"Es indudable que los verdaderos expertos en la corrupción son quienes la practican. (...)
En este texto hemos seleccionado una (corta) serie de fragmentos de
estas conversaciones que son suficientemente representativos para
ilustrar lo que podemos llamar el “imaginario de la corrupción” en
España.
I. EL IMAGINARIO DE LA CORRUPCIÓN
¿Qué tienen en la cabeza los corruptos cuando llevan a cabo actividades presuntamente delictivas? (...)
Después de leer un buen número de sumarios judiciales sobre delitos de
corrupción, creemos que estamos en condiciones de condensar ese
imaginario de la corrupción en cinco elementos (tabla 1). Los entrecomillados son expresiones literales extraídas de tales conversaciones.
1. Los frutos de la corrupción: el bolsillo y otros fines
El
primer elemento del imaginario son los fines perseguidos por la
corrupción. El fin principal suele ser el enriquecimiento ilícito, pero
generalmente de manera instrumental aparece un segundo fin relacionado
con este: la financiación de las campañas electorales.
Para poder
enriquecerse ilícitamente con la “venta” de determinadas decisiones
públicas es necesario previamente haber alcanzado una posición de poder
público. Para ello, en el caso de puestos de elección pública, es
necesario invertir en el coste de una campaña electoral con la que
asegurar que se va a alcanzar la posición de poder deseada.
Una conversación ampliamente conocida, publicada en su momento en la prensa,[1]
nos sirve para ilustrar estos extremos. Tuvo lugar en Orihuela entre
Ángel Fenoll –un empresario del sector de las basuras, que es uno de los
grandes protagonistas del Caso Brugal– y un entonces concejal de un
grupo político minoritario del Ayuntamiento de Orihuela, el Centro
Liberal, Jesús Ferrández. (...)
Ángel Fenoll: Cuando llegue el momento antes del Pleno...
Jesús Ferrández: Si yo no quiero nada, tú paga la campaña.
Fenoll: Ya, ya... Que sí... Que te lo digo para que tengas confianza al 100%... Una campaña al estilo americano.
Ferrández: Al estilo americano no, una campaña que podamos sacar ocho o nueve concejales... Yo quiero que estos [PP] no gobiernen solos, que si nosotros decidimos después, decidimos nosotros [CL]. (...)
Ferrández: Nosotros, con cincuenta votos de La Murada, veinte de La Aparecida... Nos sobra, no tenemos que sacar mayoría absoluta, con sacar un par de concejales más ya está, no tenemos que ganar las elecciones. Y si nosotros tenemos la suerte...
Fenoll: Tienes la llave... Ellos tienen que entenderse contigo, ellos quienes sean...
Ferrández: De eso se trata. Además tú lo sabes... Yo eso de ser alcalde me la suda. Yo lo que quiero es mangonear por detrás. Si el que se ha equivocado conmigo ha sido Medina [el entonces alcalde de Orihuela]. Podría haber sido el tío más feliz del mundo, teniéndome a mí mangoneando por detrás, es lo que más me ha gustado siempre. A mí eso de los discursos me la suda.
Están hablando, aunque no explícitamente, de que se trata de comprar votos. (...)
Ferrández: Nada más que mangoneemos un poco y cogiendo un par de PAUS de cuatro millones de metros cuadrados ni basuras ni la puta que las parió.
Fenoll: Es verdad, sí.
Ferrández: De qué estamos hablando. Se pueden ganar miles de millones con un PAU de tres millones de metros cuadrados. Tú calcula que los tres millones son millón y medio de metros cuadrados y la media entre el suelo y lo que gane de las viviendas, ponle como mínimo un beneficio de 20.000 pesetas el metro cuadrado: Salen 30.000 millones de pesetas, que es lo que están ganando esos hijos de puta.
Fenoll: Están ganando todo el dinero del mundo.
Pero, claramente, lo importante en el contexto temporal de los años del
boom inmobiliario es tener el control sobre el desarrollo del suelo en
el municipio. La velocidad con la que calculan el rendimiento de estas
operaciones es suficiente evidencia de cuáles son los objetivos que
pretenden realmente desde la posición de poder a la que aspiran. (...)
