"Cinco
después de la investidura de Pujol, el 29 de abril de 1980, aparece en
El País el primer artículo de una larga serie de Alfons Quintà, delegado
de este diario en Barcelona, titulado Dificultades del grupo económico
de Jordi Pujol.
El resto de la prensa barcelonesa silencia esta primera
crónica que tuvo eco en otros medios de información, locales y
estatales. Francesc Cabana, en su Diari Personal, resume uno por uno los
31 artículos que Quintà publica en El País hasta finales de año, sobre
la mala situación de la entidad, seguidos por la coletilla “de la que
Jordi Pujol es el principal accionista”.
El 27 de noviembre de
1980 se inicia la inspección del Banco de España, que se prolonga más de
seis meses y vuelven a circular rumores sobre distintas operaciones
para salvar al grupo.
Los problemas
de Banca Catalana no son un hecho aislado, de 1978 a 1986 se asiste a
una crisis bancaria de grandes dimensiones, la mayor de la historia, que
afecta a una cincuentena de bancos españoles, cuyos casos más sonados
son los grupos Rumasa y Banca Catalana. El ejercicio de 1981 resulta un
auténtico calvario para los gestores de la entidad financiera que, como
detalla Cabana, han de justificar cada una de sus operaciones.
Lentamente afloran las dimensiones del déficit patrimonial del grupo,
estimado entre 30.000 y 60.000 millones de pesetas. Mariano Rubio,
entonces subgobernador del Banco de España, es el encargado del estrecho
seguimiento de la evolución de la entidad.(...)
Paralalemente, en
mayo de 1982 se inician las conversaciones con Josep Vilarasau,
director general de La Caixa de Pensions desde 1976, para que la entidad
se implique y asegure una solución catalana a la crisis, por la que
también apuesta el Banco de España, aunque para ello deba modificarse la
legislación que impide la participación mayoritaria de las cajas de
ahorro en los bancos.
Pujol y Vilarasau, mantienen relaciones fluidas,
Pujol le visita casi todos los sábados en la sede de la Caixa en Vía
Layetana. Cuando, según Cabana, los problemas parecen encarrillarse, se
produce “el día de la explosión”. El viernes, 11 de junio de 1982, el
Boletín Confidencial de la agencia Europa Press publica una escueta nota
de cinco líneas titulada: “Es inminente la suspensión de pagos de una
importante entidad crediticia catalana.”
Desde ese día “se hundió la
posibilidad de una solución no traumática de la crisis” y significó el
torpedo dirigido a la línea de flotación que hundió al Banco. Una
información que según Cabana, era falsa y que responde a la acción
premedita de un anónima “mano negra” que perseguía Pujol y a Banca
Catalana desde su fundación. (...)
Entre
mediados de junio y finales de julio se retiraron más de 25.000
millones de pesetas, a una media de mil millones diarios. La mayoría
“preferían no dar la cara y retirar su dinero ante testigos, por lo que
simplemente ingresaban talones contra Banca Catalana en otras entidades
bancarias (...)
Y no cupo hacer distinciones de catalanismo: entidades que habían apostado por Banca Catalana en los años difíciles, como el Colegio de Arquitectos o el Institut d’Estudis Catalans –baluarte sacrosanto del catalanismo- redujeron muchísimo su relación comercial con la entidad financiera pese a los llamamientos a la serenidad que lanzaba el propio Banco de España (...) Los más fieles dejaron cantidades simbólicas, mientras que los otros se lo llevaron todo. En las pequeñas poblaciones, la huida de capital fue singularmente notoria.”
Y no cupo hacer distinciones de catalanismo: entidades que habían apostado por Banca Catalana en los años difíciles, como el Colegio de Arquitectos o el Institut d’Estudis Catalans –baluarte sacrosanto del catalanismo- redujeron muchísimo su relación comercial con la entidad financiera pese a los llamamientos a la serenidad que lanzaba el propio Banco de España (...) Los más fieles dejaron cantidades simbólicas, mientras que los otros se lo llevaron todo. En las pequeñas poblaciones, la huida de capital fue singularmente notoria.”
Ante la magnitud
de la catástrofe, el Banco de España exige cambios en la dirección del
banco y la renovación del consejo de administración. Pujol delega en
Antoni Forrellad, con quien mantiene contacto permanente, la formación
de un equipo de notables, compuesto por personalidades de gran peso en
la economía catalana, que refuercen a los siete gestores del grupo. (...)
La nueva junta directiva aprueba una ampliación de 5.700 millones de
pesetas que iguala el valor del capital de la entidad, a través de una
emisión de bonos convertibles que deben suscribir las cajas.
El Banco de
España nombra el 7 de junio nuevo presidente de Banca Catalana a Eusebi
Díaz Morera, con el visto bueno de Pujol aconsejado por Forrellad. Díaz
Morera ha sido director general de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad y
goza de muy buena prensa en las cajas y el Banco de España. Díaz Morera
sólo resistirá cuatro meses al frente de la entidad y su gestión será
duramente criticada por los medios convergentes que le responsabilizan
de abrir la puerta a la solución “madrileña” a la crisis.
La nueva dirección puso en marcha un plan de viabilidad y encargó una auditoría urgente a la firma Price Waterhouse que reveló un déficit patrimonial de 130.000 millones de pesetas y unas pérdidas anuales de 20.000 millones.
Con estas cifras Díaz Morera inició, a principios de septiembre, una compleja negociación con el Banco de España para obtener ayudas en torno a 100.000 millones. Informa de la operación de salvamento a Pujol y Felipe González, líder de la oposición y a quien todo el mundo da como futuro presidente de gobierno. Las autoridades monetarias rechazan estas cifras y buscan una solución de compromiso a través de Roca y Trias Fargas.
La nueva dirección puso en marcha un plan de viabilidad y encargó una auditoría urgente a la firma Price Waterhouse que reveló un déficit patrimonial de 130.000 millones de pesetas y unas pérdidas anuales de 20.000 millones.
Con estas cifras Díaz Morera inició, a principios de septiembre, una compleja negociación con el Banco de España para obtener ayudas en torno a 100.000 millones. Informa de la operación de salvamento a Pujol y Felipe González, líder de la oposición y a quien todo el mundo da como futuro presidente de gobierno. Las autoridades monetarias rechazan estas cifras y buscan una solución de compromiso a través de Roca y Trias Fargas.
La proximidad de
las elecciones, a dos meses vista, aconsejan esperar antes de tomar
medidas drásticas. Sin embargo, la situación es tan grave que obliga al
Banco de España a intervenir, pero sin que lo parezca. El 17 de
septiembre de 1982 decide disolver el “consejo de notables” y nombrar un
nuevo consejo de administración dando entrada a Ruiz de Alda,
presidente del Fondo de Garantía de Depósitos, que señala cual será el
destino final del grupo.
Se pone en marcha la “operación acordeón” reduciendo el valor de las acciones, que seis meses antes se cotizaban a unas tres mil pesetas, al valor simbólico de una peseta. El Fondo se encargará de cubrir el déficit y se realizará una ampliación de capital con la esperanza que el grupo reflotado sea adquirido por otro banco. (...)
