"Todo -la investigación
sobre los movimientos patrimoniales de Mario Conde en el extranjero -
empezó en 2012.
Tanto el actual presidente de la Sala de lo Penal de la
Audiencia Nacional, Fernando Grande-Marlaska, como el fiscal Alejamdro
Luzón -adscrito entonces a la Fiscalía Anticorrupción - estaban
perplejos por un hecho: si bien sobre el exbanquero pesaba una exigencia
de responsabilidades civiles equivalentes a alrededor de 26 millones de
euros a raíz de su condena por los casos Argentia Trust (pago de una factura de 3,7 millones de euros a una empresa suiza sin autorización y por trabajos inexistentes) y Banesto (operaciones de apropiación indebida y estafa) solo se había recuperado poca cosa.
Y para colmo, las tres fincas del ex
banquero seguían en sus manos: Los Carrizos de Castilblanco, (3.000
hectáreas en Sevilla, imagen principal), La Salceda ( 2.800 hectáreas en
Toledo, imagen de abajo) y Can Poletá (Puerto Pollensa, Mallorca).
Grande-Marlaska intentó reactivar el
proceso de embargos, pero se encontró con dificultades. En una
entrevista con este cronista, por aquellos días de 2012, se lamentó
amargamente de que en Mallorca, por ejemplo, el registrador de la
propiedad no quiso anotar el embargo. Fuentes consultadas indican que el
fiscal Aejandro Luzón no estaba menos indignado.
Intentó que Banesto,
en manos del Banco Santander, llevara la voz cantante para conseguir
quitar el control a Mario Conde. Pero altos ejecutivos, como era el caso
de Jaime Pérez Renovales, transmitían -antes de pasar del Santander al
Gobierno de Rajoy- una pasividad tal que hacía sospechar la
inexistencia, por razones nunca explicitadas, de interés. Si el
Santander, el gran acreedor, no impulsaba el procedimiento, ¿que podía
hacer la Fiscalía?
Luzón pasó a la Secretaría Técnica de
la Fiscalía General del Estado en 2015 como teniente fiscal. Pero la
Fiscalía Anticorrupción se puso manos a la obra bastante antes, en 2014,
sobre la pista de Conde. Y contó con el apoyo de la Unidad Central
Operativa de la Guardia Civil.
Se hizo un seguimiento de las empresas blancas con
las que Conde trabajaba en la industria de cosméticos y organización de
eventos. Y se empezó a advertir el flujo de fondos por el cual Conde
ingresaba dinero en España de su patrimonio en el exterior a través de
la sociedad holding Galloix, con sede en Ginebra, Suiza.
Conde empezó a finales de 1980 a
mantener un patrimonio en el extranjero, tras cobrar una importante
comisión por la venta del laboratorio Antibióticos a la multinacional
italiana Montedison. En octubre de 1990 - según he podido reconstruir
con ayuda de su fiduciario en Lausana, Suiza, el profesor Paolo Gallone-
Conde se presentó en su despacho de la rue d'Etraz, 12, en compañía de
Mariano Gómez de Liaño, Francisco J. Sitges y Arturo Romaní.
Le preguntó
si podía crear una sociedad holding para gestionar su patrimonio
privado en el extranjero. El entonces presidente de Banesto ya había
registrado una fundación en Liechtenstein a nombre de él y de los otros
tres citados. Ahora quería una holding suiza para su patrimonio
personal. Gallone fundó, pues, Kaneko Holding, que se hizo con el
control de la principal sociedad patrimonial de Conde en España: Asebur
Inversiones.
Durante estos tres años, entre
finales de 1990 y finales de 1993, cuando el Banco de España intervino
Banesto, Conde y sus acompañantes utilizaron sociedades suizas y varias
fundaciones en Liechtenstein para canalizar los beneficios de
operaciones ilícitas.
En febrero de 1994, dos meses después
de la intervención de Banesto por el Banco de España, Conde ordenaba
disolver la Fundación Melvin. En diciembre de 1994, la Fiscalía de la
Audiencia Nacional presentaba una querella criminal contra Conde y los
administradores de Banesto. Esas Navidades de 1994, el ex banquero las
pasaría en prisión preventiva en la cárcel de Alcalá Meco.
Los tribunales declararon probadas
las operaciones por las cuales la cúpula de Banesto obtuvo 7.300
millones de pesetas (45 millones de euros, en números redondos). Pero
mientras varios colaboradores de Conde sufrieron embargos y el
accionista de Banesto, el Banco Santander, se resarció parcialmente, el
caso de Mario Conde parecía especial. El Santander no quiso llevar
adelante una batalla jurídica en los tribunales para quitarle el control
de sus fincas.
Conde había transferido la propiedad
de Can Poletá a una sociedad de Luxemburgo (G.I. Beteiligung), y la de
Los Carrizos y La Salceda, en proporciones diferentes a Asebur
Inversiones, propiedad de Kaneko Holding, y a las holandesas Ge.So.Co, y
Asuma BV, respectivamente.
Los informes policiales, citados por
la sección primera de lo Penal de la Audiencia Nacional, presidida por
Grande-Marlaska, ya hablaban en 2012 sobre la titularidad real de esas sociedades. Eran de Conde.
En 2015 hicieron veintidós años desde
que la Universidad Complutense de Madrid concediera, en una operación
de imagen, pactada a cambio de ayudas de Banesto que nunca se
concretaron, el Doctorado Honoris Causa a Mario Conde. Y este diciembre
de 2015, la Agencia Tributaria le declaraba el moroso número 2 de
España, con una deuda de 9,9 millones de euros.
Mario Conde, pues, ha acumulado un
patrimonio en el extranjero a buen recaudo entre finales de los años
ochenta y la actualidad. El dinero es fungible. Ergo: Conde unió lo
detraído de Banesto a su patrimonio ya existente. Y en todos estos años
ha seguido operando con su patrimonio oculto.
De los 26 millones de euros que se le
han impuesto como responsabilidad civil, Banesto (Banco Santander) ha
recuperado un millón de euros como resultado de una negociación en 2004
para que el exbanquero pudiera abandonar la prisión con un permiso de
cinco días y poder asistir como padrino a la boda de su hija Alejandra
-detenida hoy junto con su hermano y su padre - el 3 de julio de dicho
año, evento que se celebró, cómo no, en la finca sevillana de Los
Carrizos. A cambio de ese dinero, el Santander no se opuso al permiso.
También se recuperó una parte de la finca sevillana, llamada Cuarto del
Rincón (aunque el Santander no ha asumido la propiedad) y 539.000 euros
embargados a un fondo de inversión. Y, con anterioridad, en relación con
el caso Argentia Trust, se subastaron tres cuadros (Picasso, Juan Gris y Georges Braque) que el exbanquero había depositado para avalar una fianza. Poca cosa para la cantidad fijada.
Conde, pues, ha seguido en sus trece.
Si el fiscal norteamericano de los años treinta, Ferdinand Pecora,
tuviera a MC frente a sí no dudaría en aplicarle la palabreja que se
inventó al investigar a los banqueros que contribuyeron con sus
prácticas a la Gran Depresión: banksters." (Ernesto Ekaizer, El País, 11/04/16)
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