2. “Tener la llave”: el cargo como oportunidad
El
segundo elemento del imaginario gira alrededor de la idea de que el
ocupante del cargo público se encuentra en la posición clave para tomar
la decisión pública necesaria que permite el negocio corrupto.
En todas
estas conversaciones grabadas por los cuerpos policiales aparece
constantemente, como ya hemos visto en uno de los fragmentos anteriores,
la expresión “tener la llave”. La ocupación del cargo público adecuado
es vista como una oportunidad para el enriquecimiento ilícito de su
ocupante. (...)
La conversación elegida para ilustrar este elemento del imaginario tuvo
lugar en Camas, en la provincia de Sevilla, el 12 de septiembre de 2005. (...)
Concejal: ¿Qué recibiría yo?
Intermediario: ...Pues resolver tu vida, la de tus hijos, y la de veinte generaciones tuyas [...] Esto es un filón. Esto es oro, oro y oro.
Concejal: La corrupción la he visto pasar siempre tan de lejos. No creí que me iba a coger tan de cerca.
Intermediario: A todos nos llega la hora. A ti te ha llegado ahora. Yo voy a lo mío. No sé si vienes a sacarme información. Pero yo quiero hacer. Yo tengo unos señores que tienen unos intereses ahí. Te estoy hablando claro. Y tenemos la oportunidad de resolver nuestra vida para veinte generaciones, la tuya y la mía.
Siguiendo con el segundo elemento, el del cargo público como
oportunidad, una segunda ilustración corresponde a una conversación que
tuvo lugar el 5 de junio de 2008 en Arrecife (Lanzarote), entre un
consejero del cabildo de la isla y un intermediario que viene a pedirle
que desbloquee un plan urbanístico recurrido por el cabildo ante la
jurisdicción contenciosa y por la vía penal, a iniciativa de este mismo
consejero. Esta conversación completa representa una antología de la
corrupción. (...)
[...] y tú imagínate que hubieras trincao un 5 o 10 de todo el
proyecto ese, ¿qué pasa?, y es que te digo una cosa, si no lo hicieras,
si no lo hicisteis tú o la persona que tenía en ese momento la llave es
que son gilipollas, te lo digo sinceramente, es que son gilipollas, porque se creen ustedes que van a estar aquí toda la vida, que la política es itinerante [sic.], que esto no es un contrato fijo de trabajo,
tú lo sabes, es que es así [...]
Entonces tú te vas a mantener ahí tres
años, garantizar tres años. La próxima, mira, tío, no lo sé, porque
dentro de la maquinaria de ustedes unos cuantos que quieren quitarte a
ti para ponerse ellos [...]
Es que quieren tu puesto, quieren tu puesto,
eso es lo que hay, entonces, tienes tres años. Pero vamos, yo no te voy
a decir a ti lo que tienes que hacer, que tú eres un tío bastante
inteligente. Tú deberías amarrarte bien, y amarrarte bien, y amarrarte bien. Garantizarte tu futuro. (...)
2.B. “Si no lo haces, eres gilipollas”
El
segundo elemento del imaginario de la corrupción tiene un corolario. No
es solo que cuando se disfruta de un cargo público en el que se tiene
la llave hay que aprovecharlo, sino que si dejas de hacerlo no es porque
seas un tipo íntegro, sino porque eres tonto o, como suelen decir los
corruptores en estas conversaciones, “gilipollas”.
La justificación que
dan los corruptos para afirmar que quienes no se aprovechan del cargo
público no son dignos de respeto se basa en dos razones. La primera es
que, de todas formas, “todo el mundo pensará que lo estás haciendo”, así
que, si vas a quedar como un corrupto, al menos que sea con fundamento.
Este primer punto queda de nuevo magníficamente ilustrado en la
conversación canaria. El intermediario dice:
Claro, o sea lo que es de gilipollas, es que eso vaya p’alante, y ahí nadie haya trincado nada [...] en un proyecto que es [...] tela marinera. ¿Qué quieres que te diga? Pues si no han trincado nada ahí, no lo entiendo, sinceramente no lo entiendo [...] Como todo el mundo sabe lo que hay, que es imposible que no se haya hecho nada ahí.