Se pone en marcha la “operación acordeón” reduciendo el valor de las acciones, que seis meses antes se cotizaban a unas tres mil pesetas, al valor simbólico de una peseta. El Fondo se encargará de cubrir el déficit y se realizará una ampliación de capital con la esperanza que el grupo reflotado sea adquirido por otro banco. (...)
El
17 de noviembre de 1982 Ruiz de Alda preside la junta de accionistas
que debe ratificar estas duras decisiones. Están presentes 1.700
personas que representan a casi 6.000 accionistas, el 25% del total de
los 22.000 accionistas y el 68% del capital. Tras el discurso de Ruiz de
Alda, un accionista valenciano pide la palabra y exige
responsabilidades penales “a quienes lo subordinan todo a ciertos
intereses políticos.”
Un griterío enorme apagó sus palabras y es replicado por el abogado Rodríguez Vives de la Hinojosa: “No toleraremos que se insulte al president Pujol”, seguido por una quincena de intervenciones en el mismo sentido. Este letrado, junto a Piqué Vidal y Casals Colldecarrera, también presentes en la sala, serán los encargados de dirigir posteriormente la defensa de Pujol y los directivos de Catalana.
Se solicita una votación al respecto que decidió, entre aplausos y vítores, por un amplia mayoría del 74% exculpar a los antiguos gestores de la entidad. Asimismo se aprueba la operación acordeón que reduce a la nada el valor de las acciones 22.000 pequeños inversores. El 29 de noviembre Cabana anota escuetamente en su dietario: “Los diarios ponen a Jordi Pujol contra las cuerdas”, que refleja fielmente el desgaste que está sufriendo su imagen pública y vuelve a culpar a El País y a Quintà de querer encarcelar a los directivos de catalana, empezando por el president de la Generalitat.
Espar Ticó irrumpe en el escenario a la cabeza de un grupo de accionistas y trabajadores de la casa provistos de silbatos. El héroe de los Fets de Palau, que ha organizado una colecta entre accionistas y trabajadores del banco para salvar la entidad, ha reunido 800 millones de pesetas y denuncia en medio de un gran escándalo el “pasteleo madrileño”.
Los pujolistas se suceden sin descanso en el uso de la palabra. Josep Plaja, un sacerdote fundador de CDC, se descuelga con un discurso sobre la nación catalana, otro convergente Oriol Pañella, acusa a Ruiz de Alda y al Fondo de seguir las instrucciones del PSOE. Los abogados Pique Vidal y Rodríguez Vives insisten en la honorabilidad de los antiguos consejeros que han sido víctimas de una trampa política.
Tras la irrupción del grupo Espar, Ruiz de Alda, aconsejado por los servicios de seguridad, abandona el Palacio de Congresos por la puerta trasera, ni siquiera pudo redactarse el acta de la reunión que tuvo que hacerse posteriormente y ratificó la muerte del grupo.
Tres días después de esta tumultuosa junta, Boyer comparece ante la comisión económica del Congreso para dar explicaciones sobre la solución dada a Banca Catalana y en una sesión tranquila la oposición le expresó su apoyo por la salida adoptada. Poco después empiezan a barajarse cifras que estiman en 300.000 millones de pesetas las ayudas públicas destinadas a la entidad, cantidad confirmada por el Tribunal de Cuentas en 1985.
Durante el verano de 1983, antes de emitirse la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, Pujol estaba política y personalmente tocado. Sus más directos colaboradores lo encuentran abatido, en los cenáculos convergentes circulan rumores sobre la posibilidad que presente la dimisión y se especula con el nombre de su sucesor.
Los favoritos son Macià Alavedra, Cullell y Roca, que recientemente ha vuelto a ocupar la secretaría general del partido por delegación. Ante la baja forma del líder, Alavedra y Cullell se reparten las áreas económica y política del ejecutivo catalán. Este estado de postración será muy breve.
El president se rehace pronto y vuelve a la carga con la energía que le caracteriza. La sentencia del 13 de agosto sobre la LOAPA le levanta la moral y le devuelve plenamente la confianza en sí mismo. Esto se puso de relieve en el pleno parlamentario del 14 de octubre de 1983 donde volvió a plantearse el caso Catalana. (...)
Un griterío enorme apagó sus palabras y es replicado por el abogado Rodríguez Vives de la Hinojosa: “No toleraremos que se insulte al president Pujol”, seguido por una quincena de intervenciones en el mismo sentido. Este letrado, junto a Piqué Vidal y Casals Colldecarrera, también presentes en la sala, serán los encargados de dirigir posteriormente la defensa de Pujol y los directivos de Catalana.
Se solicita una votación al respecto que decidió, entre aplausos y vítores, por un amplia mayoría del 74% exculpar a los antiguos gestores de la entidad. Asimismo se aprueba la operación acordeón que reduce a la nada el valor de las acciones 22.000 pequeños inversores. El 29 de noviembre Cabana anota escuetamente en su dietario: “Los diarios ponen a Jordi Pujol contra las cuerdas”, que refleja fielmente el desgaste que está sufriendo su imagen pública y vuelve a culpar a El País y a Quintà de querer encarcelar a los directivos de catalana, empezando por el president de la Generalitat.
El Fondo de
Garantías cumple sus compromisos. El 20 de diciembre cubre la totalidad
de la ampliación de capital y anuncia que se procederá a la subasta del
grupo. En principio todo parece apuntar a que La Caixa, asegurando la
solución catalana a la crisis. Sin embargo, a última hora aparece a
última hora la oferta de un pool de 16 bancos españoles con mejores
condiciones en cuanto a créditos y avales.
En realidad, desde la crisis de junio de 1982 la Caixa no había manifestado un gran interés hacia Catalana. La Caixa mantuvo su oferta de modo simbólico, a sabiendas que discretamente los principales bancos del país estaban negociando una oferta conjunta menos gravosas para el Fondo de Garantía de Depósitos. Miguel Boyer, entonces ministro de Economía, declarará años más tarde:
En realidad, desde la crisis de junio de 1982 la Caixa no había manifestado un gran interés hacia Catalana. La Caixa mantuvo su oferta de modo simbólico, a sabiendas que discretamente los principales bancos del país estaban negociando una oferta conjunta menos gravosas para el Fondo de Garantía de Depósitos. Miguel Boyer, entonces ministro de Economía, declarará años más tarde:
“Efectué varias
gestiones para que se la quedara el Banco Sabadell, pero entonces ese
banco estaba en una actitud muy conservadora y no quería problemas. Nos
esforzamos por dar una solución catalana al problema, pero ni el Banco
Sabadell mostró interés ni tampoco La Caixa. (...) Aquellos días estuve
en contacto con Pujol que sabe perfectamente los esfuerzos que efectué
en este asunto.”
La grandes
dimensiones de Catalana con 4.200 empleados, 330 oficinas, unidos a los
graves problemas de su grupo industrial con más de 20.000 trabajadores
son las razones de fondo que esgrimirá para La Caixa para declinar la
oferta. Desde entonces el proceso se desarrolla muy deprisa.
