"La exalcaldesa de Valencia ha perpretado esta mañana su última venganza contra el PP y su presidente, Mariano Rajoy, muriendo en un hotel frente al Congreso de los Diputados.
A
Rita Barberá la veíamos esta semana entrando en los juzgados, sola y
demacrada, como nunca la habíamos imaginado, o en la sesión de Apertura
de las Cortes mendigando el cariño de los suyos ("Margui' [Margallo], no
me has saludado...")
Ahora, el PP en pleno se verá obligado a
escenificar el obituario de quien, según Pablo Casado este lunes, "ya no
pertenece a este partido", pero que lo fue todo cuantitativamente (en
votos y en presunta financiación en negro) y cualitativamente, cuando
apoyó a Rajoy y le entregó el respaldo de los conservadores valencianos
en sus momentos de mayor zozobra interna, en 2008.
Nunca como hoy
la crueldad y la ingratitud de la política orgánica se habían mostrado
con tanto esplendor, con permiso de Adolfo Suárez. Rita Barberá es un
símbolo de una etapa del PP que debería haberse ido mucho antes que
ella.
La exalcaldesa valenciana se ha quejado en público y en privado
del trato que le daban quienes se beneficiaron, como ella, de un sistema
interno de financiación ilegal, cohecho o corrupción que nació en
Galicia, como ha constatado Pablo Crespo, imputado por la Gürtel y exsecretario de Organización, en una entrevista en Público.
Desde el primer dirigente conservador
(Manuel Fraga, fundador de AP) hasta el último (Mariano Rajoy,
presidente del Gobierno), hicieron campañas, ganaron elecciones y
gobernaron con una holgura económica procedente de una financiación
opaca en el partido que estuvo por encima de crisis económicas y otras
nimiedades reservadas para el otro lado del sistema, el que siempre paga
los platos rotos.
Narcotraficantes, contrabandistas, caciques,
empresarios de potentes intereses urbanísticos y guante blanco o
negro,... daba igual de donde procediera el dinero, lo importante es que
AP primero y el PP después tuviesen las arcas llenas, primero en el
feudo gallego de origen y después, en los demás, que como en Valencia,
iban desarrollando técnicas más imaginativas (o no) como el 'pitufeo'
que sentenció a Barberá como apestada primera en el PP, con permiso de
Rodrigo Rato.
¿Qué diferencia entonces a Manuel Fraga de Rita
Barberá para que la calle Génova no le rinda los mismos honores que al
fundador del partido único de la derecha española el día de su muerte y
el día de su funeral?
Más allá de que el expresidente gallego firmó
sentencias de muerte durante la dictadura que le hizo ministro y mostró
un desprecio insolente por Rajoy en demasiadas ocasiones, frente a la
lealtad de Barberá hacia éste, nada.
Por eso, el PP tiene hoy
una prueba de fuego de la que es difícil que salga airoso: si Rajoy
entierra a Barberá con honores y loas, se le reprochará el cruel cinismo
de haberla dejado sola todo este tiempo por un presunto delito
colectivo, pero que no crea que si la abandona en su despedida última,
el pasado del PP se va a ir con ella a la tumba. Que la tierra sea leve a
Barberá en la medida que le corresponda." (Ana Pardo de Vera, Público, 23/11/16)
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