La segunda razón es que “si no lo haces tú lo hará otro”. Es absurdo
hacerte el héroe de la integridad, porque siempre habrá otro dispuesto a
dejarse comprar, así que aún te sentirás más tonto por no haber
aprovechado la oportunidad cuando la tuviste. Según explica el
intermediario a la concejal de Camas:
Esta gente te va a montar un negocio y no vas a tener que trabajar más. Y si no lo haces tú, lo hará otro.
Esto
recuerda la frase que Francisco Hernando Contreras, El Pocero, le dijo
al alcalde de Izquierda Unida que paró el desarrollo de la enorme ciudad
dormitorio de Seseña[3]: “Tú eres tonto. Eres el único alcalde honrado de España.” (...)
Tras una larga (y espeluznante) narración a cargo del intermediario
de numerosos casos de corrupción en la isla en la que nombra
directamente a un buen número de conocidos políticos de todos los
partidos, el consejero del cabildo reacciona con ingenuidad y el
intermediario no le da opción:
Político: Aquí el más tonto hace relojes, ¿no?
Intermediario: Tonto aquí, yo no veo ninguno. Yo el día que me presentes a uno te doy una medalla.
Político: El primer tonto soy yo, parece hay alguno despistao.
Intermediario: No, tú no eres tonto, lo que pasa es que acabas de entrar también ¡joder!, llevas poco tiempo, ¿no?
3. “Además, no te va a pasar nada”
El
concepto de la impunidad es un elemento poderoso en el imaginario de la
corrupción. Las reglas del juego corrupto son sencillas, “la Biblia
está escrita desde hace tiempo”, según el intermediario de la
conversación canaria en otra frase digna de ser esculpida en mármol:
¿Cómo se hace eso? Pues muy sencillo. Tú, que eres el personaje público, ni apareces.
Entonces, por ejemplo yo [con el promotor] hago un contrato, ese sí que
se hace público, una cosa 100% legal, de un porcentaje en el que figura
que [el intermediario] tiene un porcentaje en esta sociedad, luego yo
contigo, si tú quieres, hago un contrato privado –el contrato privado
vale igual que uno público–.
Tú tienes tu copia y la guardas, que de la
parte mía el 50% es tuyo, y ya está. Eso no tiene por qué aparecer jamás en la vida, jamás.
Cuando tú termines todo tu bagaje y tal y cual, que no va durar mucho o
cuando tú quieras, eso se llevará a escritura pública y ya está [...]
Así es como se hace, ¿entiendes? [...] Con cosas privadas tú no vas a ver nada, eso se amarra bien y no hay problema, eso te lo digo yo [...] La Biblia está escrita desde hace tiempo [...]
Esta operación, si sale, va a salir de puta madre, ya lo verás. Cuando tú te encuentres con una cosa de esas, si quieres voy yo y lo arreglo, o sea, tú no tienes ni que aparecer.
Si a ti te viene mañana [el promotor]... ¡Coño! ¿Cómo podemos
desbloquear este tema tal y cual?
Tú me llamas [el intermediario], vete
con él [el promotor], escucha lo que te dice, y luego yo hablo con él:
esto lo podemos desbloquear, pero ¿cómo queda la cosa? Y ya está, tú no apareces por ningún lao, por ningún lao [...]
El blanquearlo es muy fácil,
o sea a mí me dan mañana mil millones de pesetas, me dicen: “Mira tengo
mil kilos en, no sé, Islas Caimán o..., tráetelo p’acá y lo tienes
blanqueado en dos años.”
En
este caso, el intermediario le explica al político cómo hacer el pago
del soborno garantizándole toda la opacidad posible para que no deje
huellas. (...)
4. “No vayas a joder al pueblo”
Ampliar
el número de beneficiarios de este tipo de intercambio parece ser otra
de las principales reglas del juego entre corruptos, al menos entre los
más avezados en estos negocios.