El 17 de mayo de 1983 el Fondo vende Catalana por 13.606 millones de pesetas al pool compuesto por los siete grandes (Central, Banesto, Hispano Americano, Bilbao, Vizcaya, Santander y Popular), cinco medianos (Pastor, Herrero, Sabadell, March y Zaragozano) y dos pequeños el Banco de la Pequeña y Mediana Empresa y el Banco de Europa.
Al día siguiente, Convergència emitió una nota donde lamentaba que Banca Catalana no hubiese sido adquirida por la Caixa, pero sin hacer sangre. Finalmente, el 30 de mayo los grandes bancos deciden que el Banco de Vizcaya asuma en solitario la gestión de Banca Catalana con la facultad de ejercer el derecho de compra en dos años. Solo queda pendiente el último fleco, la ratificación de esta solución por la junta de accionistas de la entidad. (...)
El 17 de mayo de 1983 el Fondo vende Catalana por 13.606 millones de pesetas al pool compuesto por los siete grandes (Central, Banesto, Hispano Americano, Bilbao, Vizcaya, Santander y Popular), cinco medianos (Pastor, Herrero, Sabadell, March y Zaragozano) y dos pequeños el Banco de la Pequeña y Mediana Empresa y el Banco de Europa.
Al día siguiente, Convergència emitió una nota donde lamentaba que Banca Catalana no hubiese sido adquirida por la Caixa, pero sin hacer sangre. Finalmente, el 30 de mayo los grandes bancos deciden que el Banco de Vizcaya asuma en solitario la gestión de Banca Catalana con la facultad de ejercer el derecho de compra en dos años. Solo queda pendiente el último fleco, la ratificación de esta solución por la junta de accionistas de la entidad. (...)
Espar Ticó irrumpe en el escenario a la cabeza de un grupo de accionistas y trabajadores de la casa provistos de silbatos. El héroe de los Fets de Palau, que ha organizado una colecta entre accionistas y trabajadores del banco para salvar la entidad, ha reunido 800 millones de pesetas y denuncia en medio de un gran escándalo el “pasteleo madrileño”.
Los pujolistas se suceden sin descanso en el uso de la palabra. Josep Plaja, un sacerdote fundador de CDC, se descuelga con un discurso sobre la nación catalana, otro convergente Oriol Pañella, acusa a Ruiz de Alda y al Fondo de seguir las instrucciones del PSOE. Los abogados Pique Vidal y Rodríguez Vives insisten en la honorabilidad de los antiguos consejeros que han sido víctimas de una trampa política.
Tras la irrupción del grupo Espar, Ruiz de Alda, aconsejado por los servicios de seguridad, abandona el Palacio de Congresos por la puerta trasera, ni siquiera pudo redactarse el acta de la reunión que tuvo que hacerse posteriormente y ratificó la muerte del grupo.
Tres días después de esta tumultuosa junta, Boyer comparece ante la comisión económica del Congreso para dar explicaciones sobre la solución dada a Banca Catalana y en una sesión tranquila la oposición le expresó su apoyo por la salida adoptada. Poco después empiezan a barajarse cifras que estiman en 300.000 millones de pesetas las ayudas públicas destinadas a la entidad, cantidad confirmada por el Tribunal de Cuentas en 1985.
Desde el punto de
vista político, el caso Catalana no ha hecho más que empezar. Como es
preceptivo después de una crisis de esta magnitud, el Banco de España
pone en marcha un procedimiento informativo para establecer la eventual
depuración de responsabilidades. La presentación en mayo de 1984 de la
querella contra él y 24 ex directivos del grupo, acusados de falsedad y
apropiación indebida, provocan una auténtica conmoción social y abren el
segundo acto de la crisis (…)
Las acciones de Pujol
La crisis de
Catalana, tendrá una derivación muy desagradable que, más allá de las
valoraciones sobre la profesionalidad de la gestión bancaria de Pujol,
arroja sombras de dudas sobre su actuación personal en la crisis.
El 14 mayo de 1982, siete semanas antes de la intervención del Banco de España, Pujol, su madre y su esposa se desprenden de sus acciones en Catalana. Un documento notarial de 16 páginas da fe de la donación de 22.749 acciones de la serie A y 74.935 de la serie B a la Fundación Catalana presidida por Forrellad, cuyo precio de mercado se estima en 600 millones de pesetas. Pujol siempre ha asegurado que no percibió un céntimo por estas acciones y que actuó motivado por el “desinterés personal”.
De este modo, quería evitar las acusaciones sobre su doble condición de presidente de la Generalitat y accionista de Catalana, que podían lastrar el papel del ejecutivo catalán en la crisis del grupo. Por el contrario, en las conclusiones del sumario elaborado por los fiscales del caso Catalana, Mena y Jiménez Villarejo se considera probado que Pujol y su familia diseñaron una operación para vender fraudulentamente, al menos parte de estas acciones, antes de su definitiva depreciación, en agudo contraste con la ruina de miles de pequeños ahorradores.
Así constatan que diez mil acciones de la serie B fueron adquiridas por HOE S.A, según figura en los asientos contables de la sociedad, por 25 millones de pesetas. La empresa se encontraba en una situación de quiebra económica, con un déficit patrimonial de 1.714 millones de pesetas, a pesar de ello recibió en enero de 1982 un crédito de 165 millones de Catalana “que se destinó en gran parte al pago de las acciones de Banca Catalana vendidas por el querellado Pujol y su grupo familiar.”
Una actuación fraudulenta mediante la cual “se desprendieron de las acciones en vísperas de su devaluación a cambio de un precio pagado por una entidad insolvente, con fondos de Banca Catalana S.A., la cual, finalmente, resultó perjudicada.”
El 14 mayo de 1982, siete semanas antes de la intervención del Banco de España, Pujol, su madre y su esposa se desprenden de sus acciones en Catalana. Un documento notarial de 16 páginas da fe de la donación de 22.749 acciones de la serie A y 74.935 de la serie B a la Fundación Catalana presidida por Forrellad, cuyo precio de mercado se estima en 600 millones de pesetas. Pujol siempre ha asegurado que no percibió un céntimo por estas acciones y que actuó motivado por el “desinterés personal”.
De este modo, quería evitar las acusaciones sobre su doble condición de presidente de la Generalitat y accionista de Catalana, que podían lastrar el papel del ejecutivo catalán en la crisis del grupo. Por el contrario, en las conclusiones del sumario elaborado por los fiscales del caso Catalana, Mena y Jiménez Villarejo se considera probado que Pujol y su familia diseñaron una operación para vender fraudulentamente, al menos parte de estas acciones, antes de su definitiva depreciación, en agudo contraste con la ruina de miles de pequeños ahorradores.
Así constatan que diez mil acciones de la serie B fueron adquiridas por HOE S.A, según figura en los asientos contables de la sociedad, por 25 millones de pesetas. La empresa se encontraba en una situación de quiebra económica, con un déficit patrimonial de 1.714 millones de pesetas, a pesar de ello recibió en enero de 1982 un crédito de 165 millones de Catalana “que se destinó en gran parte al pago de las acciones de Banca Catalana vendidas por el querellado Pujol y su grupo familiar.”
