9.4.21

La causa Tándem ha sido y es todavía una oportunidad histórica para romper la sagrada ley de la inercia del poder, esa ley de acero que afirma que los poderosos van a seguir siéndolo al margen de los cambios políticos

 "Comienzan los trabajos de la Comisión de Investigación Kitchen. La operación presuntamente montada por el Ministerio del Interior de Fernández Díaz y por el ínclito comisario José Villarejo con el presunto fin de robar la presuntamente comprometedora documentación que guardaba el extesorero del partido, Luís Bárcenas, presuntamente conocido como Luis el Cabrón, a quien, quizá para ilustrar su presunto mote, no se le había ocurrido otra cosa que ponerse a publicar los nombres y apellidos de los grandes estadistas y pequeños fontaneros que aparecían entre los presuntamente agraciados en la presunta “contabilidad B” de un partido que –después de muchas contrataciones en diferido y muchos mensajes de apoyo– lo había dejado finalmente tirado en el barrizal de Gürtel, es decir, en la trama montada precisa y presuntamente para que, a través del propio Bárcenas, algunos de los principales empresarios de este país soltaran presuntamente la pasta que nutría esa caja B, que luego servía para abonar desde campañas electorales hasta cumpleaños infantiles.  

Resumiendo, que –siempre presuntamente– el Partido Popular aprovechó su presencia en el Ministerio del Interior para hacer con él exactamente lo contrario de su función: para sustraer a la Justicia las pruebas de una investigación. Y lo hizo contratando, presuntamente con el dinero de todos, al grupo criminal del excomisario José Villarejo, que –como él mismo gusta decir– para eso “es la hostia de bueno” y por eso “la izquierda y la derecha” le encargan “las cosas más delicadas”.

Policías al servicio del partido del Gobierno. Un escándalo viejo, no crean. Las cloacas... Me viene a la cabeza una frase de un viejo compañero en esta guerra un poco quijotesca e inacabable contra la corrupción en este país: “En España la historia no se repite. Simplemente no avanza”.  (...)

La causa Tándem (o Caso Villarejo) ha sido y es todavía una oportunidad histórica para romper la sagrada ley de la inercia del poder, esa ley de acero que afirma que los poderosos van a seguir siéndolo al margen de los cambios políticos si no se lleva a cabo una decidida acción política para imponer la igualdad de todos los ciudadanos ante unas nuevas leyes justas. Pero Tándem es sobre todo un reto. Porque la Historia no es un cajón estanco que podemos meter en el trastero: hay políticos en activo, hay negocios en marcha, hay jueces, hay periodistas famosos, empresas del IBEX, consejeros delegados, altos funcionarios… todos presuntos. Y hay también un comisario en la cárcel muy capaz de ponerse a descifrar en voz alta los cuarenta terabytes de información encriptada que le fueron incautados y a los que, sorprendentemente, la Fiscalía Anticorrupción no ha sido capaz de meter mano… Demasiados intereses, demasiados poderosos, demasiada información y demasiado miedo con el que negociar…   

El archivo Jano, el informe Crillón, la operación Olariaga, la operación Catalunya, el Informe PISA, la operación Kitchen…  Las cloacas en España no son un problema del PP, ni del PSOE, ni de Podemos, ni del pasado franquista... son la auténtica alianza política, económica, mediática, judicial y policial que ha pervivido y se ha hecho fuerte gracias a la impunidad, los intereses y la voluntad de las élites de este país, son el fatídico descubrimiento de que las estructuras clandestinas que la CIA había inoculado en el franquismo eran de extrema utilidad para unos y otros, unas estructuras que rápidamente crearon vida propia y pusieron su propia pervivencia –ya como el puro negocio de hacer legal lo ilegal– como primer objetivo, dedicándose a satisfacer las necesidades –eso sí– de la más selecta clientela política y empresarial de nuestro país.

La corrupción vive de la ignorancia, del desconocimiento de la realidad de un poder que oculta sus negocios a una opinión pública que de otra forma reclamaría su derecho a juzgarlos. La justicia reclama su legitimidad en el cumplimiento de las leyes por los poderosos y en la defensa de los derechos de la gente corriente, porque si algo nos ha enseñado la Historia es que, para defender sus derechos, los poderosos no necesitan leyes, que las leyes son, o al menos debieran ser, la última línea de defensa de los que ya no tienen nada.

Tándem ha sido y aún es una discontinuidad en la inercia de la ignorancia y del poder. Tándem es el reto de una sociedad que tiene que decidir si merece la pena arrimar el hombro para conocerse a sí misma, arrimar el hombro porque para desentrañar Tándem –mucho me temo– no va a ser suficiente la fuerza de las instituciones. Tándem es la oportunidad –quizá la última– para que la Historia deje de repetirse en España constantemente, para que avancemos de una vez, sin silencios incómodos ni ángulos muertos, sin miedos ni chantajes, para que, como legítimos propietarios de nuestra Historia –con todo su orgullo y toda su vergüenza–, podamos mirar por fin nuestro futuro sintiéndonos orgullosos de una democracia no otorgada, de una democracia que, a fin de cuentas, nos hayamos ganado."               (Gloria Elizo, CTXT, 30/01/21)

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