"Ricardo Rodríguez es funcionario de la Agencia
Tributaria desde hace 27 años. Trabaja en la unidad de Grandes Empresas,
donde su labor consiste, sobre todo, en librar "oscuras e interminables
escaramuzas jurídicas y procedimentales", en ocasiones con antiguos
compañeros que ahora trabajan en despachos privados y conocen muy bien
los recovecos de la casa.
El sistema "permite que se use la norma fiscal
para eludir el pago de impuestos si se atesora el dinero suficiente
para comprar el camino a la indulgencia", denuncia.
Este técnico de Hacienda, que ha publicado varias novelas y libros de
poesía, acaba de sacar al mercado "Los impuestos en la ciudad
democrática" (El Viejo Topo), un título que homenajea a Vázquez
Montalbán –"quizá este libro le podría gustar", dice–. En él analiza con
un lenguaje divulgativo el sistema fiscal en España y recopila algunos
artículos suyos sobre tributos publicados en prensa.
"Los funcionarios de Hacienda tendemos a ser muy tímidos
y no hablar de nuestras cosas. No somos unos carniceros que perseguimos
vorazmente a los ciudadanos porque vamos a cobrar objetivos ni queremos
hundir ninguna empresa. Solo velamos por los ingresos públicos",
argumenta Rodríguez.
La primera
pregunta tiene que ver con el episodio del impuesto sobre las
hipotecas. El Tribunal Supremo defendió que lo pagara la banca, después
vuelve al esquema anterior que hace pagar al cliente ¿Qué le ha parecido
esta sucesión de acontecimientos?
Es verdad
que hay argumentos técnicos y jurídicos para defender una posición u
otra pero eso es lo de menos. Los profesionales de la Agencia Tributaria
estamos acostumbrados a lidiar con muchísimas sentencias del Supremo
que no compartimos. Creo que hay una formación fiscal muy deficiente de
nuestro poder judicial. Son muy conocedores del derecho, pero son muy
poco de la mecánica de los impuestos.
Es una
auténtica aberración que se corrija una resolución judicial por motivos
extrajurídicos. El sector financiero en este país tiene demasiado poder,
y el Tribunal Europeo ya lo ha dejado claro en varias ocasiones. Me ha
resultado muy inquietante porque demuestra que hay mucha fuerza para
torcer decisiones judiciales.
¿Y qué opina de las distintas reacciones políticas a todo este embrollo?
La propuesta de modificación legal para que a partir de ahora tenga que
pagar el impuesto la banca que ha hecho el presidente del Gobierno me
parece una buena noticia, aunque un tanto oportunista. Creo que lo
correcto es abordar una reforma en profundidad de toda la normativa
hipotecaria para reducir privilegios de la banca sobre los que ya nos ha
advertido el Tribunal Europeo, según ha sugerido Alberto Garzón.
Me
causa estupor la propuesta del señor Pablo Casado de suprimir el
impuesto sin más, porque supone tanto como decir que el impuesto no
tiene problema mientras no deban pagarlo los bancos, porque si es éste
el caso hay que quitarlo.
Y la pretensión que anuncia Pablo Iglesias de
que la norma se apruebe con efecto retroactivo, aunque sea comprensible y
buena la intención, es sencillamente inviable en nuestro sistema
tributario. El artículo 10.2 de la Ley General Tributaria prohíbe de
forma explícita la retroactividad de las normas tributarias.
Trabaja en la unidad de Grandes Empresas de la AEAT. ¿Es testigo del
uso de especialistas para lograr eludir impuestos? ¿Cuáles son sus
técnicas habituales? ¿qué puede hacer el poder político y judicial para
evitarlo?
Yo trabajo en la unidad de Grandes
Empresas regionales, las intermedias. Las de verdad grandes están en la
Unidad Central de grandes contribuyentes. No obstante, hay empresas
grandes de las que nos ocupamos porque son filiales de grupos. Mi vida
como profesional de la Agencia es casi exclusivamente dedicarme a ver
sentencias, doctrina, normativa, y a interpretar jurídicamente los
hechos imponibles.
Lo cual quiere decir que tenemos un sistema
tributario aberrantemente complicado que para el ciudadano común es una
barrera, pero para las grandes empresas y fortunas es una oportunidad de
ahorro fiscal.
Creo que el mayor volumen de ahorro
fiscal viene por la propia complejidad del sistema que permite
interpretaciones muy dispares de hechos imponibles. Que permite usar
vías de procedimientos muy complicados, de manera que estamos muchos
profesionales, y al otro lado también profesionales que a veces proceden
de nuestra propia casa, ocupados en interpretar normas.
¿Qué le parece este trasvase de profesionales de la Agencia Tributaria a despachos y empresas privadas que usted menciona?
Es un problema muy grave y debe abordarse. No digo que mis compañeros
que se pasan al sector privado estén haciendo un uso fraudulento de la
información e incumpliendo la ley. Digo que la ley debe reformarse para
que haya un mínimo de años en los que no se pueda uno dedicar a asesorar
a quienes has controlado desde la administración pública.
Y después
creo que como mínimo debería perderse la plaza: quien está en el sector
privado no debe volver al sector público salvo que vuelva a aprobar
oposiciones. Se habla constantemente de la puerta giratoria de los
cargos de primer nivel, pero hay altos funcionarios de segundo y tercer
nivel que disponen de más información, técnicamente están más
cualificados y que están siendo aprovechados por el sector privado para
ahorrar impuestos.
El cuerpo de inspectores de
Hacienda es el segundo después del de abogados del Estado que tiene a
más gente en el sector privado. Y no cogen a quien acaba de aprobar la
oposición, sino a inspectores o técnicos de Hacienda que llevan unos
años de rodaje y que conocen la maquinaria por dentro. Eso es
enormemente peligroso, y existen conflictos de intereses inevitables.
