12.9.17

Por primera vez en la historia hay un medicamento -el tratamiento contra la Hepatitis C- que los países más desarrollados no consiguen pagar

"En abril del año pasado conocíamos que la Fiscalía imputaba a altos cargos del gobierno gallego por no administrar a tiempo el medicamento de la Hepatitis C a 6 enfermos que acabaron perdiendo su vida.

La excusa que esgrimieron a los médicos que los recetaron, y presentaron numerosos informes y quejas, era que el medicamento era muy caro. Sabemos que esto es parte de la verborrea de los gobiernos empeñados en pagar a raja tabla la deuda, y que ese medicamento era asumible por el Estado.

 Del mismo que también es cierto que las farmacéuticas actúan junto a los gobernantes para imponer precios abusivos a sus nuevos productos, aprovechándose de aquellos que los necesitan para sobrevivir.

En este sentido el colombiano Germán Velásquez, que abandonó en 2010 la Organización Mundial de la Salud (OMS) denuncia el control que en ella estaban ejerciendo las grandes compañías farmacéuticas. Con motivo de la Semana Galega de Filosofía, en Pontevedra, este año dedicada el tema de la salud, Velásquez fue el ponente principal de la segunda jornada.

Velásquez destacó que grandes laboratorios fueron ganando poder económico y político en las últimas décadas, acabando por ser "empresas financieras que secundariamente producen bienes de consumo que poden curar". 

En este sentido, también destacó que la base del problema son las patentes, que se introdujeron hace solo 20 años en los productos farmacéuticos, coincidiendo con la fundación de la Organización Mundial del Comercio.

Recientemente, dice, “en los dos últimos años… por primera vez en la historia hay un medicamento -el tratamiento contra la Hepatitis C- que los países más desarrollados no consiguen pagar, bien sean los seguros públicos en Europa Occidental, bien los seguros privados en los Estados Unidos. Esto es ya un problema global que afecta a todo o mundo.”

Debemos matizar que por más que los países desarrollados no puedan pagar el coste, lo que ocurre es que no están dispuestos a asumir esas pérdidas, debido a los compromisos de deuda en Europa Occidental, y a que las compañías privadas en Estado Unidos no podrían seguir aumentando sus beneficios. Aun así el fraude de las farmacéuticas es de proporciones bíblicas.

Para que nos hagamos una idea, Gilead sacó el medicamento Sovaldi con un precio de 84 mil dólares, caundo su coste de fabricación real fue de 60 dólares. España llegó al acuerdo de pagar 13 mil dólares por persona después de una dura negociación. En países como Francia se sitúa en 41 mil euros y Alemania 50 mil euros. En los Estados Unidos la industria farmacéutica tiene unos beneficios del 17%, mientras que el resto de sectores está como máximo en el 3,1%.

Estas empresas gigantescas casi siempre tienen su sede en paraísos fiscales y producen en países como Tailandia, donde los costes de la mano de obra son mucho menores. Extorsionan y chantajean a los gobiernos, que bien por coacción o por pura corrupción acaban cediendo, con las penosas consecuencias para millones de seres humanos. En muchos casos financian campañas electorales, comprando literalmente a los gobernantes, para obtener leyes ad hoc a sus intereses.

Por otra parte la investigación privada se diseña en exclusiva en función de los mercados de venta, y la maximización del beneficio. No se usan criterios como la prevalencia de enfermedades simplemente porque en muchos Estados, ni los gobiernos ni las personas tendrían dinero para comprar sus productos.

 Sin ir más lejos el SIDA es una enfermedad, que sin tener cura permanente, está controlada en los países ricos. Sin embargo en muchos países africanos sigue devastando a la población. Así como con el caso del ébola, la malaria, la tuberculosis u otras. Solo se produce para los países ricos.

En relación a esto, en las Facultades de Medicina, Farmacia, Biología, Química, y en general en todas las ciencias biológicas, cada vez es mayor la injerencia de empresas privadas en las líneas de investigación. Como parte de un proceso privatizador de la enseñanza universitaria, los fondos públicos para la investigación cada vez son menores, siendo en el Estado español endémicamente bajos.

Las empresas privadas, y en este campo concretamente las compañías farmacéuticas y las compañías de productos transgénicos “salvan” a las universidades del colapso económico, pero a cambio de condicionar los planes de estudio a sus intereses económicos. Además, en Septiembre del 2016 Bayer se fusionó con Monsanto, siendo actualmente un conglomerado enorme que aglutina ambos sectores, gestionados de forma igualmente perversa.

Por otra parte, Velázques afirma que la OMS “cambió substancialmente”, sufriendo una “privatización alarmante”. “Hace 20 años- dice- más del 51% del presupuesto de la OMS procedía de los aportes de los 194 países miembros y hoy estos fondo representan menos del 20 % de los ingresos de la Organización”. La industria farmacéutica y fundaciones privadas aportan el 80 % restante.

Así creemos que para parar la progresiva privatización de la Sanidad a cargo de las compañías de seguros médicos, las empresas subcontratadas de gestión, las compañías farmacéuticas, así como los gobiernos cómplices, sólo cabe una solución. La nacionalización completa de las compañías farmacéuticas sin indemnización y la competencia estatal de todas las líneas de investigación médica y científica en general, bajo control de los profesionales y técnicos.

Así, es necesario cambiar las prioridades de dicha investigación, adecuándolas a las necesidades sociales, y no al lucro privado. Además, es imprescindible eliminar por completo el sistema de patentes, de forma que los productos fruto de la investigación puedan ser fabricados libremente en todos los países del mundo.

Para poder alcanzar estos reclamos, es necesario un plan de lucha continuada agrupando a los distintos sectores de trabajadores y el resto de sectores explotados. No pararemos hasta conseguir un sistema sanitario que atienda a las necesidades, liberado de las garras de los buitres de las compañías de seguros y la industria farmacéutica."             (Jacobo A. García , Izquierda Diario, 19/04/17)

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