"(...) Un fiscal anticorrupción frente a la Fiscalía General (Diatriba de Carlos Jiménez Villarejo)
Este monólogo se grabó el pasado viernes 24 de
febrero, quizás a la misma hora a la que el juez Manuel Ruiz de Lara
declaraba ante el Consejo General del Poder Judicial aún no sabe
exactamente por qué.
“Yo, en el ejercicio de mi profesión como fiscal en
asuntos delicados, me he sentido siempre… En la persecución de Jordi
Pujol con motivo de la quiebra de Banca Catalana, hicimos lo que había
que hacer, ya sé que aquellas cosas no estaban bien vistas por algunas
instancias, pero en todo caso, la instancia del Ministerio Fiscal, cuyo
fiscal general era Luis Burón Barba, fue siempre muy respetuoso con
nosotros, más allá de que otras entidades y los partidos estuvieran
disconformes, algo que me era absolutamente indiferente. Y por tanto
hicimos lo que había que hacer".
“Cada vez que yo iniciaba una investigación por temas
relacionados con la comisión de delitos relacionada con el ejercicio de
la función pública, por ejemplo por consejeros de los gobiernos de
Pujol, como Lluís Prenafeta, Macià Alavedra y otros muchos, en general
tuve por parte del fiscal general de aquella fecha, del PSOE, una
resistencia completa.
Resistencia que se traducía muchas veces en la
prohibición de actuar, mediante la presentación de denuncias ante los
juzgados de instrucción competentes. De tal manera que hubo actuaciones
muy importantes que se pudieron llevar a cabo, pero otras que eran igual
de importantes y se tuvieron que quedar en un cajón de la Fiscalía
porque el Fiscal General lo prohibió. Entonces gobernaba Felipe
González".
“Hubo disposiciones de los fiscales generales
prohibiéndome actuar y ejercer las acciones penales correspondientes. Yo
reaccionaba haciendo uso de un precepto que todavía subsiste en el
estatuto del Ministerio Fiscal que es una especie de cláusula de
conciencia en la cual yo expresaba por escrito mi disconformidad con la
orden recibida.
Eso se llevaba a la Junta de Fiscales de sala, que es el
máximo órgano consultivo del Fiscal General, y allí, naturalmente y
mayoritariamente, la junta apoyaba al Fiscal General de turno y mi
propuesta quedaba completamente desasistida, y por lo tanto no se
llevaba adelante".
“Eso ocurrió varias veces, lo cual quiere decir que el
principio de jerarquía que hay en el Ministerio Fiscal lo he vivido
como una imposición, con órdenes a favor de determinados políticos, no
sólo de aquellos que en ese momento gobernaban sino también políticos
con los que el Gobierno tenía determinadas alianzas, como era el caso en
aquella época de la Convèrgencia de Pujol y sus buenas relaciones con
el PSOE o posteriormente con el PP".
“Este es un panorama de aquella época. Yo sí sé qué
significa la presión del Fiscal General del Estado por razones
estrictamente políticas, impedir que un fiscal siga adelante y lleve un
asunto que no sólo había investigado yo, sino también otro fiscal a mis
órdenes en el ejercicio de sus funciones de forma muy rotunda, muy seria
y muy rigurosa. Sin embargo, no se pudieron llevar jamás al juzgado
porque el Fiscal General lo prohibió. Lo que estamos viendo estos días,
por tanto, no es nuevo para mí, tengo experiencia sobrada”.
“Cuando llego a la Jefatura de la Fiscalía
Anticorrupción, otro tanto de lo mismo. Pero en aquel momento hubo de
todo, es decir, recuerdo una instrucción del fiscal Eligio Hernández,
cuando todavía no se había despenalizado la objeción de conciencia –sé
de lo que estoy hablando, algo que no tiene que ver con el tema
económico, ni con dirigentes bancarios ni nada por el estilo–, se ordenó
a los fiscales que se pidiera la prisión provisional y el cumplimiento
de la pena para aquellos que habían sido condenados a una pena inferior a
dos años, cuando igual que ahora existía la posibilidad de no ingresar
en prisión cuando la pena no superaba los dos años.
Hubo una orden del
fiscal Eligio Hernández para que se pidiera el ingreso en prisión. En
aquel caso yo reuní a la Junta de Fiscales de Barcelona, que se declaró
por unanimidad en contra de la orden del Fiscal General, y simplemente
no lo cumplimos.
Punto. En aquel momento estábamos en los inicios de la
Transición y empezábamos a recobrar colectivamente la sensación de que
estábamos al servicio de determinados ideales de progreso y de
libertad”.
“Cuando fui Fiscal Anticorrupción, el tema de la
diferencia de criterio e incluso de conflicto fue constante, no era una
excepción. Cuando a mí me hablan de la autonomía del Ministerio Fiscal y
de que el Fiscal General del Estado es propuesto por el Gobierno tengo
que decir que, incluso después de la primera reforma estatutaria que se
hizo en el año 81, parecía que se regulaba la autonomía del Fiscal
General y por lo tanto de los fiscales que dependía de él, pero la
verdad es que esto no ha funcionado nunca.
Los fiscales generales, en
general, han tenido una actitud, no diría de subordinación, pero sí de
complacencia con el Ejecutivo de turno. Bastaba ver los contactos que yo
tuve con el Fiscal General durante los ocho años que estuve en la
Fiscalía Anticorrupción recién creada.