La conversación de la isla canaria
vuelve a servirnos una ilustración de este elemento del imaginario. Tras
poner algunos ejemplos de políticos corruptos a los que perdió la
avaricia, el intermediario advierte al político:
No vayas a joder al pueblo, o sea lo que es estúpido es que en el [barrio popular], tú no le dejes hacer casas [...] Claro, tú tienes que ser generoso, a la gente del pueblo ponle lo que quiera a [barrio popular] dos plantas, y en [otro barrio] otra planta más pa esa gente para que lleve a la familia y que se beneficie todo el mundo y después de tres o cuatro operaciones gordas que hay [...], empresas privadas con dinero y tal, a la gente no le importa mientras [...] tú hagas cosas por el pueblo. Lo que no puedes hacer es to pa mí, to pa mí y que se joda el resto del mundo, entonces te joden vivo. (...)
Un ejemplo de esta hipocresía populista es el de Jesús Gil. Después
de tantos años en Marbella, donde renovó cuatro veces seguidas su
mayoría absoluta; después de tanta supuesta creación de riqueza y
puestos de empleo, la población de Marbella se había multiplicado por
cuatro.
Sin embargo, la realidad es que siguió teniendo un solo
consultorio médico, las mismas líneas de transporte público, y menos
metros de jardines públicos por habitante de las que tenía antes de Gil.[4]
El mensaje es: “No vayas a joder al pueblo”, pero realmente el pueblo
acaba gravemente perjudicado por este tipo de comportamientos, aunque en
muchos casos tarde bastantes años en advertir las consecuencias del mal
gobierno y la corrupción.
5. “Esto funciona así”
El
elemento quizás más preocupante de este imaginario es la transmisión de
la idea de la inevitabilidad de la corrupción, la idea de que el
sistema político en la práctica “funciona así”. Las reglas del juego son
estas, y, por lo tanto, lo de cumplir con la legalidad parece ser lo
excepcional. (...)
La siguiente conversación es pública, tomada de una entrevista del reportero Luis Gómez en El País en noviembre de 2010.[5] (...)
Luis Gómez: Y sus competidores están también convencidos de que recibe trato de favor de los políticos.
Enrique Ortiz: Un político no te da la contrata, pero sí te la puede quitar. Las cosas las tienen muy claras. He hecho muchos favores toda la vida a políticos de todos los colores. Tienes que ganarte su confianza: si te piden que hagas una obra porque la necesitan, la haces. Yo por Navidades, ya sé lo que me espera. Que si hay que darle dinero a este equipo modesto. Y ahí está Ortiz. Que si hay que ayudar a las fiestas. Y ahí está Ortiz. Que si a alguna asociación, que si hay que construir una escuela de enfermería en el Sáhara. Y ahí está Ortiz. No se trata de sobornar al alcalde. Si piensas que haces algo mal, te escondes y yo no me escondo.
Gómez: Pero por las conversaciones y los informes de la Operación Brugal se desprende que usted ha ido más lejos en los favores [...] Usted empleaba a familiares de políticos.
Ortiz: Lo he hecho toda mi vida. Cómo le voy a decir que no a un político. Pero no les he regalado el sueldo a esos familiares [...]
Gómez: O sea, que el favor al político está justificado.
Ortiz: Es el sistema. Yo no quería comprar el estadio del Hércules, por ejemplo. Pero había una presión social, que se traslada a que el político te diga: “Tienes que comprarlo.” Y luego digo pero hay que hacer un estadio nuevo, que no es para mí, es para el Hércules, y propongo una operación para hacer uno nuevo, con la permuta de unos terrenos. Es lo que han hecho todos los clubes de España. Yo nunca haría una operación especulativa con el estadio.
El 9 de junio de 2010, el periódico canario La Provincia desvelaba
que Jacinto Álvarez, el exgerente de Urbaser en la isla de Lanzarote,
llamaba a María Isabel Déniz, la exalcaldesa de Arrecife, “la Trincona”. (...)
Urbaser es una enorme empresa[6] dedicada principalmente a la gestión de basuras, y pertenece a ACS, la empresa de Florentino Pérez. (...)
La pregunta que cabe hacerse es cómo es posible que una empresa
nacional tan potente no denuncie este tipo de comportamientos, de
solicitudes de cohechos, cuando se topa con ellos en algunos municipios.