¿En su experiencia profesional, cree que las cosas funcionarán mejor
con los cambios en el pacto presupuestario que afectan al impuesto de
Sociedades? Se suben tipos y se establece un mínimo de tributación.
Esa parte del acuerdo me parece la mejor, porque sí apunta a problemas
reales y de fondo que estamos teniendo constantemente: vuelven las
competencias sobre las sicavs a la Agencia Tributaria, se apunta a las
socimis, que es una figura que debe tender a desaparecer. Otras cosas
las echo de menos.
Hay un desajuste entre el plazo de prescripción, que
son cuatro años, y los plazos de aplicación de deducciones que llegan
hasta 18 años, la de gasto financiero neto es eterna. Si tienes un
límite de comprobación de cuatro años, y un límite de bases negativas
(resultados negativos de años anteriores que tienes derecho a ir
descontando de tu factura) de diez años, la comprobación es realmente
muy difícil.
En cuanto a los tipos mínimos efectivos
no sé cómo lo van a hacer. Si mantienes las deducciones y su proyección
temporal y las bases negativas ¿cómo vas a aplicar un tipo efectivo
mínimo? Si el problema es que los grandes grupos reducen de su tipo
nominal al efectivo por las deducciones y exenciones es eso lo que hay
que revisar.
¿Qué le parecen los nuevos impuestos a las transacciones financieras y a las empresas tecnológicas? ¿Funcionarán?
Tal y como están configurados hasta ahora soy bastante escéptico. Creo
que hay que implantarlos, pero no me parecen bien diseñados. En mercados
oligopólicos es muy fácil trasladar al consumidor el gasto final.
El
impuesto a las transacciones financieras deja fuera a los derivados, con
lo que el objetivo principal del impuesto, que no es tanto recaudatorio
como regulatorio de un mercado, detraer del sistema especulación
financiera, creo que no lo va a conseguir. Creo que su potencial
recaudatorio es bastante más escaso que las grandes figuras tributarias.
El acuerdo presupuestario entre el Gobierno y Unidos Podemos es
esperanzador porque supone un cambio de rumbo general. Pero estoy
decepcionado porque en los dos grandes impuestos con la mayor capacidad
de recaudación, IRPF e IVA, lo único que hacen es retocar un par de
tipos, no plantean ninguna reforma estructural.
Sobre estos grandes impuestos, en su libro relata que en la primera
reforma fiscal de la democracia la UCD establece 29 tramos de IRPF, un
marginal (no medio) máximo del 65,5% y mínimo del 15%. ¿Qué ha pasado
para que este impuesto se haya ido haciendo cada vez menos progresivo?
Es menos progresivo sobre todo desde inicios de los 90, en los primeros
gobiernos del PSOE se mejoró más. Entonces todas las rentas, fuera cual
fuera su origen, capital o trabajo, pagaban por igual. Eso fue así
hasta mediados de los 90 y no hubo una gran fuga de capitales. El propio
IRPF recogía la transparencia fiscal, que impedía que cosas como las
sociedades patrimoniales, hoy tan de moda, se pudiera hacer: el
beneficio no distribuido se metía en la base del impuesto.
La
contrarreforma de nuestro sistema tributario desde finales de los 70
(cuando lo diseñó Enrique Fuentes Quintana, que no era un rojo
peligroso) hasta hoy es tan brutal que volver a implantar el impuesto de
la renta de 1978 a algún sector de la derecha le parecería radical y
revolucionario.
Y los sectores progresistas no han prestado la atención
debida a estas batallas, que son difíciles: tienes que explicar a la
gente que el mantenimiento de los servicios públicos tiene un coste, de
contribución de todo el mundo.
Ha mencionado el uso de sociedades patrimoniales. ¿Qué le parecen casos
como los de Monedero, Maxim Huerta o Pedro Duque, o la sociedad que
establecieron los Aznar?
La ley no permite
la constitución de sociedades mercantiles ni ningún negocio jurídico,
sea cual sea su naturaleza, con el único fin de pagar menos impuestos.
El artículo 31 de la Constitución no dice en ningún sitio que puedas
pagar menos impuestos si eres más listo o si puedes contratar un asesor
fiscal.
La elusión fiscal también debe ser ilegal. Grupos
internacionales que por medio de sociedades del mismo grupo puedan mover
activos donde más les convenga hacen una manipulación fraudulenta de
precios.
¿Qué le parece la
propuesta de elevar el IVA? Bruselas asegura que aún hay margen. En su
libro habla de los bienes Griffin, aquellos a los que nunca se puede
renunciar pese a tener bajos ingresos y que están sometidos a estos
impuestos indirectos
Es curioso que el
marginal máximo de IRPF haya pasado del 65 al 45%, dependiendo de la
comunidad autónoma y el general de IVA pase del 12% en 1986 al 21%
ahora. El principal impuesto indirecto tiene una tendencia opuesta a la
del principal impuesto directo. Eso hace que el conjunto del sistema sea
cada vez más injusto.
La tentación de subir los impuestos indirectos,
también los especiales, es una constante en el poder político, incluso
en la izquierda a veces, porque son de devengo inmediato, tienes el
dinero de inmediato.
Los directos, IRPF y sociedades,
necesitan un tiempo de implantación, pero sus soluciones son más
permanentes. Ya un 21% de IVA me parece un escándalo, que parece que
hemos aceptado, y se va a jugar a sacar productos del tipo reducido a
general. Eso ha sido otra decepción del acuerdo presupuestario."
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