Las denuncias de un ejecutivo del coloso bancario UBS abren un agujero en el sacrosanto secreto financiero de Suiza

"Su historia parece sacada del mejor best seller de John Le Carré o Frederick Forsyth. Se hacía llamar Tarántula, el seudónimo con el que Bradley Birkenfeld, un economista nacido en Boston hace 44 años, conectó en agosto de 2007 con la oficina en Zúrich de The Financial Times afirmando estar en posesión de "información que podría poner fin al secreto bancario suizo". Los datos que proporcionó al fisco de Estados Unidos han abierto una verdadera grieta en el legendario secreto bancario de Suiza, obligando al coloso UBS a revelar a las autoridades norteamericanas los nombres de unos 300 de sus compatriotas con cuentas sospechosas en ese banco, el mayor de Suiza y el principal del mundo en la gestión de fortunas privadas. (...)

Para comprender la historia hay que remontarse a 2001, el año en que este hombre comenzó a formar parte de un equipo de élite de unas 60 personas, los James Bond de las finanzas, cuya misión central consistía en captar grandes fortunas en Estados Unidos para sustraerlas al fisco de este país.

Uno de los clientes manejados fue Igor Olenicoff, millonario californiano de origen ruso, a quien Birkenfeld ayudó a disimular 120 millones de euros. Arrestado en octubre de 2007, el empresario señaló con el dedo al ejecutivo de UBS como responsable del fraude. Birkenfeld, al verse atrapado, no vio otra salida que denunciar a sus empleadores. Su cálculo consistía en intentar beneficiarse de la prima del 30% sobre el dinero recuperado, ofrecida por la autoridad fiscal norteamericana a quienes denunciaran casos de fraude fiscal. (...)

Durante el juicio, Birkenfeld denunció a su jefe directo, Martin Lietchi, y a Peter Kurer, máximo responsable jurídico de UBS. Este último nunca fue interrogado, mientras Lietchi rehusó declarar contra sí mismo y fue liberado en condiciones que no se conocen. "En el fondo, Birkenfeld es el gran perdedor de esta historia, pues fue muy ingenuo al esperar inmunidad de las autoridades americanas. Pero lo realmente interesante del caso es que sus jefes nunca fueron llevados a juicio. Los verdaderos responsables de esta política agresiva de captación de clientes no han rendido cuentas ante nadie", afirma Frédéric Lelièvre, responsable de información económica de Le Temps.

Sin embargo, en el sacrosanto secreto bancario de Suiza se ha abierto una grieta, traducida en unos 300 nombres de clientes estadounidenses con cuentas abiertas en Suiza y acusados de fraude fiscal; a los que se suma otra lista obtenida por Francia, con más de 3.000 nombres de presuntos violadores de las leyes fiscales de su país. El Ministerio de Finanzas francés calcula en 3.000 millones de euros el volumen albergado en las cuentas sospechosas de estos ciudadanos. (...)

¿Y el secreto bancario? "Ningún país puede venir a Suiza a exigir datos de cuentas de clientes extranjeros sin sospechas fundadas y documentadas. No se pueden organizar fishing expeditions (partidas de pesca) arbitrariamente", explica Lelièvre. "Pero el elemento clave que ha cambiado como consecuencia de la denuncia de Birkenfeld es que ahora Suiza equipara fraude fiscal y evasión fiscal y acata las normas de la OCDE referentes a colaboración con otros Estados". El secreto bancario no ha sido abolido, pero está agrietado." (El País Semanal, 20/09/2009, p. 8)

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