Una actuación fraudulenta mediante la cual “se desprendieron de las acciones en vísperas de su devaluación a cambio de un precio pagado por una entidad insolvente, con fondos de Banca Catalana S.A., la cual, finalmente, resultó perjudicada.”
Las horas bajas del líder
El 30 de
septiembre de 1982, Pujol superó la moción de censura presentada por su
maestro Josep Benet que tuvo un valor más simbólico que político, pues
sólo contó con el apoyo del PSUC y escenificó el enfrentamiento entre el
ala derecha e izquierda del catalanismo católico de posguerra.
La sangre no llegó al río y los portavoces parlamentarios acabaron el debate comentando amigablemente sus incidencias en un bar. Un año después el clima político se había enrarecido notablemente. En el pleno de finales de septiembre de 1983 la quiebra de Catalana centró el debate parlamentario.
El secretario general del PSUC, Gutiérrez Díaz, un viejo conocido de su juventud en Premià, acusó a Pujol de engañar a la Cámara con falsas expectativa sobre la solución de la crisis y criticó la incapacidad del Govern para impedir que el grupo cayese en manos de la gran banca española. (...)
La sangre no llegó al río y los portavoces parlamentarios acabaron el debate comentando amigablemente sus incidencias en un bar. Un año después el clima político se había enrarecido notablemente. En el pleno de finales de septiembre de 1983 la quiebra de Catalana centró el debate parlamentario.
El secretario general del PSUC, Gutiérrez Díaz, un viejo conocido de su juventud en Premià, acusó a Pujol de engañar a la Cámara con falsas expectativa sobre la solución de la crisis y criticó la incapacidad del Govern para impedir que el grupo cayese en manos de la gran banca española. (...)
Durante el verano de 1983, antes de emitirse la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, Pujol estaba política y personalmente tocado. Sus más directos colaboradores lo encuentran abatido, en los cenáculos convergentes circulan rumores sobre la posibilidad que presente la dimisión y se especula con el nombre de su sucesor.
Los favoritos son Macià Alavedra, Cullell y Roca, que recientemente ha vuelto a ocupar la secretaría general del partido por delegación. Ante la baja forma del líder, Alavedra y Cullell se reparten las áreas económica y política del ejecutivo catalán. Este estado de postración será muy breve.
El president se rehace pronto y vuelve a la carga con la energía que le caracteriza. La sentencia del 13 de agosto sobre la LOAPA le levanta la moral y le devuelve plenamente la confianza en sí mismo. Esto se puso de relieve en el pleno parlamentario del 14 de octubre de 1983 donde volvió a plantearse el caso Catalana. (...)
La réplica de Pujol no tuvo nada que ver con la anterior, donde se
mantuvo a la defensiva y escurrió el bulto como pudo. Contraatacó con
dureza, en la línea de Cabana y Espar. El origen de la crisis de
Catalana está en la campaña de filtraciones e intoxicaciones promovida
por algunos medios de comunicación y políticos como Alfonso Guerra, del
que citó sus declaraciones en los Desayunos del Ritz.
Claro que había recibido presiones, pero las ha sabido resistir con energía, como demostró durante la LOAPA. Los “políticos de cierta importancia” no se mueven en un “mundo angelical”, sino que están sometidos a presiones de distinto signo. Apañados estaríamos si cada vez que se comprueba una presión sobre un político, éste tuviera que dimitir. No quedaría nadie. Todo el mundo entendió que su dimisión quedaba completamente descartada.
Al día siguiente, cuando solo han transcurrido veinte días de las elecciones y faltan diez para la sesión de investidura, estalla la bomba. El País publica en portada: “Inminente querella del Fiscal del Estado contra Jordi Pujol y otros responsables de Banca Catalana”. Para los medios nacionalistas esta filtración resulta la prueba eficiente de la connivencia entre el gobierno socialista, la fiscalía y el diario para destruir a Pujol y desacreditar al catalanismo.
Por otra parte, periodistas que han estudiado el caso como Missé, aseguran que la noticia cogió al gobierno por sorpresa, que perdió el control de la situación. “En las filas socialistas había confusión y posiciones encontradas: Narcís Serra y Félix Pons exigieron castigar a los fiscales, pero Ledesma se opuso y advirtió que esta decisión provocaría la dimisión de Burón”.
Claro que había recibido presiones, pero las ha sabido resistir con energía, como demostró durante la LOAPA. Los “políticos de cierta importancia” no se mueven en un “mundo angelical”, sino que están sometidos a presiones de distinto signo. Apañados estaríamos si cada vez que se comprueba una presión sobre un político, éste tuviera que dimitir. No quedaría nadie. Todo el mundo entendió que su dimisión quedaba completamente descartada.
La querella criminal
La amenaza de la
querella contra los ex directivos de Banca Catalana pendió como una
espada de Damocles durante la campaña electoral. A principios de 1984,
según el periodista Andreu Missé, el gobierno socialista estaba dividido
sobre la actitud a adoptar. Miguel Boyer, ministro de Economía, llevó
el asunto al Consejo de Ministros, provisto de los informes elaborados
por el Banco de España que habían detectado graves irregularidades.
Se produjo un vivo debate entre los “puritanos” partidarios de exigir responsabilidades penales y los contrarios que advirtieron de los riesgos políticos de esta vía. Al tratase de tema jurídico, se encargó un informe al ministerio de Justicia, cuyo titular Fernando Ledesma había ejercido de magistrado en Cataluña. (...)
Se produjo un vivo debate entre los “puritanos” partidarios de exigir responsabilidades penales y los contrarios que advirtieron de los riesgos políticos de esta vía. Al tratase de tema jurídico, se encargó un informe al ministerio de Justicia, cuyo titular Fernando Ledesma había ejercido de magistrado en Cataluña. (...)
Al día siguiente, cuando solo han transcurrido veinte días de las elecciones y faltan diez para la sesión de investidura, estalla la bomba. El País publica en portada: “Inminente querella del Fiscal del Estado contra Jordi Pujol y otros responsables de Banca Catalana”. Para los medios nacionalistas esta filtración resulta la prueba eficiente de la connivencia entre el gobierno socialista, la fiscalía y el diario para destruir a Pujol y desacreditar al catalanismo.
Por otra parte, periodistas que han estudiado el caso como Missé, aseguran que la noticia cogió al gobierno por sorpresa, que perdió el control de la situación. “En las filas socialistas había confusión y posiciones encontradas: Narcís Serra y Félix Pons exigieron castigar a los fiscales, pero Ledesma se opuso y advirtió que esta decisión provocaría la dimisión de Burón”.
Roca señaló a
González como responsable directo de la querella y los medios
nacionalistas se vieron agitados por una enorme oleada de incredulidad e
indignación. Baiges, González y Reixach afirman que la filtración no
fue producto de una operación orquestada sino de la casualidad.
Tras la reunión en la Fiscalía, Jiménez Villarejo y Mena, junto a otros compañeros de carrera y promoción se dirigieron al cercano bar El Timón, donde comentaron las incidencias del encuentro, entre el nutrido grupo se hallaba casualmente un periodista que transmitió inmediatamente la valiosa información a su diario. (...)
