"El juicio del caso Nóos es y será una fuente inagotable de
comentarios jurídicos y políticos, que, si se tercia, habrá que ir
soltando a medida que lo merezcan. La declaración de Diego Torres nos
deja dos perlas, dos salpicaduras, que merecen un brevísimo comentario.
Son declaraciones que no afectan directamente al proceso, que no le
alivian su responsabilidad penal, y que las dice, únicamente, con el
afán de salpicar a todo el mundo. O a todo el mundo que no le ha echado
una mano.
Primera perla, o salpicadura: Con gesto de ingenuidad afirmaba que el
sistema de ocultación de sus actividades era el que les había indicado
el abogado del Jefe del Estado, porque ellos, ante tal indicación,
creyeron que sería lo correcto.
El veterano periodista Miguel Ángel
Aguilar, con la indignación de su sempiterna juventud, clamaba en una
tertulia televisiva contra semejante excusa. Con toda la razón decía que
eso no les disculpa, porque ya son mayores de edad, y no precisan
tutores. Y, además, son expertos en la materia. No en balde, Torres era
profesor de ESADE, escuela superior de negocios de prestigio
internacional.
Pero, sobre todo, porque, según la versión de Torres, lo que se les
había indicado era un modo alternativo de alcanzar los mismos objetivos
con unas maneras distintas, capaces de hacer invisibles sus reprochables
actividades. Las declaraciones de un acusado, hechas en el ejercicio de
su derecho de defensa, no tienen por qué ser veraces.
Es frecuente que
los acusados mientan, negando su intervención o inculpando a terceros.
Es normal. Pero si Torres esta vez no miente, con ello no se salva.
Simplemente, compromete en su conducta delictiva al abogado del Jefe del
Estado. Y, obviamente, salpica al rey de entonces.
Como esta primera salpicadura de Torres guarda relación con los
hechos del proceso, supongo que a lo largo del juicio habrá ocasión para
que esa pretendida participación resulte aclarada suficientemente.
Segunda perla, o salpicadura: Afirmó que el abogado del Jefe del
Estado había asesorado para que la herencia de Don Juan de Borbón, padre
de Juan Carlos (esta aclaración la pongo porque hay jóvenes que no
saben de reyes y monarquías) se alojara en Suiza, para eludir la presión
fiscal española.
Nadie ha dicho nada al respecto. No hemos visto ningún
desmentido oficial de la Casa Real. También esta salpicadura puede ser
rigurosamente falsa. Pero como se trata de algo totalmente ajeno al
proceso de Nóos, no es posible esperar que a lo largo del proceso haya
ocasión de restablecer le verdad.
La credibilidad del viejo monarca es escasa. Su abdicación no se
debió a su escasa salud, sino a su escaso prestigio, capaz de herir de
muerte a la propia institución. Que haya rumores sobre otra dudosa
conducta suya, deplorablemente paralela a la de D. Florenci Pujol y su
saga, no favorece, ciertamente, al prestigio de la monarquía ni al
actual monarca.
Por eso sorprende que, ante la amplísima difusión
televisiva de las salpicaduras de Torres, no se haya producido una
inmediata y contundente negación, capaz de disipar radicalmente las
dudas o sospechas." (José María Mena, Jurista. Ex fiscal jefe de Catalunya, La Lamentable, 28/02/16)
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