“… por qué Italia no consigue, como los demás países europeos, gestionar "la crisis de la basura"… Los pueblos se han convertido en vertederos. Toda la provincia es una extensión ininterrumpida de bolsas. (…)
¿Por qué hay tanta suciedad en Nápoles? ¿Cómo es posible si nada semejante ocurre en Ciudad de México, Calcuta o Yakarta? Es incomprensible. Por eso hace falta hablar con claridad. ¿Por qué están llenos los vertederos? Fácil. Porque se han usado muy mal. Se ha recogido de todo y sin control. Si se juntaran los residuos ilegales gestionados por el Clan de la Camorra se formaría una montaña de 14.600 metros de altura y tres hectáreas de base; sería el monte más grande del planeta. (…)
Los vertederos… Se llenaban rápidamente, y no sólo con residuos urbanos. Lo clásico era cavar enormes agujeros, hacer bajar el camión al fondo y después, una vez que salía el conductor, soldar las puertas del vehículo y echar tierra hasta cubrirlo todo. Una táctica para no tocar la basura ni con un dedo. El beneficio económico era tan elevado que permitía sacrificar camiones enterrándolos. (…)
Pero, ¿por qué los ciudadanos se niegan a que se reabran los vertederos? … Porque temen que, además de lo que deberían ser sólo residuos sólidos urbanos, también haya sustancias tóxicas. (…)
Cuantos más vertederos estén saturados, mejor se podrán colar camiones llenos de residuos especiales para esconderlos, mientras los que esperan la cola con la basura urbana les sirven de tapadera. (…)
¿Por qué no se ha hecho nada? Porque el desastre da dinero a todos. Y, por tanto, del desastre se vive. (…)
Gracias a esta situación desastrosa, han conseguido los negocios de una gran parte del norte de Italia: como ha demostrado la Operación Houdini de 2004, los costes de mercado para tratar correctamente los residuos tóxicos obligaban a marcar un precio que oscilaba entre los 21 y los 62 céntimos el kilo. El Clan suministraba el mismo servicio a 9 o 10 céntimos el kilo. El Clan de la Camorra logró garantizar que 800 toneladas de tierra contaminada con hidrocarburos, propiedad de una empresa química, se trataran al precio de 25 céntimos el kilo, transporte incluido. Un ahorro del 80% sobre el precio habitual. Cuando se quemó el transbordador Moby Prince y nadie quiso hacerse cargo de él, el Clan no se negó. Según Legambiente (una organización ecologista), fue procesado en la planta de Caserta, se despiezó y se dejó descomponer en campos y vertederos. (…)
El estallido de este desastre no es asunto de la Camorra. No le gusta provocar desastres, no lo necesita; sus intereses y ganancias con la basura, como con todo lo demás, los obtiene siempre… cuando el resto del país le confía sus desechos tóxicos por un precio imbatible y cree que puede lavarse las manos y dormir tranquilamente. (…)
En esta tierra torturada, las malformaciones fetales son superiores en un 80% a la media italiana.” (Roberto Saviano: Emergencia en Italia. El País, ed. Galicia, Internacional, 24/02/2008, p. 10)
"El problema de la basura no es napolitano ni sureño", dice el escritor Massimo Carlotto. "Los residuos industriales, hospitalarios e informáticos del rico nordeste del país han sido enterrados y quemados durante décadas en Nápoles. Y si el caso ha estallado es porque había un pacto Camorra-Estado que ha saltado por los aires".
"El Estado sabía bien lo que había", afirma Braucci, que además de novelista es trabajador social con jóvenes de la periferia. "Las basuras tóxicas no sólo llegaron del norte, sino que fue Impregilo, una empresa de la aristocracia financiera de Milán, la encargada de limpiarlos. Berlusconi les dio el contrato, pero ellos no hicieron nada y se llevaron el dinero. Así que los napolitanos inventaron la expresión emergencia permanente, esa brillante paradoja que dura ya 14 años".
Hoy, en los pueblos cercanos a la ciudad, la zona donde ha aparecido la mozzarella contaminada por las dioxinas, el Ejército ha acabado de retirar la basura de la vergüenza. Un portavoz del Ayuntamiento de Nápoles dice que esperan que "esta misma semana" empiecen a viajar en trenes con destino a Alemania. Allí será reciclada y convertida en energía limpia. Westfalia, Hamburgo, Sajonia y Baviera se calentarán en los próximos meses con basura napolitana.
Italia tendrá que pagar unos 30 millones de euros para exportar un máximo de 160.000 toneladas y un mínimo de 105.000.” (El País, ed. Galicia, Internacional, 31/03/2008, p. 6)
“Una 'mozzarella pericolosa'.
"¡No nos obliguen a imaginar un mundo sin mozzarella!", ha declarado el ministro italiano de Desarrollo Económico, Pierluigi Bersani, después de descubrirse rastros de dioxina, una sustancia potencialmente cancerígena, en una parte de la leche y la mozzarella de búfala que se produce en la región meridional de Campania. Su colega de Agricultura, Paolo de Castro, ha decidido deleitarse del suculento manjar rodeado de cámaras de televisión y fotógrafos. "No hay peligro. Hagan como yo", les ha dicho el ministro a los ciudadanos, muy preocupados tras conocerse el caso, que ha provocado ya el descenso del consumo del queso principalmente en Campania. (…)
En Roma se habla de la existencia de una psicosis internacional exagerada. Pero lo cierto es que el caso detectado en las provincias de Caserta, Nápoles y Avelino deja en precario la seguridad alimentaria del país alpino, y especialmente en la zona meridional. Más allá de hacer un ejercicio de patriotismo retórico, el Gobierno de Romano Prodi debe reconocer que en Campania se han enterrado e incinerado ilegal y descontroladamente miles de toneladas de desperdicios tóxicos en los últimos años, y las dioxinas que producen esos incendios -y que a través de la contaminación de los pastos se han detectado en la mozzarella- no son un asunto nuevo.
La Camorra, la Mafia napolitana, está implicada en el negocio de la recogida de basura y en la fabricación del sabroso queso de búfala. Ésa sí que es una realidad incontestable que habría que cambiar.” (El País, Opinión, 30/03/2008)
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