Tras la reunión en la Fiscalía, Jiménez Villarejo y Mena, junto a otros compañeros de carrera y promoción se dirigieron al cercano bar El Timón, donde comentaron las incidencias del encuentro, entre el nutrido grupo se hallaba casualmente un periodista que transmitió inmediatamente la valiosa información a su diario. (...)
El
meollo de la querella consiste en imputar a los directivos del grupo el
falseamiento de los balances y desviación de fondos, para lo cual
llevaban una doble contabilidad, la famosa caja B, solo conocida por
ellos, opaca para los accionistas y las autoridades monetarias. En 1976,
estos fondos ocultos ascendían a 8.000 millones de pesetas, casi el 11%
de los recursos globales del grupo. Estas prácticas fraudulentas
permitieron ocultar la crisis de la entidad y evadir cantidades
millonarias a Hacienda.
Como apunta Espada, “los primeros que confundieron Pujol con Cataluña fueron los socialistas catalanes”. No sólo interiorizaron las acusaciones de los nacionalistas, sino que se sometieron a todas sus exigencias con el objetivo de hacerse perdonar y se “produjese el reingreso a la congregación cuando antes mejor y era igual en qué condiciones humillantes.” (...)
El desagravio
La víspera de la
filtración, Pujol y Ferrusola son informados por Prenafeta, quien
avisado por Quintà, se desplaza pasada la medianoche a su domicilio de
la ronda general Mitre. La noticia cae como un mazazo sobre el president
que había especulado con sus más directos colaboradores sobre la
posibilidad de dimitir si finalmente era procesado.
“Pujol se puso
tenso. Muy duro y muy tenso. No le había visto nunca así. Me dijo las
mismas palabras que después repitió desde el balcón de la Generalitat:
‘Esto es una gran, una inmensa mala jugada.’ Tenía no sólo la amargura
de la pérdida del banco –muy importante -, sino también el dolor añadido
de la querella. Entendió, y ahora tenía la prueba, que los socialistas
le querían masacrar políticamente (…)
Lluís, van a por mí, buscan mi ruina. Los socialistas no han aceptado de buen grado su derrota. Son todos iguales. Odian a Cataluña.
Se siente estafado por González y Serra que le han engañado deliberadamente con falsas promesas tranquilizadoras, para hacerle caer mejor en la trampa. En su mano estaba impedir la presentación de la querella, dada la dependencia jerárquica de la Fiscalía respecto al Gobierno, pero han preferido la confrontación.
En esta línea se interpretan las declaraciones de González, a Radio Nacional, dos días después de la presentación de la querella. “Cuando un gobierno se ve obligado a aportar 270.000 millones del erario público, es decir, del esfuerzo de todos los ciudadanos para superar una crisis económica, no tiene más remedio que ofrecer a los ciudadanos una explicación de por qué se ha llegado a esta situación. Lo demás son especulaciones políticas gratuitas.”
Lluís, van a por mí, buscan mi ruina. Los socialistas no han aceptado de buen grado su derrota. Son todos iguales. Odian a Cataluña.
Se siente estafado por González y Serra que le han engañado deliberadamente con falsas promesas tranquilizadoras, para hacerle caer mejor en la trampa. En su mano estaba impedir la presentación de la querella, dada la dependencia jerárquica de la Fiscalía respecto al Gobierno, pero han preferido la confrontación.
En esta línea se interpretan las declaraciones de González, a Radio Nacional, dos días después de la presentación de la querella. “Cuando un gobierno se ve obligado a aportar 270.000 millones del erario público, es decir, del esfuerzo de todos los ciudadanos para superar una crisis económica, no tiene más remedio que ofrecer a los ciudadanos una explicación de por qué se ha llegado a esta situación. Lo demás son especulaciones políticas gratuitas.”
Esa misma noche,
Pujol le comunica a Prenafeta lo que se convertirá “en el eje central de
su estrategia de defensa política: una identificación absoluta entre
Jordi Pujol y Cataluña, que le permite plantear el silogismo de que
procesando al primero se quiere juzgar a la segunda.”
Esa madrugada,
Prenafeta y Ferrusola comienzan a preparar el acto de desagravio que
debe coincidir con la sesión de investidura, prevista para el 30 de
mayo.
Durante los días
siguientes a la explosión, el president se esfuerza por dar una imagen
de normalidad, en lugar de eludir las comparencias públicas, como le
aconsejan muchos, asiste a los actos oficiales y acontecimientos
sociales de su apretada agenda para demostrar su entereza y que la
querella no le ha afectado.
Pero la procesión va por dentro y todos sus colaboradores coinciden en comentar que “está tocado.” Inmediatamente, la poderosa maquinaria política y mediática convergente se pone a funcionar a tope. Sin ningún pudor, TV3 y Catalunya Ràdio convocan a la ciudadanía a asistir a la manifestación. En el operativo tiene un papel destacado Lluís Vilaseca, ex directivo de Catalana y del Barça, nombrado en 1980 secretario general de Deportes de la Generalitat, que moviliza a federaciones deportivas y todo tipo de entidades, “desde clubs de gimnasia hasta peñas de petanca de asociaciones vecinales; un sinfín de grupos, surgidos debajo de las piedras, insertan anuncios convocando a la manifestación. En realidad, las entidades se limitan a ceder los nombres, ya que la publicidad será redactada y abonada directamente por Convergència”.
Pero la procesión va por dentro y todos sus colaboradores coinciden en comentar que “está tocado.” Inmediatamente, la poderosa maquinaria política y mediática convergente se pone a funcionar a tope. Sin ningún pudor, TV3 y Catalunya Ràdio convocan a la ciudadanía a asistir a la manifestación. En el operativo tiene un papel destacado Lluís Vilaseca, ex directivo de Catalana y del Barça, nombrado en 1980 secretario general de Deportes de la Generalitat, que moviliza a federaciones deportivas y todo tipo de entidades, “desde clubs de gimnasia hasta peñas de petanca de asociaciones vecinales; un sinfín de grupos, surgidos debajo de las piedras, insertan anuncios convocando a la manifestación. En realidad, las entidades se limitan a ceder los nombres, ya que la publicidad será redactada y abonada directamente por Convergència”.
En su libro
Contra Catalunya, el periodista Arcadi Espada, nos proporciona un vívido
testimonio de estas jornadas. En los días previos a la manifestación,
la redacción de El País donde trabaja, recibe docenas de comunicados y
pasquines que “convocan espontáneamente al pueblo de Cataluña a
manifestarse en defensa de Jordi Pujol”.
Aquí estriba uno de los ejes de la campaña, se elude la implicación explícita de CiU en la convocatoria y se presenta como una reacción espontánea e indignada del pueblo catalán. Así también se diluían las responsabilidades del partido en los eventuales incidentes que pudieran provocarse:
Aquí estriba uno de los ejes de la campaña, se elude la implicación explícita de CiU en la convocatoria y se presenta como una reacción espontánea e indignada del pueblo catalán. Así también se diluían las responsabilidades del partido en los eventuales incidentes que pudieran provocarse:
“Se trataba de un
descontrol controlado (...) se trataba, se trata y se podrá tratar,
cuando la ocasión lo vuelva a pedir, de un método perfectamente
insertado en la conceptualización nacionalista. La elemental confusión
entre los intereses de un hombre y de un pueblo, entre un partido y un
pueblo (...) se explayaba aquí sin manías. El pujolismo apostaba
decididamente por la pornografía política.”
