" El escándalo industrial del que es protagonista
Volkswagen, que ha reconocido recientemente haber trucado hasta 11
millones de coches en todo el mundo, no es el único caso que ha puesto
en la picota a emblemáticas compañías del capitalismo germano.
Otros
buques insignia de la economía alemana ya se han visto en tesituras
similares a las que hoy se enfrenta el constructor de coches. En los
últimos años, Deutsche Bank –el mayor banco de inversiones en Europa– o
Siemens, líder continental en ingeniería industrial, también han sido
cuestionados por su dudosa ética.
“Cada escándalo
tiene su idiosincrasia y una constelación de factores que concurren para
explicarlo”, dice a eldiario.es Johanna Mair, profesora de gestión,
estrategia y liderazgo de la Hertie School of Governance, de Berlín. “En
el último caso de Volkswagen, es una combinación de mal liderazgo con
algunos errores estratégicos”, agrega.
Tampoco hay que ignorar en el escándalo de los gases
contaminantes de los coches diésel de Volkswagen la dinámica que ha
estado viviendo la compañía en los últimos tiempos.
Martin Winterkorn, el presidente del consejo de Volkswagen AG que
dimitió el miércoles, tuvo que defender su cargo con uñas y dientes a
principios de año.
Ferdinand Piëch, magnate austriaco y hasta no hace
mucho uno de los pesos pesados de la compañía, ambicionaba ver a
Winterkorn fuera de las altas instancias de Volkswagen. Sin embargo,
en abril al descubrir los fuertes apoyos con los que contaba Winterkorn, fue el propio Piëch quien tuvo que retirarse.
Para Mair, “en la dirección de la compañía, Winterkorn ha sido víctima
de dos trampas para todo líder de empresa: la arrogancia y la falta de
humildad”. “Efectivamente, ganó importantes batallas por el poder de la
empresa y eso crea a menudo una espiral en la que se sobreestiman los
recursos que tiene uno”, añade.
En Estados Unidos, donde la Agencia de Protección del Medio Ambiente
denunció la semana pasada el engaño de Volkswagen en cerca de medio
millón de vehículos, ya se evalúa que la empresa alemana podría verse
obligada a pagar una multa de unos 16.000 millones de euros.
Este tipo
de estimaciones explican en buena medida por qué a mediados de esta
semana habían perdido casi un 35% de su valor las acciones de la
compañía, que da trabajo a casi un tercio de los cerca de 780.000
empleados del sector del automóvil alemán.
El nuevo Libor alemán
Volkswagen no es la única gran empresa alemana que se ha visto obligada
a afrontar grandes multas por hacer trampas. Este año, Deutsche Bank,
el mayor banco de Alemania con 45.000 trabajadores,
acordó pagar a las autoridades de Estados Unidos y Reino Unido 2.300
millones de euros por su implicación en el escándalo del Libor, un caso
de manipulación en el tipo de interés del mercado interbancario de
Londres.
Precisamente, dada la amplitud del caso de las emisiones de Volkswagen,
este escándalo podría ser el “Libor del sector del automóvil”, según
Olaf Storbeck, columnista alemán de la agencia Reuters.
Ahora bien, existe una diferencia entre ambos casos, porque los grandes
bancos implicados en la manipulación del Libor –además de Deutsche Bank
fueron multados Barclays, UBS, City Group y JP Morgan– se defendieron
apuntando que las faltas las cometieron algunos empleados por su cuenta.
En Volkswagen, la atención no está puesta en directivos situados en
partes bajas o intermedias de la jerarquía, sino en quienes dirigen la
compañía.
También han estado sometidos a un intenso marcaje los máximos
responsables de Siemens, un gigante germano que destaca por ser una de
las compañías que más empleados tiene a nivel mundial con 362.000
trabajadores.
Las decisiones de
Joe Kaeser, el consejero delegado de este otro gigante industrial
germano, se siguen con mucha atención ahora por la reestructuración que
está llevando a cabo con constantes anuncios de miles de despidos.
Kaeser recogió en 2013 el testigo de
Peter Löscher, en quien cayó la responsabilidad de hacer olvidar
el escándalo por el que Siemens tuvo que desembolsar la pasada década
unos 1.400 millones de euros en multas en Estados Unidos y Alemania para
poner fin a una serie de investigaciones sobre un sistema de sobornos
ideado para obtener contratos en países como Rusia, Israel, Irak,
Venezuela y Bangladesh. A este escándalo se le puso la etiqueta del
"mayor caso de sobornos en la historia del mundo empresarial".
