21.11.14

Si los funcionarios y sus carreras profesionales estén al albur del politiquillo de turno, no exigirán honestidad a sus jefecillos

"(...) La corrupción a escala ha surgido de un sistema que ha sido muy tolerante con la pequeña corrupción y que, además, ha eliminado todos los controles independientes que un Estado de derecho debería tener sobre su Administración pública.

Cuando un sistema permite que los funcionarios encargados de velar por lo público pierdan su independencia, y sus carreras profesionales estén al albur del politiquillo de turno, lo que está procurando es que ese funcionario se libre muy mucho de exigir honestidad a sus jefecillos.

 Cuando un interventor ya no es un titular de un puesto que ha superado una oposición nacional limpia, sino un interino que ha promocionado en una oposición autonómica, lo que se está procurando es que este sepa a quién debe un favor y cómo debe portarse. 

Lo mismo ocurre con jefes de servicio médicos, letrados, jefes de personal, etc. Funcionarios de toda índole cometen a diario el pecado de omisión (y algunos, desgraciadamente, el de acción) por no ver en peligro su futuro profesional.

Si quieren conocer el grado de heroísmo necesario para destapar un escándalo pregunten por Ana Garrido (primer denunciante de la Gürtel) en Boadilla del Monte. Esta situación de clientelismo en la Administración permite un estado de cosas que hace que las pequeñas corruptelas: contratar a conocidos, realizar pequeños favores, aceptar invitaciones etc… pasen a ser “lo normal”. Después solo hay que ir subiendo en escala hasta acabar en los grandes comisionistas de las obras públicas.

Es urgente recuperar esos pequeños controles. Es urgente que los funcionarios encargados del control vuelva a ser prestigiados permitiendo su acceso a esos puestos solo tras pasar oposiciones nacionales lo más desligadas y lejanas del control caciquil local. De esta manera ya no deberán favores a nadie.

 Es urgente eliminar la interinidad al máximo entre el funcionariado y que el acceso a esta interinidad, que ha de ser obligatoriamente breve, se realice mediante bolsas de empleo con criterios objetivos y eliminando los ‘perfiles’.

Es urgente que se restaure el principio de igualdad de mérito y capacidad para el acceso a los puestos directivos de la Administración y que la libre elección sea restringida al máximo. Es urgente reformar el régimen disciplinario de los empleados públicos y elaborar un nuevo código de buenas prácticas.

Solo unos empleados públicos eficaces, bien pagados, orgullosos de sí mismos y con carreras independientes de la política asegurarán que se cree un clima de retorno a la moralidad en la Administración que haga más difícil la tolerancia hacia estas actitudes. (...)"           (La teoría de la ventana rota y la corrupción en España, de Francisco Igea Arisqueta en El Confidencial, en Caffe Reggio, 07/11/2014)

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