La campaña tiene
éxito y muy pocos se atreven a discrepar públicamente. Como recoge
Espada, Vázquez Montalbán publica un artículo donde afirma que en
Cataluña nadie cree que Pujol sea un ladrón. Únicamente, Solé Tura -“un
islote orgulloso en medio del pensamiento catalán de la época”- se
permite criticar la utilización política que Pujol está haciendo del
asunto, la querella es producto de una decisión judicial, que debe
resolverse en ese ámbito.
El 30 de mayo, por la tarde, a la misma hora que se vota la segunda investidura de Pujol miles de personas se concentran frente a la sede del Parlament. Entre cien y doscientas mil personas, según las fuentes, se concentran en el trayecto que debe recorrer el president del Parc de la Ciutadella a la Plaça Sant Jaume. Muchos –como observa Cabana- “con americana y corbata”, participan por primera vez a una manifestación.
Entonces se producen unos incidentes gravísimos, silenciados por la prensa barcelonesa del día siguiente. Cuando se levanta la sesión, irrumpen en la Cámara miembros del servicio de orden de la manifestación, muchos de los cuales militantes de CiU, con el pretexto de proteger a los diputados.
A la salida del Parlament, los líderes del PSC son insultados, escupidos y deben ser protegidos por la policía autonómica para evitar que las agresiones pasen a mayores. En muchas pancartas se les trata de botiflers (traidores) y en otras puede leerse: “1714 Felipe V, 1939 Franco, 1984 Felipe González”.
El 30 de mayo, por la tarde, a la misma hora que se vota la segunda investidura de Pujol miles de personas se concentran frente a la sede del Parlament. Entre cien y doscientas mil personas, según las fuentes, se concentran en el trayecto que debe recorrer el president del Parc de la Ciutadella a la Plaça Sant Jaume. Muchos –como observa Cabana- “con americana y corbata”, participan por primera vez a una manifestación.
Entonces se producen unos incidentes gravísimos, silenciados por la prensa barcelonesa del día siguiente. Cuando se levanta la sesión, irrumpen en la Cámara miembros del servicio de orden de la manifestación, muchos de los cuales militantes de CiU, con el pretexto de proteger a los diputados.
A la salida del Parlament, los líderes del PSC son insultados, escupidos y deben ser protegidos por la policía autonómica para evitar que las agresiones pasen a mayores. En muchas pancartas se les trata de botiflers (traidores) y en otras puede leerse: “1714 Felipe V, 1939 Franco, 1984 Felipe González”.
Entre
aclamaciones y aplausos, el recién investido president sube al coche
oficial que muy lentamente recorre el corto trayecto que le separa del
Palau de la Generalitat, mientras saluda triunfal con la mano extendida a
sus fieles.
Siempre en las grandes ocasiones, como el consejo de guerra o tras su primera victoria electoral ha sabido encontrar las palabras y el tono precisos para galvanizar a sus correligionarios. En la plaza Sant Jaume aborrotada resuenan atronadores los gritos ¡Pujol, Pujol!, que aparece en el balcón flanqueado por su esposa, Prenafeta y la plana mayor del partido.
Siempre en las grandes ocasiones, como el consejo de guerra o tras su primera victoria electoral ha sabido encontrar las palabras y el tono precisos para galvanizar a sus correligionarios. En la plaza Sant Jaume aborrotada resuenan atronadores los gritos ¡Pujol, Pujol!, que aparece en el balcón flanqueado por su esposa, Prenafeta y la plana mayor del partido.
Ese espacio está
sobrecargado de simbolismo. En ese mismo balcón, el 14 de abril de 1931,
Francesc Macià proclamó la fugaz “republica catalana como Estado
integrante de la Federación Ibérica” y el 6 de octubre de 1934, Lluís
Companys, declaró constituido el efímero “Estado catalán de la
Republica federal española”.
También aquí Josep Tarradellas, el 23 de octubre de 1977, pronunció el famoso “Ja sóc aquí.”Ahora, como los presidentes de la Generalitat que le han precedido, lanzará su gran discurso, sin papeles y con abundante gesticulación.
También aquí Josep Tarradellas, el 23 de octubre de 1977, pronunció el famoso “Ja sóc aquí.”Ahora, como los presidentes de la Generalitat que le han precedido, lanzará su gran discurso, sin papeles y con abundante gesticulación.
“El gobierno
central ha hecho una jugada indigna; en adelante, de ética y moral
hablaremos nosotros, no ellos”. Los gritos de la multitud que corean el
lema Som una nació!, le obligan a detenerse y responder: “Somos una
nación, sí, somos un pueblo y con un pueblo no se juega... Un pueblo
tiene una vida propia, somos millones y millones de personas, y
generaciones, y hombres y mujeres de hoy, venidos de todas partes para
incorporarse a Catalunya”.
Después de alabar
el civismo democrático “a la catalana, con respeto a todos” de los
manifestantes, comprime las ideas-fuerza de toda su trayectoria. Alude a
la fuerza de la identidad y la capacidad integradora de Catalunya que
hoy ha demostrado su potencia y a su voluntad de construir y no
destruir, de sumar y no restar.
“De esa Cataluña,
nosotros, vosotros, habéis dado testimonio ahora y esta fuerza la
tenéis que utilizar ahora, pero la tenemos que utilizar para ir en
contra, no en venganza.
Tenemos que utilizarla para construir nuestro pueblo y para extender la mano a todos (...) porque todo aquel que vive y trabaja en Catalunya, tenga las ideas que tenga, piense como piense, haga lo que haga en un determinado momento es hermano nuestro, es un catalán.”
Tenemos que utilizarla para construir nuestro pueblo y para extender la mano a todos (...) porque todo aquel que vive y trabaja en Catalunya, tenga las ideas que tenga, piense como piense, haga lo que haga en un determinado momento es hermano nuestro, es un catalán.”
“Y ahora con la
fuerza renovada que vosotros nos habéis dado y habéis dado a Catalunya,
tenemos que ser capaces de trabajar aquí, primero, y después tenemos que
ser capaces de hacer este esfuerzo fuera de aquí. No solamente que con
Catalunya no se juega, no solamente que los juegos sucios no valen, sino
que, además, si quieren, nosotros somos capaces de aportar esa
fidelidad, esta energía, esta fuerza que vosotros representáis, que en
Catalunya representáis, a la construcción general de todo el país.
Si quieren, nosotros, desde nuestra identidad como pueblo, estamos dispuestos a hacer esta colaboración, con una fuerza que ellos no pensaban, pero que no irá contra nadie, sino que irá a favor de todos.
Si quieren, nosotros, desde nuestra identidad como pueblo, estamos dispuestos a hacer esta colaboración, con una fuerza que ellos no pensaban, pero que no irá contra nadie, sino que irá a favor de todos.
