27.4.17

El Tamayazo, ese “golpe de las grandes empresas”, representó el triunfo de la corrupción sobre la democracia

 "(...) En 2003 hubieron de repetirse las elecciones en la Comunidad de Madrid; por entonces, el PP llevaba tiempo mordiendo voto en los municipios y acercándose a un PSOE instalado en su eterna crisis madrileña. 

 A pesar de ello, el resultado de los comicios dio la mayoría a la izquierda (PSOE más IU) aunque por solo dos diputados. Fue entonces cuando precisamente dos diputados del PSOE (Eduardo Tamayo y María Teresa Sáenz) se negaron a votar como presidente a su candidato, Rafael Simancas en plena sesión de investidura.

 Tras las causas de este rechazo aparecieron el soborno y la sospecha de que Ricardo Romero de Tejeda, secretario General del PP entre 1996 y 2004, consejero de Caja Madrid, usador y abusador confeso de tarjetas black, defensor de su legalidad y alcalde de Majadahonda (1989-2001), municipio sumergido en la trama Gürtel, había gestionado la abstención que obligó a la repetición electoral; todo ello a cambio de que alguna constructora amiga pagara un buen pellizco a los dos diputados díscolos.

La repetición de esas elecciones, en las que el PP perdió muchos menos votos que el PSOE, otorgó a Esperanza Aguirre su primera mayoría absoluta en la Comunidad. En otras palabras, el Tamayazo, “el golpe de Estado” del dinero sobre la  voluntad popular había funcionado. 

Asistimos a la prueba práctica de que se podía conseguir, con la mayor impunidad, dinero ilegal para financiar campañas, ganar votos y formar mayorías que permitieran configurar gobiernos  para el gran capital. Desde ese instante, la tendencia creció exponencialmente. 

El Tamayazo representó el triunfo de la corrupción sobre la democracia y perfiló una prueba más de la enfermedad mortal que atacaba de manera irremediable al régimen del 78, enfermedad que se hizo visible con fuerza a partir de la crisis económica del 2008. 

Precisamente con la crisis se puso a prueba todo el entramado institucional, jurídico y de representación, y comenzó a hacerse evidente su total incapacidad para  satisfacer las necesidades crecientes de vivienda, salud, empleo, protección social en condiciones, educación o derechos de una población cada vez más empobrecida en una sociedad cada vez más dual.

La izquierda y la moción de censura

Más de tres lustros han transcurrido desde ese “golpe de las grandes empresas” a la democracia. Y desde entonces, las izquierdas funcionan en Madrid como un boxeador sonado que pega golpes aprendidos cuando se halla en forma, pero que  es incapaz de noquear a un adversario que le cambió las normas, las condiciones del combate y que usó la ilegalidad en la pelea. 
Ciertamente y aún sonado, el boxeador acierta con algunos golpes, como vimos en las últimas elecciones municipales, pero no logra vencer.  (...)"           (Carlos Girbau  , Sin Permiso, 23/04/2017)

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