Nuestra hipótesis es que esto se debe seguramente a que trabajan con la
misma clave que hemos visto antes con los concejales: si no lo haces,
lo hará otro.
Cuando uno habla con empresarios de estos sectores, no
resulta tan extraño escuchar que los empleados de estas empresas digan
que sus superiores lo sabían. Si tú no pagas los sobornos, otros lo
harán y además perderás la contrata. Por esto, quizás, no lo denuncian.
Porque también ellos parecen admitir que, al menos en algunos
ayuntamientos, “el sistema funciona así”.
Volvamos a la
conversación de la isla canaria a la que nos hemos referido
repetidamente. En un determinado momento, el intermediario habla de otro
promotor inmobiliario muy conocido en la isla, pero al que no
representa personalmente en este caso:
Intermediario: JF [promotor] es un tío que hay que reconocer que las cosas cuando las hace, las hace bonitas.
Político: Sí, eso sí.
Intermediario: Bien hechas; por lo menos no es chapucero.
Político: Por lo menos no es chapucero.
Intermediario: Es un tío que lo hace bien y que queda bien.
Político: Se salta la ley con estilo.
Intermediario: Eso sí, se salta la ley con estilo, pero, coño, ya que se la va a saltar alguien que se la salte él, que lo hace bien y deja siempre cosas bien hechas, ¡coño!, cosas bonitas... Como yo sé que al final se la van a saltar, prefiero que se la salte él a que no se la salte un basura que te hace una mierda, un desastre y te deja encima mal.
De nuevo, la idea de la inevitabilidad de la corrupción
II. ¿EN QUÉ GRADO ESTÁN EXTENDIDAS ESTAS ACTITUDES?
(...) Comencemos con una conversación entre trabajadores manuales de la
Comunidad de Madrid, de entre treinta y cuarenta y cinco años de edad,
que tuvo lugar el 22 de noviembre de 2006, cuando los escándalos de
corrupción urbanística ya dominaban las portadas de los medios de
comunicación.[8]
D.: Yo lo que quiero dejar claro por mi parte es que da igual que sean unos u otros, que lo que está claro es que el poder político es la herramienta para tener el poder económico, para manejar la pasta y aquí se ha demostrado que eso es así, son más o menos, y perdonad, clanes casi de mafiosos que se reparten el territorio.
Yo me apostaría el sueldo de un año a que no hay un ayuntamiento en España, sea del partido que sea, al que no le saquen beneficio –da igual que sea izquierda, o el que sea.
J.: Por eso no sale casi nada, porque en todos hay...
La conversación prosigue:
D.: La lástima que tengo es no haber pensado esto con veinte años en lugar de con treinta y nueve, porque ya me habría encargado yo de meterme en el rollo de la política que ahora sería concejal.
J. C.: Es que es una mafia.
D.: Porque también como luego no te va a pasar nada y que por otro lado estas cuatro años y luego a vivir, porque no conozco ningún político que al dejarlo se haya tenido que ir de electricista o lo que fuera, de bancario o lo que fuera.
J. M.: Y que luego según está la ley, tampoco le pasa nada si...
D.: ...Es que entran con unos sueldos muy normalitos y a los seis meses ves que tienen unos chalés, en unas urbanizaciones de no sé cuantos miles de euros, y dices, pero bueno, es que yo soy tonto. (...)
Como señalan Charron y Lapuente, cuando la percepción de la mayoría
es que “el sistema funciona así”, los actores invertirán tiempo y
esfuerzo en el cultivo de los contactos sociales adecuados para tener
acceso a tales beneficios.
En el caso español esta actitud parece haber
calado de forma considerable. Parece crear una especie de contagio y
tiende a deteriorar la capacidad de reacción con la que un sistema
democrático debería perseguir y castigar este tipo de actitudes.
Cuando
en una encuesta realizada por Víctor Pérez Díaz para ASP por encargo de
FUNCAS en 2010 (ASP 10.048), se preguntó qué es lo más importante para
llegar a ser rico en la sociedad española, más del 56% respondió “tener
buenos contactos y cultivarlos”, casi el 20% eligió “tener suerte” y,
significativamente, solo el 18% se inclinó por la opción “tener buenas
ideas y esforzarse en aplicarlas”. Estos últimos, según el imaginario de
la corrupción, serían probablemente los “gilipollas”.