Fueron de constante desacuerdo
sobre mis disposiciones y mi criterio sobre cómo había que perseguir y a
quién había que perseguir por determinado tipo de delitos. La oposición
del Fiscal General expresada a veces oralmente, a veces por escrito. Si
lo hacía por escrito, yo volvía a ejercer el uso de esa cláusula de
conciencia que he citado antes, y la llevaba a la junta de sala que
apoyaban al Fiscal General de entonces, que era Jesús Cardenal”.
“Pese a todo, hubo veces en que se llegó ir hacia
adelante, como por ejemplo la identificación de Josep Piqué cuando la
crisis de Ertoil, la filial de Ercros. Fue investigado por nosotros, por
la Fiscalía Anticorrupción. Primero por el Supremo y luego por nosotros
como Fiscalía Anticorrupción.
No hubo manera de avanzar en la
investigación hasta que finalmente la juez de la Audiencia Nacional lo
archivó. Yo sé que, en la sala del Supremo, el acuerdo para tomar
declaración como imputado a Josep Piqué, entonces ministro, fue
prácticamente unánime con el voto en contra de uno de la totalidad de
los fiscales.
Nunca llegó a ser llamado como imputado ante el Tribunal
Supremo, puesto que era aforado al ser ministro. Al fiscal que llevó
este asunto le costó muchos disgustos, todo hay que decirlo. No quiero
revelar su nombre porque necesitaría su consentimiento. El haberse
mantenido en su posición de rigor y de exigencia, sobre todo acerca de
las responsabilidades de Piqué y su relación con la venta de Ertoil, le
costó muchos disgustos: de orden personal, de maltrato en el orden
profesional, etc”.
“Yo, como fiscal jefe, siempre he defendido mi
criterio con plena autonomía, lo cual no quiere decir que no haya tenido
fuertes enfrentamientos con los fiscales generales de turno. Insisto,
fueran del PSOE, fueran del PP, me es indiferente”.“Como fiscal anticorrupción coincidí con los gobiernos
de Aznar, y la relación fue ciertamente muy conflictiva.
Hasta el punto
de que finalmente aprovechó la reforma que se hizo exprofeso para
establecer un plazo a los fiscales jefes, que hasta esa fecha no
existía, para mi cese. Se aprobó, y la consecuencia de esa reforma que
fijaba un plazo de cinco años para la fiscalía ya fueran provinciales,
territoriales o especiales, supuso el cese de quien entonces era fiscal
de Madrid, Bermejo, el mío y, quizás aprovechando el viaje, alguno más
que no daba la talla como fiscal, pero el resto de fiscales fueron
confirmados.
Se aprovechó la reforma para excluir ciertos cargos que
habíamos acreditado un currículum profesional largo, sin duda como
fiscal anticorrupción en mi caso, y absolutamente impecable y con
seriedad en el desempeño de nuestras funciones”.
“Le voy a poner un ejemplo: la oposición frontal que
hizo el Fiscal General, entonces Jesús Cardenal, a que la Fiscalía
asumiera la investigación del delito que se atribuía a César Alierta por
conducta evidentemente delictiva durante el periodo en que era
presidente de Tabacalera, antes de ser presidente de Telefónica. Si la
causa se abrió finalmente fue por medio de una asociación de
Consumidores y Usuarios de la Banca (ADICAE), que instó la apertura de
la causa mediante la acción popular. Se abrió la causa en un juzgado de
instrucción de Madrid y se permitió a la Fiscalía Anticorrupción actuar
en el ejercicio de la acusación pública.
La causa se abrió en Madrid y
se admitió a trámite la querella de la acusación popular. El fiscal
Alejandro Luzón, que acaba de actuar brillantemente en el asunto de las
tarjetas black, hizo un estupendo papel. Lo llevó hasta el
final. Bien, la Audiencia de Madrid absolvió a Alierta por prescripción
del delito, no por no haberlo cometido. Luzón recurrió en el Tribunal
Supremo y este se sacó de la manga otro argumento a favor de la
prescripción del delito para mantener la absolución de Alierta, cuando
ya se había conocido la verdad sobre la comisión de su conducta
delictiva”.
“Podría ponerle muchos más ejemplos porque la tirantez fue constante entre el Fiscal General y los intereses de la Justicia”.
“Que a mí me hablen de lo que está ocurriendo ahora no
me descubre nada, me parece que es la consecuencia de una historia que
desgraciadamente para España no quiere acabar y que es el negar la
absoluta autonomía e independencia del fiscal en el ámbito de sus
funciones, en el ámbito de la justicia penal”.
“Mientras esto no sea posible, me parece absolutamente
aberrante que se pretenda conferir la instrucción de los procesos
penales al fiscal. Pretender que un fiscal instruya un caso de
investigación criminal contra alguien, sobre todo alguien que ocupa una
posición de poder político o económico, sin tener plena autonomía para
el ejercicio de sus funciones, y a la vez depender de la jerarquía del
fiscal general, es absolutamente incompatible”.
“Se han producido unos ceses en el último consejo
fiscal con renovación de fiscales y nombramientos que ya se veían venir
para quienes estaban un poco cerca de las instituciones. Hay
evidentemente una intromisión del Ejecutivo de turno en el ejercicio de
las funciones constitucionales del Ministerio Fiscal. Se han traducido
en el cese de Juan Calparsoro, fiscal jefe superior del País Vasco, el
cese del fiscal de Murcia, Manuel López Bernal, y Javier Zaragoza en la
Audiencia Nacional”. (...)" (Cristina Fallarás,CTXT, 01/03/17)
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