"La presunta trama fraudulenta de los cursos de formación, que
investigan hasta ocho jueces de la región, atraviesa la comunidad de
punta a punta.
Según el testimonio de una profesora, al que ha tenido
acceso andalucesdiario.es, los dueños de las cuatro academias donde
trabajó la “obligaban a donarles hasta el 50% de su nómina”.
La
situación, siempre según su relato, se reproducía en las provincias de
Huelva y Sevilla e incluso en la Federación Onubense de Empresarios
(FOE).
Este testimonio se suma a una primera declaración similar emitida por
Onda Cero Almería, donde otro docente reveló estas presuntas prácticas
irregulares que, si no aceptaba, le conducían directamente al paro como
represalia.
En el caso de la profesora, ésta relata que “iba al banco con el dueño de la academia y le tenía que dar en mano la mitad del talón que facturaba, en ocasiones más”.
Según detalla, llegó a cobrar 45 euros la hora, pero sólo percibió 12
euros. “Si querías comer no tenías más remedio que hacerlo”, advierte.
Consciente de que es “cómplice” del presunto fraude, esta docente
argumenta que “no se puede denunciar porque o entras por el aro o no
trabajas”. Aunque dio clases desde el año 2002, fue en 2010 cuando decidió no seguir aguantando esa situación, y desde entonces está parada.
“Cuando me llaman desde una academia y digo que no acepto, ellos me
dicen que ya encontrarán a alguien que sí lo haga”, lamenta.
Sin embargo sí reclama su inocencia porque aunque “sabía que había
dinero (de la subvención pública) que se perdía”, ella defiende que “no
se ha quedado dinero”, de hecho lo ha perdido, porque ha facturado lo
que no ha cobrado.
Sobre la posibilidad de denunciarlo ahora, una vez
que el caso ya está en los tribunales, lamenta que si lo hace “tendría
que, como la mitad de los jóvenes, salir de España”. Aunque admite que
no sabe si la situación se repite en otras academias, sí le consta que
lo mismo le sucedía a sus compañeros, de media cinco o seis profesores, a
veces diez, por academia.
Para justificar la subvención, los docentes se encargaban de llamar a
los alumnos. Se les prometía una ‘tablet’ y “mil millones de cosas que
se quedaban por el camino”. Muchos de ellos eran “falsos alumnos” porque
eran trabajadores de las academias y confederaciones.
La profesora asegura que cuando hablaba con los gestores de los
cursos le explicaban que “desde el Fondo Social Europeo a la Junta se
perdía dinero por el camino; también de la Junta a las academias y de
las academias al profesor”. Por eso, ella se lamenta de que los perjudicados son “fundamentalmente los profesores, que no cobraban lo que tenían que cobrar,
y también los alumnos, que no tenían las prestaciones que tenían que
tener, como por ejemplo el material”.
En su opinión de trata de un presunto fraude “no sólo de sindicatos, sino de todos: también propiciado por academias y empresarios”. Los
alumnos tampoco lo denunciaban, pero “sí protestaban por el material
que no recibían y que en la guía del curso sí aparecía”.
Para que el presunto fraude se mantuviera, los inspectores “avisaban
el día antes” de la visita al centro. De este modo, en cursos de 20
personas matriculadas, donde normalmente asisían 4 ó 5 alumnos, el día de la inspección venían todos”.
Incluso las firmas se recogían por todo el edificio.
Ella misma ha sido
también beneficiaria de dos títulos de cursos a los que jamás asistió.
Reconoce que “aporta al currículum”, pero en realidad “no se recibe la
docencia”. Hay alumnos apuntados en contaplus (contabilidad), pero “que
no saben de contaplus”.
Según ha comprobado a lo largo de los años esta profesora, “la Junta hace inspecciones sabiendo que realmente no se imparten los cursos a los alumnos matriculados”.
Al Gobierno le interesaba dar cuantos más cursos mejor, porque de cada
uno que concedía “se quedaba un porcentaje.
Todo era en (dinero)
negro”. Aunque ella no tiene constancia de que los responsables públicos
estuvieran al tanto del fraude, sí deduce que “seguro que alcanza al
nivel político”, porque “si eres amigo de fulanito te dan el curso, y si
no lo eres, no”. La docente lamenta que durante estos ocho años ha sido
una “dura situación, cansada de estudiar, invirtiendo tiempo y dinero,
con dos carreras y seis masters” y a pesar de todo ahora está en paro. (...)" (Elena Manzano
, Público, 11 sep 2014)
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