Ahora, ha llegado
la hora de volver al trabajo de cada día y dejar que todos juntos,
nosotros, vosotros, el gobierno, todos sepamos hacer uso de esta gran
victoria que hemos conseguido hoy. Que no es mi nombramiento como
presidente, sino esta manifestación maciza, rotunda, absoluta, de
catalanidad, de democracia, de juego limpio, de voluntad de convivencia.
¡Catalanes! ¡Muchas gracias! Ahora cantaremos nuestro himno nacional, cantaremos Els Segadors y después, pacíficamente, gozosamente, como os he dicho, con el orgullo de haber hecho una cosa bien hecha, de la que la historia hablará. Vosotros, hoy, habéis sido protagonistas de un hecho histórico, después, nosotros nos iremos todos a casa, sí y desde mañana, como os he dicho al trabajo, con la energía concentrada en la fidelidad siempre a aquello que hace que seamos lo que somos, que somos catalanes.”
¡Catalanes! ¡Muchas gracias! Ahora cantaremos nuestro himno nacional, cantaremos Els Segadors y después, pacíficamente, gozosamente, como os he dicho, con el orgullo de haber hecho una cosa bien hecha, de la que la historia hablará. Vosotros, hoy, habéis sido protagonistas de un hecho histórico, después, nosotros nos iremos todos a casa, sí y desde mañana, como os he dicho al trabajo, con la energía concentrada en la fidelidad siempre a aquello que hace que seamos lo que somos, que somos catalanes.”
Pujol arrancó a
cantar, seguido por los miles de manifestantes y como broche final a la
pieza oratoria clamó: “¡Catalanes! Gritad ahora tres veces: ¡Visca
Catalunya! ¡Visca Catalunya! ¡Visca Catalunya!” Como observan Novoa y
Reixach, las aclamaciones a Pujol se han transmutado en vivas a
Cataluña. “Concluía de esa forma una magna manifestación que se había
planteado como de apoyo y desagravio a un líder político y que se había
transformado en una defensa patriótica.”
Esa tarde se
completa el proceso de identificación entre el líder y la patria. Se
intentado atacar a Cataluña y su naciente autogobierno, a través de su
persona convertida en un símbolo viviente de la nación.
Si tras su proceso y detención se convirtió en la referencia social del catalanismo democrático, burgués, católico y antifranquista, tras el desagravio se aposenta como virtual president vitalicio de la Generalitat y las legislativas catalanas se convertirán, desde entonces, en una especie de plebiscito sobre su persona y su gestión.
El éxito de la
estrategia defensiva de Pujol modifica las reglas de inclusión/exclusión
en la nación. Esa tarde se traza una gruesa raya que separa a los
buenos de los malos catalanes, donde los socialistas son virtualmente
expulsados de la comunidad nacional. El president refuerza aún más su
autoridad moral y se inviste con los papeles de juez supremo cuyo
criterio resulta decisivo para otorgar o negar la catalanidad política. Si tras su proceso y detención se convirtió en la referencia social del catalanismo democrático, burgués, católico y antifranquista, tras el desagravio se aposenta como virtual president vitalicio de la Generalitat y las legislativas catalanas se convertirán, desde entonces, en una especie de plebiscito sobre su persona y su gestión.
Como apunta Espada, “los primeros que confundieron Pujol con Cataluña fueron los socialistas catalanes”. No sólo interiorizaron las acusaciones de los nacionalistas, sino que se sometieron a todas sus exigencias con el objetivo de hacerse perdonar y se “produjese el reingreso a la congregación cuando antes mejor y era igual en qué condiciones humillantes.” (...)
Defensa y absolución
Durante más de
dos años, hasta su exculpación, cada decisión jurídica, cada paso
procesal será objeto de enconadas polémicas y tema de la querella domina
la política catalana. La estrategia defensiva de Pujol se estructuró en
torno a dos frentes: jurídico y político.
Del primero se encarga el
bufete del abogado Joan Piqué Vidal, muy activo en las juntas de
accionistas de Catalana. Profesor de derecho procesal en la Universidad
de Barcelona, conocido por sus hábiles estrategias que eluden el fondo
de los asuntos y se centran en cuestiones de procedimiento, goza de
excelentes relaciones con la judicatura catalana.
No solo por despertar
la vocación de sus alumnos hacia la carrera judicial, sino por su
interés por los jueces destinados a Barcelona, a los que les facilita
alojamiento y todo tipo de comodidades. A los jóvenes con posibilidades
de llegar a ejercer, les proporciona recursos y ayudas; a los veteranos
también sabe ganárselos con otro tipo de favores, como en el caso de
juez García Lavernia, condenado por cohecho y apartado de la carrera
judicial, a quien dio trabajo en su despacho.
Piqué Vidal dispone de un
archivo donde constan todas las incidencias de las carreras de los
jueces que han pasado por Barcelona. Por todo ello, tiene una clientela
selecta, entre los que se cuenta el financiero Javier de la Rosa. Según
Novoa y Reixach, los contactos de Piqué Vidal con los 41 magistrados de
la Audiencia Territorial de Barcelona que habían de decidir si el
proceso contra Pujol, continúa adelante fue determinante para su
exculpación.
En el frente
político se movilizan todos los recursos. Aprovecha el encuentro oficial
con el Rey, celebrado un día después de la manifestación de desagravio,
en calidad de presidente electo de la Generalitat, para transmitirle su
malestar por la querella. Por su parte, Prenafeta se entrevista con
Juan de Borbón, con el mensaje que la “querella es un ataque político a
Catalunya.”
Según Antich, “el padre del Rey mueve a partir de entonces
determinados hilos, influye en su hijo, en determinados estamentos
políticos y económicos”. En octubre, Pujol se reúne dos veces con
González, pero no se aprecian cambios en la actitud del ejecutivo
socialista.
El 2 de octubre
de 1984 Pujol es interrogado durante tres horas en la Casa dels
Canonges, por el juez instructor del caso, Ignacio de Lecea, su adjunto,
Enrique Anglada y los fiscales Villarejo y Mena, acompañados por dos
funcionarios. La defensa de Pujol corre a cargo de Piqué Vidal y del
catedrático de Derecho Penal, Joan Córdoba. En marzo de 1986 se perciben
los primeros signos de cambio en la política del gobierno socialista
respecto al caso Catalana.
El 4 de septiembre González y Pujol se
entrevistan en La Moncloa a petición del primero. Después de tratar de
diversas cuestiones, el presidente español entra en materia y le
comunica que “le duele mucho” el asunto de la querella que no es
responsabilidad política suya. “Tienes que creerme; nosotros no hemos
tenido ninguna incidencia en el tema.”
La respuesta de Pujol
–reproducida por Antich- consiste en no cuestionar esta afirmación, pero
constatar que “entre el Gobierno central y el Gobierno de la
Generalitat, o si quieres entre presidente del Gobierno y presidente de
la Generalitat, ha ocurrido aquello del espejo roto.
Porque esto es como
un espejo que ha caído al suelo y se ha roto en mil pedazos. Podemos
hacer dos cosas: saltar sobre los pedazos y acabarlos de triturar, o
bien recoger los trozos con los que todavía nos podemos ver y mirarnos
en los fragmentos. Pero, en todo caso, el espejo ya está roto.”
