"El primero en pasar este jueves ante el juez Manuel García Castellón fue Fernando Muñoz Támara, cuñado de la presentadora y amiga del comisario José Manuel Villarejo, Ana Rosa Quintana.
Tenía que volver a dar explicaciones sobre cómo se fraguó un presunto
negocio con el policía jubilado para extorsionar a un exsocio (y su
abogado) con el que tenían diversos problemas judiciales. Esto es lo que
se investiga en la Audiencia Nacional dentro de la causa Tándem como la
pieza Pintor, que previsiblemente será juzgada en breve.
Fernando refutó en
su declaración lo que figura en los audios encontrados en el registro de
los inmuebles y las empresas de Villarejo cuando fue detenido a
principios de noviembre de 2015. A él se lo presentó Juan Muñoz, marido de la presentadora. Tienen una primera comida introductoria y después varias reuniones, una de ellas incluso con un abogado, Ricardo Álvarez-Ossorio
(conocido como "el abogado del diablo" por defender casi exclusivamente
a narcotraficantes) que, como amigo y vecino de la lujosa urbanización
de Sotogrande (Cádiz), les está echando una mano.
Y Fernando Muñoz Támara dijo la verdad. Porque él no estuvo presente en la comida que desveló Público y
que celebraron el 26 de enero de 2017, en la que Ana Rosa Quintana y
Juan Muñoz se reúnen con el jubilado e imputado comisario José Villarejo
y su mujer, Gemma Alcalá, acusada junto a él de grabar al CNI y a Asuntos Internos en la causa del pequeño Nicolás. En ese encuentro, citado en uno de los últimos informes de Asuntos Internos, Juan Muñoz le expone a Villarejo su problema y conciertan el siguiente encuentro con su hermano y socio, Fernando.
20.000 euros, el precio de amigo por un espionaje a un exjuez
El siguiente
encuentro fue también una comida. En esta ocasión acuden los hermanos
Muñoz Támara y Villarejo. En las más de dos horas y media que dura la
reunión, además de abordar los problemas que tienen en los juzgados con el denominado El Pintor, un exsocio llamado Matías Navarro, hablan también de la influencia que Villarejo debería ejercer en el nuevo ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, a través de su también amiga y aparente cliente, la entonces ministra de Defensa y secretaria general del Partido Popular, María Dolores de Cospedal.
La comida tuvo
lugar el 15 de febrero de 2017, apenas dos semanas después de que
entraran en contacto para hablar de las dos causas judiciales que
acuciaban a su familia y también de los problemas que se le acumulaban
al comisario; y la intención de los hermanos Muñoz Támara era que Villarejo utilizara sus influencias en favor de los hermanos.
Hasta el punto que el comisario jubilado les dice: "El otro día, que
hablé con María Dolores [Cospedal] y le dije 'hacer esto y tal y esto' y
me dice 'que no, que es que le están diciendo que...'. Le
está diciendo la gente que le dice lo que quiere oír. Yo, como no tengo
ningún problema, siéntame con él, con el Zampa y le explico".
Tal es el interés
que Juan Muñoz Támara tiene en que Villarejo utilice sus contactos en la
Policía, que le responde al comisario: "Y que se están metiendo conmigo igual que contigo...", en alusión a las investigaciones abiertas contra ellos, como se puede escuchar a continuación.
Según declaró el jueves Fernando Muñoz Támara, "en
la segunda reunión participamos Villarejo; su socio y abogado, Rafael
Redondo; mi abogado, Álvarez-Ossorio; José Luis González; mi hermano y
yo. Entonces Villarejo nos enseñó el primer vídeo".
Fernando se refiere
al vídeo comprometedor contra el abogado del exsocio de los
empresarios, el exjuez Francisco Javier de Urquía. La grabación de
dicho vídeo fue organizada presuntamente por Villarejo a instancias de
Monzer Al Kassar, traficante de armas y cliente de la red privada del
policía, cuando Al Kassar fue acusado en la operación Hidalgo en 2006, causa de la que De Urquía había sido previamente juez instructor.
Sin embargo, como
queda grabado, Ricardo Álvarez-Ossorio, como abogado-asesor de los Muñoz
Támara y conocedor de esa causa y del exjuez De Urquía, asegura que ese
vídeo, en el que supuestamente sale De Urquía con dos mujeres
consumiendo cocaína, es material viejo. Por lo que les encargan
actualizarlo.
Fernando prosigue su declaración, según fuentes presentes en la sala: "A la tercera reunión vamos solo mi hermano y yo con Redondo y nos enseña el segundo vídeo que le han hecho a [De] Urquía. Villarejo llega tarde a la reunión".
"La cuarta reunión
es cuando Redondo nos da el informe definitivo y le pagué en mano los
20.000 euros a Redondo, al recibir el informe definitivo".
Para ese "informe
definitivo", Villarejo contrató a un policía cuya novia tiene una
agencia de detectives, y les hizo creer que estaban haciendo un trabajo
para el CNI, según han declarado y explicó Público en la información 'Operativo Plaza': Villarejo, ya jubilado, usó bases policiales para consumar la trampa contra el socio de los Muñoz Támara.
Librar a un hermano
Después de
Fernando declaró su hermano, Juan, el marido de la presentadora de las
mañanas de Telecinco. Según fuentes presentes en la sala consultadas por
Público, "está claro que la estrategia es común en la familia y en este caso Fernando fue a salvar a Juan, por los cambios de declaración y de actitud de este".
Juan Muñoz Támara
reconoció ser él quien aparecía en los audios de las reuniones
mantenidas con Villarejo (no podía eludir que era conocedor del plan de
extorsión ni que se iba a pagar por ello). Excluyó a su mujer de sus
relaciones con el comisario ahora en prisión y explicó que entró "en
contacto con Villarejo a finales de 2016 por el problema que me comentó
mi hermano que tenía". Pero rectificó su primera declaración, en la que afirmó que él había pagado a Villarejo. En esta nueva versión, fue su hermano quien pagó al socio del policía, Rafael Redondo.
Era más difícil
negar que el informe tenía como fin violar la intimidad de su exsocio y
del letrado De Urquía, pero Juan Muñoz niega saber que hubiera datos
confidenciales, aunque reconoce que "Redondo nos enseñó en el ordenador documentos en Excel que incluían muchos datos, aunque lo hizo de manera rápida".
Admitió que, a pesar del "disparate ilegal" que les presentaba Villarejo, él mismo le llevó un pendrive con la grabación de una conversación privada entre su hermano Fernando y su exsocio Mateo Martín en marzo de 2017, en la que Mateo reconocía su culpabilidad.
Tampoco pudo
mantenerse al margen de los encuentros en los que "Villarejo nos
facilitó el primer vídeo, y el segundo, Redondo". Pero intentó mitigar
la situación: "Tras ver el primer vídeo, decidimos que eso es un
disparate ilegal, pero no denunciamos a Villarejo, ni rompimos el
contrato, ni nada, quizás sobrepasados por la situación".
En un momento de su declaración, Juan Muñoz Támara manifestó a su señoría y a los fiscales estar "dispuesto a reparar el daño que puedo haber cometido". Consciente, probablemente, de que el arrepentimiento debe ser tenido en cuenta por el juez." (Patricia Lopez, Público, 05/06/20)
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