5.12.16

Lesmes, nuestro hombre en el CGPJ... se quedó solo en su apoyo al indulto al kamikaze de la autopista de Valencia que mató a otro conductor. El caso lo llevaba el bufete de un hijo de Alberto Ruiz-Gallardón

"(...) Porque Carlos Lesmes (Madrid, 1958) llegó en 2013 al gobierno de los jueces después de haber estado ocho años como director general en los gobiernos de Aznar, en el segundo al frente de la Dirección de Relaciones con la Administración de Justicia. Es decir, era “nuestro hombre en la curia”.

 “Los puestos que ocupó Lesmes no se puede decir que fuesen técnicos y no políticos. Cuando fue director general de Objeción de Conciencia era en una época en la que los objetores iban a la cárcel”, considera Margarita Robles, que fue magistrada del Supremo y vocal del CGPJ, pero que nunca ocultó su cercanía al PSOE (tuvo cargos con Felipe González, dejó el Supremo para ir en las listas con Pedro Sánchez y fue de las que votó “no” a Rajoy). 

El actual presidente del Supremo había llegado al Gobierno Aznar, procedente de la carrera fiscal, desde el tribunal de lo contencioso de Valencia. Con el advenimiento de Zapatero, retomó la toga, ya para presidir la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional. 

El dolido adalid de la independencia judicial –de la “rabiosa independencia”, dijo en el discurso-- atravesó el desierto de los mandatos socialistas impartiendo o participando en cursos de la FAES, el nada independiente (ni ideológica ni presupuestariamente) think tank conservador de José María Aznar. Unos 16, una media de casi dos al año. Demasiados para que parezcan un accidente o una casualidad. 

Alguna de las decisiones que adoptó el autor del discurso, ya como magistrado en la Sala de lo Contencioso del Supremo, quizá no casen del todo con esa coherencia. Como la ilegalización de Sortu, que posteriormente tumbó el Tribunal Constitucional. 

O no se compadezcan demasiado con el principio de igualdad ante la ley: el que llegaría a ser presidente del Supremo se quedó solo en su apoyo al indulto al kamikaze de la autopista de Valencia que mató a otro conductor (el caso lo llevaba el bufete en el que trabajaba un hijo de Alberto Ruiz-Gallardón, y su defensor en concreto era el hermano del dirigente del PP Ignacio Astarloa).

  Cuando el PP volvió al Gobierno, Lesmes era un candidato natural al puesto que ahora tiene allí, en el CGPJ y en Supremo. Aunque no tenía demasiada experiencia en el Supremo (con todo, más que Carlos Dívar, que no lo había pisado), había participado en los cursos de la FAES y en la redacción de las dos últimas reformas de la Ley del Poder Judicial. Y era amigo de Alberto Ruiz-Gallardón (también fiscal de carrera).   (...)

“Es conservador, muy conservador, eso no es ningún secreto. Es afable en el trato, pero un autoritario de tomo y lomo, tiene poder, y lo ejerce, incluso con los suyos. Es muy consciente de las debilidades de los demás, impone su criterio, sea justo o injusto, y eso le hace tomar decisiones a veces un tanto arbitrarias, que le han ocasionado algunas broncas, como cuando impuso al presidente de la sección tercera”, dice uno de los vocales en su día designados por el PSOE. 

Contra la norma no escrita de que los presidentes de la Sala de lo Contencioso del Supremo renovaban un segundo mandato, Lesmes removió la silla de José Manuel Sieira, un juez de carrera con 21 años de experiencia de magistrado, para promover a un amigo, Luis Díez-Picazo, juez por el quinto turno con una experiencia de siete. Sieira había sido el inductor de la anulación del indulto al kamikaze de Valencia.

 También, contra el criterio de su entonces compañero de sala Carlos Lesmes, había promovido una cláusula en la sentencia de la plataforma Castor que permitía al Gobierno no pagar la indemnización multimillonaria a Florentino Pérez (que el Gobierno, generosamente, declinó utilizar). Y sobre todo, Sieira era amigo personal de Margarita Robles, la némesis de Lesmes, y se negó a dejar de serlo. (...)

En lo de imponer su criterio le ha venido al pelo, además de las dosis de imaginación, la reforma del Poder Judicial que ayudó a redactar: todo el poder del CGPJ reside en la Permanente. Y a los cinco vocales que integran la Permanente los escoge el Pleno, pero los propone el presidente. De hecho, cuatro vocales del CGPJ presentaron un recurso en el Supremo por presuntas irregularidades en la renovación de la Permanente, en enero de 2015. 

Entonces, seis vocales habían realizado una propuesta por escrito, como punto del orden del día, tal y como dicta el procedimiento, pero no fue discutida ni votada, “y en su lugar se aprobó la formulada verbalmente por el presidente”. El pasado miércoles 23, el Supremo desestimó el recurso. Lo hizo, como corresponde, la Sala Tercera, la que preside Díez-Picazo. 

Fuera de la Permanente hace mucho frío y nadie te oye. Los vocales que no forman parte de ella no pueden viajar a Madrid sin autorización expresa, y en ocasiones a algunos se les ha denegado la autorización para consultar expedientes de temas sobre los que tendrían que pronunciarse. “Nadie se atreve a plantarle cara. Ni en el pleno ni fuera. 

En cuanto llegó, diez días antes de Navidad, mediante un email, echó a 20 trabajadores a la calle, dándoles media hora para recoger todo. Sin embargo, convocó cinco plazas de letrados con carácter vitalicio, que antes no lo eran, y al día siguiente de las elecciones de diciembre, el tribunal calificador concedió dos, una de ellas al yerno de su segundo en el Supremo”, comenta una fuente del CGPJ. 

Margarita Robles lo resume así: “Como presidente del Consejo, en vez de fortalecer el organismo y, por lo tanto la independencia del poder judicial, lo está haciendo un órgano completamente presidencialista, donde él es el que toma todas las decisiones, más dirigidas hacia apuntalar su imagen personal que a la institución”.  (...)

“No se le conoce ninguna aportación, ninguna propuesta, ni como fiscal ni como juez. Y lo que es peor, ningún interés en hacerla. Ha vivido agazapado, esperando una oportunidad, aplicando de forma burocrática la legalidad”, dice un compañero de carrera.

 “Cuando le propusimos reunir todas una serie de causas pendientes iguales que iban a ser cientos, o miles, en una sola, para evitar gastos a la administración y complicaciones a las partes, no es que argumentase a favor o en contra. Simplemente no escuchó”, se queja. 

En el CGPJ, sin leyes polémicas sobre las que informar, ni plazas a adjudicar por las que tengan que pelear las asociaciones de jueces, con una Permanente de hierro, rige la pax Lesmes. Según los cgpjólogos, el actual presidente intentará la muy difícil tarea de trabajarse la reelección, en 2018, y si no, recalar en el Tribunal Constitucional. “Nuestro compromiso institucional con el Estado de Derecho ha de guiarnos siempre por la senda de la excelencia jurídica, con ecuanimidad e independencia”. Ha dicho. "                 (Xosé Manuel Pereiro , CTXT, 30/11/16)

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