"(...) Sin embargo, existen otros problemas de mayores dimensiones. Uno de
ellos es Luxemburgo, un país que dejó de serlo hace mucho tiempo, un
estado con capacidad de veto en la UE, que se ha convertido en un
territorio bendecido por los inversores internacionales.
Una de las
preguntas que los responsables políticos deberían formularse con todas
las consecuencias es si sería conveniente expulsar a Luxemburgo de la
Unión Europea, porque la distorsión que crea es cada vez mayor.
Claro que la gran paradoja es que el presidente de la Comisión Europea –el supuesto poder ejecutivo de la UE—es
Jean-Claude Juncker, ex primer ministro de Luxemburgo, que sabe como
nadie lo que representa esa porción del territorio europeo.
Luxemburgo cofundó la Unión Europea en 1957. Se basaba en la
industria del acero. Las finanzas no representaban nada en aquel
momento. Pero en los últimos decenios eso cambió por completo.
Paraíso fiscal de los paraísos fiscales
El Gran Ducado es ahora “el paraíso fiscal de los paraísos fiscales,
está en el centro de la evasión fiscal europea y paraliza la lucha
contra esa plaga desde hace decenios”, explica Gabriel Zucman en su libro La riqueza oculta de las naciones (Pasado&Presente).
Con los datos de 2013, los últimos conocidos, Zucman explica que los
bancos suizos gestionan 1,8 billones de euros, pertenecientes a no
residentes, gracias al secreto bancario. De ese total, un billón de
euros pertenece a europeos. Y el 40% de las fortunas gestionadas en
Suiza están colocadas en fondos de inversión, principalmente
luxemburgueses, con un total de 600.000 millones de euros.
La idea central es que las grandes fortunas europeas roban a Europa,
a sus países de origen, que no pueden recaudar por concepto de IRPF, de
patrimonio o por sociedades. Y que los responsables políticos anuncian
medidas, pero no las aplican, sin que nadie quiera tocar ni un ápice a
Luxemburgo, que es vital para todas esas operaciones. Un ejemplo: sin el
secreto bancario, por el que se benefician muchas fortunas de
ciudadanos franceses, la deuda pública francesa sería del 70%, y no del
94%.
Luxemburgo, dirigido siempre por el Partido Cristiano Social, el de
Juncker, tomó una decisión a partir de los años 70: se vendió su
soberanía. ¿Cómo? Vendió a las multinacionales el derecho a que ellas
mismas decidieran sus propias tasas de impuestos, obligaciones
reglamentarias y compromisos legales.
¿Ideas? Zucman las detalla: ¿un
gran banco desea crear un fondo de inversión para sus clientes? Que lo
coloque en Luxemburgo, porque el estado no le reclamará ni un euro en
impuestos. Ese banco, ¿desea vender nuevas acciones para reforzar su
capital y satisfacer así las exigencias de los reguladores?
Se le
facilita que pueda emitir títulos “híbridos”: “acciones para los
supervisores, pero obligaciones para el fisco, las rentas pagadas serán
deducibles del impuesto de sociedades”. Alucinante, pero cierto.
Una plataforma oceánica
Lo que hay en el Gran Ducado no tiene límites: fondos de inversión,
holdings de grupos multinacionales, compañías fantasma registradas en
paraísos fiscales y bancos privados.
Los que trabajan allí, además, no son de Luxemburgo. Hasta 150.000
profesionales de las finanzas, las auditorías o de las consultorías
cruzan dos veces la frontera. Proceden de Francia, –la mitad—y de
Bélgica y Alemania.
Zucman lo explica con detalle para entenderlo: “Imaginad una
plataforma oceánica donde los habitantes se reunirán durante la jornada
para producir y comerciar, eximidos de toda ley y de todo impuesto,
antes de trasladarse telemáticamente al caer la tarde para reunirse con
su familia en el continente.
Nadie podría considerar este lugar, donde
el 100% de la producción sería revertida al extranjero, como una nación.
¿Qué es una nación? ¿Y qué es una plataforma? No se sabe dónde fijar el
límite, pero el umbral de producción del 50%, al que se acerca
Luxemburgo y que podría alcanzar hacia 2020, no resulta poco razonable”.
La cuestión es que es un estado con capacidad de veto en la Unión
Europea. En el Consejo Europeo las decisiones se toman por unanimidad.
Los 500.000 habitantes de Luxemburgo pueden decidir sobre los 500
millones de europeos.
O se atacan
esos privilegios –que benefician, en realidad, a todas las grandes
fortunas europeas—o se le expulsa de la Unión Europea. ¿Pero a quién le interesa que eso suceda?" (Keynes lives in Barcelona, 29/05/16)
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