"Cuando Luis Medina y Alfonso Luceño dieron el pelotazo con la venta de material sanitario al Ayuntamiento de Madrid en la fase más aguda de la pandemia, decidieron que debían justificar a sus bancos la ingente cantidad de dinero que iba a entrar en sus cuentas, según contaron a la Fiscalía Anticorrupción.
En apenas 24 días, entre el 31 de marzo y el 23 de abril de 2020, mientras España se confinaba asustada por un virus desconocido, los dos empresarios recibieron ocho transferencias desde Malasia por casi seis millones de euros. Era su comisión por la venta de un material que el Consistorio acabaría comprando por 11 millones de euros.
Así que, para guardarse las espaldas, enviaron a sus entidades financieras sendos documentos que los presentaba como “agentes exclusivos” de Leno, la empresa asiática que les había suministrado las mascarillas, los guantes y los test de antígenos. Sin percatarse, acababan de cometer un enorme error.
En estos papeles incorporados al sumario, Leno supuestamente designa a Luceño y Medina agentes para la “adquisición y abastecimiento de productos cárnicos congelados [...]: aves, vacuno, cerdo y cordero; y otros como azúcar, soja, leche, aceite...”. Los documentos han resultado reveladores para la querella que la Fiscalía Anticorrupción hizo pública el pasado 6 de abril y que investiga el juez de Madrid Adolfo Carretero. Estos papeles contienen numerosas inconsistencias y, en opinión de Anticorrupción, fueron falsificados. Se encuentran fechados el “jueves, 12 de septiembre de 2018″, cuando ese día era miércoles. Se rubricaron aparentemente casi dos años antes de la operación bajo sospecha, pese a que Medina aseguró que nunca había tenido relación con esa empresa antes de intermediar en la venta para el Ayuntamiento.
En la cabecera, además de los datos de la Cámara de Comercio Internacional, Luceño incorporó también las señas del FBI y la Interpol. Y el que envió Medina a su banco y el que remitió Luceño al suyo son exactamente iguales, excepto por un detalle: el del hermano del duque de Feria incluye a los dos como agentes, mientras que el de Luceño lo presentaba a él y a un tal Chan Beng Kay.
¿Cómo es posible que Leno designara el mismo día intermediaros “exclusivos” a Luceño y Medina por un lado; y a Luceño y Beng Kay por otro?, se pregunta el fiscal que lleva el caso que salpica al gobierno del PP del Ayuntamiento de Madrid. ¿Falsearon los papeles para maquillar la operación? ¿Por qué lo hicieron si consideran que era legal?
Las preguntas se multiplican en unas pesquisas que se remontan a mediados de marzo de 2020, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma y el confinamiento de la población. El mismo día 15 de ese mes, según relatan fuentes del Ayuntamiento de Madrid, comenzaron a llamar al Palacio de Cibeles decenas de empresarios y ciudadanos ofreciendo su ayuda. No había un contacto fijo. La mayoría tiraba de agenda. Hubo telefonazos a concejales, a jefes de prensa, a directores generales, a funcionarios... “Llamaba todo Dios”, recuerda un alto cargo. Medina y Luceño hicieron lo propio. A través de una antigua profesora de universidad del primero, llegaron hasta el primo del alcalde José Luis Martínez-Almeida; a través del cual consiguieron ponerse en contacto con Elena Collado, encargada de Compras. Ya habían logrado lo más difícil.
La Operación Pa la Saca —expresión que usaría Luceño en un correo electrónico que envió a Medina el 30 de marzo de 2020 para comunicarle que Leno había autorizado la transferencia de las primeras comisiones— estaba en marcha. En pocos días, los empresarios se ganaron la confianza de Collado hablando simplemente por el móvil (Luceño le enviaba numerosa documentación y fotos de los trabajadores de las fábricas de China que les suministraba el material) y se cerraron acuerdos con el Ayuntamiento por casi 16 millones de dólares, aunque al Consistorio se le devolvieron cuatro tras detectar irregularidades en la operación de venta de guantes —estaban pagando dos dólares por unos que podían adquirirse a ocho céntimos de euro en los supermercados de España—.
Según Collado, nunca supo que los empresarios iban a cobrar comisión. Los investigados, citados este lunes ante el juez, aseguran que tampoco se lo dijeron a la Administración y que lo pactaron entre ambos. Aunque sus versiones difieren. Según Medina, acordaron que el dinero se lo repartirían a partes iguales: un tercio para Leno, a cuyo frente sitúan al malasio San Chin Choon; otro para Luceño; y otro para él. Una versión que el socio niega.
Luceño se embolsó mucho más que su compañero y, según la Fiscalía, manejó a su antojo las cifras. Con la operación de mascarillas, ingresó tres millones de dólares, frente al millón del hermano del duque de Feria. Por la de los guantes, el primero iba a ganar casi otros tres millones, frente al poco más de un millón de Medina (dinero que acabaron devolviendo). Y por la de los test, Luceño percibió más de dos millones, pero su socio nada. “Como consecuencia de la renuncia a las comisiones en la operación de los guantes y con la intención de preservar íntegras sus comisiones en esta última operación, Luceño decidió que Medina no iba a cobrar”, dice el ministerio público.
Cuando el dinero comienza a entrar,
se ponen a gastarlo de inmediato. Según Hacienda, Medina consume sus
fondos en menos de seis meses. Se compra, por ejemplo, un yate que
registra en Gibraltar. Luceño adquiere una casa y relojes de lujo, y
empieza a hacerse con coches de alta gama a los pocos días de cobrar.
Según él, quería crear “una flota de vehículos exclusivos para alquiler o
reventa”. Eso sí, según el diario Hoy Extremadura,
varios vecinos del pueblo de su familia, Garrovillas de Alconétar
(Cáceres), lo vieron pasearse con un Porsche. “Flipé”, resumió un
lugareño." (J. J. Gálvez , Manuel Viejo , El País, 24/04/22)
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