Sin
embargo, a pesar de la prevalencia de estas actitudes, no puede
afirmarse que la sociedad española esté particularmente inclinada a la
corrupción.
Los datos que tenemos sobre la experiencia directa en el
pago de sobornos a través del Barómetro Global de la Corrupción de
Transparencia Internacional son bastante sólidos en este sentido:
aquellos que dicen haber pagado un soborno en España nunca han superado
el 5% de los encuestados, por debajo de la media de los países de la UE.
Además, los escasos indicadores existentes sobre los comportamientos que
los ciudadanos consideran como corruptos no demuestran una tolerancia
especial de los españoles hacia la corrupción (tabla 4).
Ni siquiera cuando los encuestados son sometidos a un difícil dilema
moral parecen imponerse las respuestas menos adecuadas. A la pregunta
“¿Qué frase refleja mejor su opinión?”, la mayoría contestó: “Que los
políticos cumplan siempre con las leyes, incluso si eso les hiciera ser
menos eficaces a la hora de resolver los problemas de los ciudadanos”
(CIS 2826, dic. 2009).
Por
tanto, en el caso español, el problema coincide con lo sugerido por
Charron y Lapuente. No parece que lo importante aquí sean los valores
morales de los ciudadanos. No parece que una mayor incidencia de la
corrupción en España con respecto a los países de nuestro entorno pueda
atribuirse a los valores de moral pública entre los españoles, sino a
que las expectativas que tienen los ciudadanos sobre el funcionamiento
de las instituciones de gobierno son altamente negativas. (...)
Los españoles perciben una gran parcialidad en el funcionamiento de
estas instituciones con la consiguiente desigualdad de trato por parte
de las mismas. Esta percepción genera una actitud de cinismo hacia la
política y los políticos que explicaría el recurso a comportamientos
típicamente clientelares, en los que el cultivo de los contactos
adecuados está por encima del esfuerzo individual para mejorar las
condiciones de vida y el propio estatus social.
Así, el desafecto
hacia la política democrática evidente en los estudios de opinión, y su
reflejo en el comportamiento electoral (la facilidad con la que se
descuentan a menudo las denuncias de corrupción), serían fruto no tanto
de una moral pública escasamente cívica, sino más bien el producto de la
distancia que perciben los ciudadanos entre su ideal democrático
(basado sobre todo en la idea de igualdad) y sus recelosas expectativas
sobre la realidad de la política democrática.
III. EL CÍRCULO VICIOSO
Las tradicionales redes clientelares en España siguen patrones
establecidos y perfeccionados durante siglos de mala gobernanza que son
difíciles de extirpar. Estas redes, con sus “intermediarios”, funcionan a
través de comportamientos que incluyen intercambios corruptos en los
que las decisiones políticas están ligadas a beneficios económicos, y
viceversa.
No obstante, la corrupción en España no constituye un caso excepcional ni en su forma ni en su extensión. Spain is not very different.
De hecho, el imaginario sigue pautas que encajan en algoritmos
defectuosos evidentes en muchas sociedades y países por todo el mundo.
Lo
realmente lamentable es que la distancia que perciben los ciudadanos
entre su ideal democrático y la realidad existente, ese cinismo hacia la
política democrática en España, representa una peligrosa desconfianza
generalizada en las instituciones y en la capacidad de los sistemas de
administración para resolver el problema de la corrupción. Es un círculo
vicioso de difícil arreglo. (...)
La lucha contra la corrupción en España requerirá cambios
significativos en la cultura política y también en la cultura
empresarial. Como evidencian las encuestas, los ciudadanos españoles no
son especialmente propensos a la corrupción, no se trata de un problema
de moral pública. Se trata de un sistema de control y responsabilidad
defectuoso.
Para sanear “el sistema” y eliminar el impacto de la
corrupción sobre la vida social española, se requerirá una acción global
concertada entre todos los sectores sociales." (Fernando Jiménez y Vicente Carbona:“Esto funciona así”: Anatomía de la corrupción en España, Letras Libres, Febrero, 2012)
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