La conversación
con González es interpretada correctamente como una declaración de
intenciones para desactivar la querella. Pocos días después y
coincidiendo con la Diada Nacional, Burón Barba presenta su dimisión y
es sustituido por el ex ministro de presidencia Javier Moscoso.
El pleno de la
Audiencia de Barcelona que debe decidir sobre su procesamiento, dada su
condición de aforado, se convoca el viernes 21 de noviembre de 1986 a
las diez de la mañana. Tres días antes, Pujol ha comparecido ante las
cámaras de TV3 para insistir en el argumento central de su defensa: no
se trata de una acusación contra él, sino contra Cataluña.
El mensaje no
puede ser más claro, si se atreven a procesarlo la gente volverá a
echarse a la calle y se crearán las condiciones para un conflicto de
imprevisibles consecuencias que amenaza con reventar los pactos de la
Transición. Poco antes de su intervención televisiva, Piqué Vidal ha
telefoneado a Prenafeta para garantizarle que, tras hablar con casi
todos los magistrados, la votación arrojará una mayoría clara de 29
votos a favor de la exculpación.
El jefe del equipo de abogados se ha
quedado corto. Tras una viva discusión en la que intervienen una decena
de jueces, 33 votan a favor de Pujol y sólo ocho en contra. A las siete y
media de la tarde, el presidente de la Audiencia, Jaume Amigó, declara
que, atendiendo a criterios estrictamente jurídicos y al margen de las
presiones políticas, se ha decidido que “no ha lugar al procesamiento
del aforado. No hay indicios racionales de criminalidad, por el momento,
del aforado.”
A las nueve de la noche, Pujol hace pública una declaración institucional:
“Quiero felicitar
al pueblo catalán, porque, finalmente, su presidente, la Generalitat y,
de hecho, toda Cataluña, se libran de una grave presión que ha durado
dos años y medio (...) Muchas gracias a todos los que me han hecho
llegar su solidaridad o que simplemente han sufrido conmigo. Hay mucha
gente así en Cataluña y también los ha habido fuera de Cataluña. A todos
ellos muchos gracias.”
Esa noche, unas
quinientas personas se concentran en la plaza Sant Jaume para festejar
su “absolución.” El caso quedará complemente cerrado, el 27 de enero de
1988 cuando el Juzgado de Instrucción n.12 exculpa al resto de
imputados.
La sentencia atribuye el hundimiento de Catalana a la crisis
económica internacional, “a la difusión de noticias y rumores que
provocaron la retirada de fondos.” Se considera que la gestión de los
directivos no fue “acertada” y que fue factor importante en la quiebra,
pero ello “no es incluible, ni se halla incluido en tipo penal alguno.”
Una de las
secuelas de la querella fue el persistente y cerval odio, con ribetes de
manía persecutoria, que Pujol profesará contra Villarejo y Mena que han
recibido anónimos amenazantes y llamadas insultantes.
En 1987, meses
después su exculpación, Villarejo es nombrado fiscal jefe del Tribunal
Superior de Justicia Catalunya (TSJC) que Pujol encaja como una afrenta
personal. Poco después, coincide con Moscoso en una recepción de la Casa
Real en la Granja de San Ildefonso, al que le comunica su malestar en
los términos más duros, acusándolo de carecer de sentido de Estado y de
ser “indigno del cargo que ocupa.”
En 1995, moverá todas sus influencias
para evitar que Villarejo, que continúa como fiscal jefe de TSJC, sea
nombrado primer titular de la recién creada Fiscalía Anticorrupción. Su
ira es aún mayor cuando comprueba que Mena, su otra bestia negra, es
designado para sustituirle. Tras ver ratificado su nombramiento no se
priva de declarar a los medios de comunicación:
“Es indudable que
la Generalitat se ha sentido perseguida por este fiscal. Si he
sobrevivido doce años a su implacable persecución, puedo hacerlo doce
años más o veinticuatro.”
El victimismo es
uno de los recursos más efectivos de la panoplia discursiva convergente
que remueve la vieja herida narcisista. Cataluña, la pacífica y
laboriosa nación se defiende desde hace siglos de sus poderosos enemigos
castellanos que quieren someterla y asimilarla, pero el pueblo catalán
ha tenido la suficiente vitalidad y energía para resistir y plantarles
cara, como se ha levantado ahora en defensa de su presidente
injustamente procesado.
Esta retórica victimista y resistencialista toca
la fibra sensible, despierta los sentimientos comunitarios más
profundos y aglutina en torno suyo a los nacionalistas de todas las
generaciones y tendencias. Tras el desenlace de Banca Catalana cualquier
ataque a Pujol será interpretado como una agresión a la patria y
servirá como guión para afrontar los numerosos casos de corrupción que
rodean la gestión de los gobiernos de CiU.
El
escándalo provocado por la confesión de Pujol sobre las cuentas opacas
en el extranjero ha vuelto a replantear el caso. En una entrevista al
diario digital eldiario.es, el fiscal de Banca Catalana, César Jiménez
Villarejo, declaró que “los fiscales generales del Estado, en esta etapa
nombrados por el PSOE, me prohibieron que iniciara ninguna
investigación que pudiera perjudicar a Convergència Democrática y,
particularmente a Jordi Pujol”.
Asimismo denuncia que muchos
magistrados ni siquiera se pasaron a recoger la documentación
inculpatorios que el juez instructor les había preparado “ya tenían
predeterminado que votarían en contra y algunos de ellos, incluso se
jactaban, en determinados círculos. Tenían una toma de posición previa a
favor de Pujol. Esto demuestra el nivel de connivencia ideológica, que
había.
También de cobardía de magistrados que concluyeron que no había
motivo para procesar a Pujol. Solo ocho magistrados, encabezados por
Antonio Doñate y Margarita Robles pidieron su procesamiento.” Esto
generó “un clima de impunidad que le fue perfecto para seguir operando
en su política, social y económica, de forma arbitraria y fuera de
peligro de cualquier persecución judicial, que sabía que no existiría
porque él controlaba perfectamente la parte del poder judicial que le
interesaba”.
Desde entonces, Pujol “se convirtió en un personaje
invulnerable ante la justicia. Había un pacto más expreso que tácito
entre el Gobierno del PSOE y luego el del PP que Pujol era intocable
(,,,) Me resulta indignante que ahora hablen de España como si fuera el
gran enemigo cuando durante tantos años haciendo actuaciones ilícitas,
fraudulentas y delictivas, han sido protegidos por ese Estado que ahora
parece que detestan tanto.”
En el mismo sentido se ha manifestado
Margarita Robles que evocó las duras críticas que recibieron tanto los
fiscales, Villarejo y Mena, como los ocho magistrados partidarios del
procesamiento a Pujol y los directivos de Banca Catalana que fue
presentando como un “ataque a Cataluña”. (
Pujol, Banca Catalana y cuestión nacional: adelanto de una importante publicación de Antonio Santamaría, Piensa y actúa, 23/10/2014)
1 comentario:
Interesante artículo pero el encabezamiento referido a los 300.000 mill, es incorrecto: el rescate fue abultado pero ni muchísimo menos alcanzó esa cifre según el banco de España
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