"Los principales laboratorios que operan
en España pagaron alrededor de 230 millones de euros en 2015 a médicos y
organizaciones sanitarias entre patrocinios, honorarios,
colaboraciones, viajes y manutención.
Así se deduce de la publicación,
empresa por empresa, de las denominadas "transferencias de valor": el
dinero que fluye desde los laboratorios hacia particulares y entidades.
Las firmas explican que la mitad va a proyectos de investigación.
Es la primera vez que estas empresas han
accedido a revelar cuánto dinero destinan a estas actividades de
promoción, formación o desarrollo de productos. La primera en el ránking
es Novartis que rozó los 40 millones el año pasado.
Novartis es la
titular del famoso fármaco anticoagulante Sintrom y es una potencia de
los genéricos con su filial Sandoz. Le sigue Roche con 31 millones de
euros y MSD –que vende productos oncológicos o de neurociencia– con 28
millones. Los datos provienen de las propias firmas en virtud de un
acuerdo de transparencia a nivel europeo. Cada cual ofrece sus cálculos.
Los
laboratorios han insistido a la hora de aportar esta información que
los pagos son fundamentales para avanzar en investigación. Por ejemplo
la suiza Roche subraya que destinó "un 55,5% de sus transferencias a
profesionales sanitarios y organizaciones a I+D: un total de 17,6
millones". Una docena de empresas suman esos cientos de millones. De los
que más de 60 han ido a parar a profesionales.
Sin embargo, el pago a médicos,
asociaciones de pacientes o sociedades científicas han sido señalados
como un método de los laboratorios para favorecer las ventas de sus
productos. Ya fuera mediante prescripciones médicas o recomendaciones a
colectivos afectados por una patología, ese dinero era acusado de
palanca comercial. "Ahora está todo mucho más controlado. Hay que firmar
una hoja para autorizar que lo que te financian se publica", cuenta una
especialista de la sanidad pública madrileña que lo contrapone a la
época de barra libre.
Entre los gigantes de los medicamentos
que más han abonado se encuentran algunos nombres que se han hecho
famosos como el de la norteamericana Gilead –dueña del Sovaldi– que
gastó más de 12 millones de euros o AbbVie – desarrolladora del
combinado antiviral Viekirax-Exviera– con más de 17. Ambas marcas han
estado en el centro de la polémica del acceso a los, costosísimos,
medicamentos contra la hepatitis C de última generación (y alta
eficacia).
Otros laboratorios con transferencias muy
cuantiosas son la francesa Sanofi (que gestiona marcas conocidas como
el Cortafriol, el dogmatil contra los vértigos o el Amaryl para
diabéticos), que bordea los 20 millones, GlaxoSmithKline – locomotora
mundial de las vacunas como la de la varicela o las tos ferina y dueña
del Ventolín– más de 23–, Pfizer (que comercializa el Tranquimazin o el
Orfidal) con 15 millones o Laboratorios Ferrer que supera los 20
millones pagados. La británica Astrazeneca se va por encima de los 14,5
millones. El fabricante del famoso Prozac, Lilly, también rebasa los
siete millones de euros.
A las grandes cifras de los buques
insignia del sector cabría añadir todo el riego que también llega de
corporaciones de menor tamaño. Un ejemplo, los laboratorios Servier
informan de unas transferencias algo superiores a los 2,5 millones de
euros en total. Un goteo que se irá a decenas de millones.
Mucha información agregada
Conseguir publicar estos datos ha
implicado obtener el permiso de los profesionales para aparecer el los
registros: "La autorización tiene que ir con tu nombre o dentro de un
grupo de trabajo", indica uno de los afectados. Que la autorización
sea individual o colectiva ha supuesto diferencias sobre el tipo de
datos a los que las farmacéuticas permiten acceder.
Aunque en las fichas de cada empresa
aparecen cientos de nombres de profesionales, la mayoría de los fondos
se muestran de forma agregada. Un ejemplo: la alemana Bayer destinó 4,9
millones de euros a profesionales el curso pasado. Pero el detalle,
profesional a profesional, no abarca más de 690.000 euros de ese total.
Otros laboratorios no ofrecen la suma de
lo que recibe cada persona en diferentes conceptos. Porque esos pagos
remunerar alguna colaboración, cuotas de inscripción para cursos, los
gastos de desplazamiento y alojamiento a congresos u honorarios por dar
una conferencia o participar en un proyecto.
Todas las entidades que se han
incorporado a esta medida –una decisión voluntaria de las empresas
adscritas a la patronal Farmaindustria– han resaltado que es un paso
"hacia la transparencia". Desde la británica GlaxoSmithKline sostienen
que ofrecer esta información ha hecho que "trabajemos con los médicos
cuya prioridad es la de sus pacientes y la confianza que ellos depositan
en su decisiones sobre su cuidado".
Con todo, un facultativo que trabaja en
un hospital público de gestión indirecta matiza la situación: "Los
laboratorios ahora tienen menos dinero para gastar. Y, además, no es lo
mismo un internista que un oncólogo a la hora de promover fármacos. No
cuestan lo mismo". (eldiario.es, 01/07/16)
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