"Diez años del tamayazo. El 10 de junio se cumplen
diez años de la traición de dos diputados regionales socialistas,
Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, que acabó con las posibilidades del
Gobierno de coalición entre PSOE e IU que se estaba trenzando. No fue
posible.
Se repitieron las elecciones y Esperanza Aguirre logró una
mayoría absoluta que ha prolongado hasta la fecha la égida 'popular' en
Madrid. El tamayazo enterró las aspiraciones de un Gobierno de izquierdas y catapultó a Esperanza Aguirre. (...)
Pero no se ha podido demostrar que Tamayo y Sáez hayan recibido nada.
En ninguna de las maneras. Yo se lo pregunto a Esperanza Aguirre,
Rafael Simancas y José Luis Balbás [líder de la corriente socialista
Renovadores por la Base], que fue el supuesto autor intelectual de la
espantada, según el PSOE. Balbás y Aguirre lo niegan, y dicen que nunca
habrá pruebas porque no hubo nada de lo que sospecha y denuncia el PSOE.
Los socialistas madrileños no pierden la esperanza de que se descubra
lo que ocurrió, y están convencidos de que tal y como sucedió con el caso Gürtel y el caso Filesa,
ocurrirá cuando alguien de muy dentro pueda tirar de la manta.
Pero ha
pasado demasiado tiempo como para que este asunto no se hubiera
esclarecido del todo. Resulta muy llamativo comprobar que, de alguna
forma, ni el PP ni el PSOE, al menos a las direcciones nacionales, no
han estado demasiado interesadas en llegar hasta el fondo de la
cuestión. (...)
Lo que sí se pudo aportar es un
buen número de coincidencias de llamadas y reuniones entre gente próxima
al PP y el entorno de Tamayo y Sáez.
La lista de indicios, casualidades y coincidencias debería tener un
límite temporal. Pero aquí hay una confabulación de elementos que
apuntan en un mismo sentido, pero no parece que todo ese cúmulo de
indicios, coincidencias y casualidades fuera suficiente para alentar una
investigación judicial, y tampoco el PSOE fue capaz de poner contra las
cuerdas al PP en la comisión parlamentaria de investigación. No fue
suficiente con todo eso. Ni entonces ni ahora se ha descubierto la
pistola humeante que fuera la clave de aquel asunto. (...)
En el libro cuenta cómo el entonces
ministro de Defensa llama a Simancas para avisarle de que tenía
información, para luego desdecirse.
Es muy chocante. Los socialistas madrileños no pueden ocultar su
decepción por que llamara Bono para anunciar algo y, al cabo de los
días, llama Simancas y Bono dice algo así como “no he encontrado una
actitud muy positiva y el asunto no tiene la dimensión que yo
imaginaba”.
También apunta a un plan B en uno de los capítulos.
No es un plan B para hacer fracasar el Gobierno de Simancas propiamente
dicho, sino para presionarle. En plena negociación entre IU y el PSOE,
IU quería conseguir mayor cuota de poder, y cabe imaginar que el
entonces diputado Jorge García Castaño recibió una llamada de José
Antonio Moral Santín. Pero más para presionar a Simancas que un golpe
civil paralelo al que se estaba orquestando.
El PSOE a esta idea tampoco
le ha dado demasiada relevancia. Este episodio lo sitúo en el contexto
de que el funcionamiento de mesa camilla paralela a las instituciones;
de cómo personas alejadas en lo ideológico, como los partidos,
sindicatos y patronal, se ponen de acuerdo en la recalificación del Real
Madrid, Caja Madrid, todos se ponen de acuerdo.
Simancas tras las
elecciones dice que quiere que el presidente de Caja Madrid sea alguien
distinto a Miguel Blesa. Luego admite que fue un error anunciarlo, y
Moral Santín, que era consejero de Caja Madrid, ha seguido manteniendo a
Blesa en el cargo durante todos estos años. (...)
¿Era un Gobierno que podía amenazar muchos intereses?
El PSOE hizo mucho hincapié en el asunto urbanístico, se quería cambiar
la ley del suelo. Desde que Simancas aspira a ser presidente y sabe que
puede serlo, recibe numerosas presiones de todo tipo. Había muchos
intereses en juego, los financieros de Caja Madrid, los urbanísticos,
los educativos por los concertados, los sanitarios por las fundaciones,
los comerciales.
Simancas recibe presiones para evitar que aplicara la
política que había comprometido en su programa. Era un factor de riesgo
para las enormes expectativas que se habían fraguado algunos. (...)
Durante la comisión de
investigación parlamentaria aparece el secretario general del PP,
Ricardo Romero de Tejada, como un hombre relevante en el asunto.
Es uno de los personajes más peculiares de todo este asunto. Aguirre
nunca tuvo una relación estrecha con él, pero se ha mantenido hasta los
últimos días de Caja Madrid y Bankia. Era un personaje no demasiado
conocido, pero muy poderoso, su padrino era Rodrigo Rato. Recibe a los
constructores el mismo día de la espantada por la tarde, los
constructores con los que tiene una vieja relación en Villaviciosa de
Odón y que ayudaron a Tamayo a reservar habitaciones de hotel.
Romero de
Tejada los recibe en la tarde del 10 de junio, oficialmente para
negociar un acuerdo político en Sevilla La Nueva. El día 9 también se
reúne con Rodrigo Rato. Es un personaje que sabe mucho más de todo este
asunto de lo que dice, es amigo de Verdes, el abogado que asesora a
Tamayo, militante del PP.
El estrambote final es esa pintoresca
averiguación que se hace que demuestra que mintió cuando se supo que
cotizaba a la Seguridad Social en una empresa de fotocopias. En
noviembre de 2004, Aguirre gana el Congreso del PP de Madrid y le releva
por Francisco Granados.
¿Sirvió de algo la comisión de investigación?
Mantuvo entretenidos a políticos y periodistas, el PP tenía la mayoría
absoluta en la Cámara, pudo dictar quiénes eran los comparecientes.
Básicamente el PP consiguió que el juicio a dos traidores se convirtiera
en un juicio al PSOE." (eldiario.es, 10/06/2013)
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