Falta de humildad
Johanna Mair, la profesora de la Hertie School of Governance
de Berlín, entiende que este tipo de casos ocurren cuando hay una
“sobreestimación de uno mismo” entre los líderes de una empresa. “La
falta de humildad en la dirección de empresas lleva a pensar que se
puede caminar sobre el agua o hacer lo que sea, y de esto resulta que
los estándares éticos se queden vacíos”, apunta, antes de reconocer la
presión que ejerce el ritmo del capitalismo global.
“En Alemania las
empresas operan hoy en día con un claro mandato de maximizar el valor de
las acciones, algo que, en ocasiones hace que los líderes de las
empresas olviden que, en su mundo, el fin no debería justificar los
medios ”, señala Mair.
"Casos como el de Volkswagen tienen un efecto negativo
para la imagen de cualquier empresa en Alemania, donde la sociedad
piensa tradicionalmente peor de las grandes compañías por ser más
escéptica con el funcionamiento de las grandes corporaciones”, dice a
eldiario.es Peter Matuschek, analista del instituto berlinés de estudios
de opinión FORSA.
Según él, los alemanes “tienen mejor opinión del Mittelstand”,
término con el que se conoce al tejido industrial compuesto por
pequeñas y medianas empresas, que abarca el 70% de la mano de obra en el
país y representa el 53% del Producto Interior Bruto (PIB) germano.
Aun así, las dimensiones de una empresa como Volkswagen son tales que
ella sola contribuye alrededor de un 2,7% al PIB alemán. De resentirse
las ventas de coches de la firma con sede en Wolfsburgo, también lo
haría hasta cierto punto la economía alemana.
Algo parecido se puede decir de Deutsche Bank, uno de los bancos considerados too big to fail
en el mundo de las finanzas. Su tamaño es tal que su eventual caída en
desgracia tendría consecuencias globales. En productos financieros
derivados, se ha estimado que Deutsche Bank tiene invertidos unos 67
billones de euros, una cantidad veinte veces mayor que el PIB alemán.
Participación pública
El caso de Volkswagen tiene que preocupar especialmente a los políticos
del Land de Baja Sajonia (noroeste germano). Esta región figura entre
los principales accionistas de la compañía, con un 20%. Sin embargo, las
primeras consecuencias políticas del escándalo de Volkswagen podrían
registrarse en Berlín, y no en Hanóver, la capital de Baja Sajonia.
Este miércoles, el diario conservador Die Welt se hizo eco de la
respuesta que el ministro de Transportes, el democristiano de la CSU
bávara Alexander Dobrindt, había ofrecido a Los Verdes
en una sesión parlamentaria en el Bundestag en julio y en la que
reconocía la existencia en la industria del automóvil de aparatos con un
sistema defectuoso de detección de emisiones.
“Es sorprendente que
Dobrindt se muestre sorprendido” con el escándalo “porque en julio
estaba muy bien informado en lo que respecta a las manipulaciones” del
sistema de emisión de gases, ha apuntado Oliver Krischer, vicepresidente
del grupo parlamentario ecologista. Por todo ello, la Fiscalía alemana
va a lanzar una investigación criminal sobre los hechos.
Más allá de que la credibilidad de Dobrindt haya quedado en entredicho y
de las eventuales consecuencias políticas del escándalo, este tipo de
casos se percibe como asuntos turbios que mancillan los éxitos actuales
de una economía alemana cuyos datos macroeconómicos son la envidia de
sus socios europeos.
De ahí la manifiesta condena o preocupación que
surge cuando saltan a la luz. Así, el diario sensacionalista Bild afirmó que
los productos “Made in Germany están en peligro” a raíz del escándalo
de Volkswagen, según un reciente editorial firmado por la periodista
Sissi Benner.
El martes, desde dicho periódico se
pidieron explicaciones a Winterkorn porque “la buena reputación de la
economía alemana en el mundo se debe en buena parte a Volkswagen”. Está
por ver si aclarar lo ocurrido servirá para enmendar los daños
infligidos a la marca con el escándalo de los gases. A principios de
semana, Die Welt se temía lo peor. “El escándalo
de la emisión de gases podría amenazar la existencia de Volkswagen”,
rezaba uno de sus titulares." (Salvador Martínez Mas
- Berlín
, eldiario.es, 23/09/2015)
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