"El Deutsche Bank es todo un símbolo de Alemania, de su gran poder
industrial y vigorosa capacidad exportadora pero, desde que vendió su
alma al diablo y adoptó el modelo de banca anglosajona, se ha convertido
en blanco de las críticas en el propio país. (...)
Sin embargo, como señala Der Spiegel en un editorial que publica en
su último número, poco a poco el negocio crediticio dejó de ser su
principal preocupación y comenzaron a llevar la voz cantante los
defensores de resituarlo en la órbita de la banca de inversión, con jóvenes banqueros buscando rápidos beneficios para el banco y los correspondientes bonos para ellos mismos.
«Sobre todo en los años salvajes que precedieron al estallido en 2008
de la crisis financiera, los banqueros de inversiones abusaron de su
poder: engañaron, manipularon y se llenaron de paso los bolsillos. Y su
incitador fue –él mismo lo ha reconocido– el copresidente actual, Anshu
Jain».
(En 1998 el Deutche Bank adquirió el norteamericano Bankers
Trust, especializado en productos derivados y operaciones de alto
riesgo. Esa compra le convirtió en el mayor banco del mundo, pero con
ella consiguió una ventaja añadida y deseada: escapar a los controles
sociales que la participación de los trabajadores imponía en el modelo
de cogestión, consideradas como “rigideces del sistema”.
La fusión con Bankers Trust, lo mismo que la planteada entre
Daimler-Chrysler en el sector del automóvil, luego fracasada, o la
producida entre Hoeschst-Rhône Poulenc en la industria química, fueron
justificadas como exigencias de la globalización y como la única forma
en que los primeros ejecutivos se podían liberar de los corsés del
modelo participativo alemán.
Ese modelo era un estorbo para desarrollar
el poder omnímodo del primer ejecutivo, típico del modelo de gestión
anglosajón, que está detrás de los escándalos de corrupción y de las
ineficiencia ahora detectadas.)
Precisamente en 2008 pareció de pronto mostrar algo más de interés por la modesta clientela al adquirir el Postbank (banco
de correos), negocio en el que su entonces presidente, Josef Ackermann,
vio algo así como un contrapeso a los nuevos riesgos de la banca de
inversiones.
Sin embargo, bajo su doble presidencia actual, la del
alemán Jürgen Fitschen y el británico de origen indio Anshu Jain, el
Deutsche Bank ha vuelto a dar un salto atrás con el proyecto de venta
del Postbank y la pérdida de en torno a 14 millones de pequeños
clientes.
Como señala la prensa alemana, el Deutsche Bank seguirá contando con
entre ocho y nueve millones de clientes particulares y prestando
servicio a unas 12.000 pequeñas y medianas empresas, pero tendrá que
ganar en eficacia, lo que significará el cierre de varios centenares de
oficinas y una decidida apuesta por el sector digital.
Der Spiegel critica duramente el modelo que proyecta el actual equipo
directivo y denuncia que la decadencia del otrora orgullo del mundo
financiero alemán comenzó con la dedicación a la banca de inversiones de
influencia anglosajona en un intento de emular al banco Goldman Sachs.
«El Deutsche Bank- continúa el editorial- sufre hasta hoy de la corrupción de costumbres derivada de la incorporación de los banqueros de inversiones.
Y tiene que seguir pagando hoy sanciones de miles de millones por sus
delitos de entonces. Hace tiempo que debería haberse dado cuenta de que
está en un callejón sin salida porque se ha vuelto dependiente de los
mismos que tanto contribuyeron a sus ganancias, pero que hoy son
responsables de pérdidas astronómicas».
(El Deusche se ha visto involucrado en múltiples escándalos de manipulación y corrupción. Recientemente ha reconocido destinar 350 mill de € a abogados que le defienden de 6.000 demandas. En EEUU está imputado por su comportamiento con las subprime, producto típico de la banca de inversión que ocasionó la crisis financiero de 2008. El pasado mes de abril fue condenado a una multa de 2.300 mill de € por manipulación del Libor y otros tipos interbancarios.)
Alemania necesita, escribe la revista, un Deutsche Bank fuerte y tan
internacional como todas esas empresas que han convertido al país en
campeón de las exportaciones, pero no uno volcado en maniobras
especulativas que con «fondos hedge y con otras sociedades financieras»
pretenda hacer negocios rápidos «en los que el riesgo y los potenciales
beneficios no guardan relación». (nuevatribuna.es | Joaquín Rábago 18 de Mayo de 2015)
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