“Imputados por corrupción cinco funcionarios de la cárcel de Palma.
Entre los muros de la cárcel de Palma, cinco funcionarios y seis reclusos habían establecido sus propias leyes mafiosas, con tráfico de estupefacientes y palizas incluidos. El envío de un corazón de cerdo al director de la prisión fue el principio del fin de las dos bandas, corruptas y enfrentadas, que controlaban empleados de Instituciones Penitenciarias. Uno de los implicados es un médico de prisiones, que presuntamente manipulaba los análisis de control de consumo de drogas, según fuentes policiales. (…)
Las bandas mafiosas introducían droga en la prisión para el tráfico entre reclusos, proporcionaban teléfonos móviles a delincuentes con patrimonios multimillonarios y condenas por delitos económicos, extorsionaban a reclusos que no se avenían a sus estrategias y, además, daban palizas, según la narración de la policía.
La investigación, denominada Operación KO, se efectuó bajo la dirección de
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