"Hace nueve años, en pleno huracán del caso Gürtel,
Mariano Rajoy recibía a Jorge Trías Sagnier, un exdiputado del PP que
quería llevarle un mensaje del juez del caso, Antonio Pedreira,
fallecido en 2015.
El líder del PP estaba convencido de que el escándalo
jamás acabaría con su carrera: "Mira, Jorge, tal como yo lo veo, un
político tiene que ser como un junco. Cuando sopla el tifón te inclinas y
dejas que pase; se lo lleva todo por delante, pero tú sobrevives.
Ahora
está soplando, pero a quienes se llevará por delante es a los del PSOE,
y a alguno de por aquí, quizá. Pero a mí, no”, le espetó Rajoy, según
el relato que Trías recoge en el libro que publica ahora, El baile de la corrupción (Ediciones B), y que adelanta EL PAÍS.
Trias fue un protagonista clave del caso Gürtel. En el libro explica como guardó unas fotocopias de los papeles de Bárcenas,
que le había entregado el extesorero, amigo suyo, y decidió en 2013
entregárselas al abogado de EL PAÍS, Gerardo Viada.
Esa decisión, que
tomó al saber que Bárcenas tenía 50 millones de euros ocultos en Suiza,
hundió la carrera de Trías, hasta entonces un exitoso abogado catalán
con despacho en Madrid desde 1981. El PP le declaró la guerra y nadie
quería ya contratarlo.
"Los clientes me fueron quitando los asuntos
hasta que tuve que cerrar el despacho después de 31 años. Esta decisión
de desvelar los papeles solo me trajo perjuicios. Afortunadamente, tenía
ahorros y he podido mantenerme", recuerda.
Trías narra con detalle lo que Rajoy siempre negó, esto es que el presidente estaba al tanto de todo lo que sucedía en el caso Gürtel
y conocía las maniobras de su entorno, en especial Federico Trillo,
para intentar entorpecer la labor del juez, los fiscales y la policía.
El exdiputado catalán, que fue fichado por Aznar en 1996 y presidió
durante una legislatura la Comisión Constitucional, cuenta en el libro
las cuatro reuniones que tuvo con Rajoy para hablar del caso Gürtel.
El presidente parecía al tanto de todo.
La narración de la primera
cita, el 15 de octubre de 2009, define a la perfección a Rajoy y su
actitud con el escándalo:
—¡La que te está cayendo, Mariano!
—¡Bah! —Y, volviéndose hacia su
izquierda, me señaló el montón de diarios apilados—. Si yo hiciese caso
de lo que dicen todos estos —y estos éramos nosotros, los que
escribíamos en los periódicos—, no estaría aquí sentado.
—Le pedí a tu secretaria que quería verte porque estuve con el juez, tu pariente...
—Ja, ja, ja. Sí, me lo ha dicho.
—Pues el juez me ha pedido que te
transmita que él no tiene animadversión alguna al PP, como se dice por
aquí, y que va a intentar llevar la instrucción de forma rápida y, por
supuesto, con independencia de criterio, digan lo que digan las
fiscales. Y, por favor, que no enreden los que tú ya sabes, Mariano, y
tampoco desde la Comunidad. A Pedreira le llegan recados todos los
días...
Rajoy me observaba atentamente,
alternándome con el puro, al que miraba con arrobo y con mucho más
interés que a mí. Hizo un comentario sobre los personajes que rodeaban a
Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid:
—¿Cómo quieres que responda por
ellos si no puedo responder por los que tengo aquí?— Y luego añadió:
Pero, ¿qué quiere este hombre? —Se refería al juez Pedreira—. ¿Qué hay
dentro de esas cajas que tiene la policía?
Yo solo sabía que la mayor parte
de la documentación no había sido analizada todavía. Rajoy quería una
respuesta que ni yo ni nadie podía darle. Bueno, la respuesta se la
podía dar la policía, las fiscales que impulsaban el caso o el juez.
Pero ninguno de ellos iba a hacerlo. Así que yo continuaba repitiéndole
la cantinela para la que había sido enviado.
—Mira, presidente, creo que lo
mejor es no interferir en la instrucción. No enredar el caso con Manos
Limpias o gente así, que se dice que están impulsados por gente de aquí,
y dejar que todo siga su curso y que quien tenga que caer caiga.
Pedreira, tu paisano, se ha propuesto esclarecer la verdad y todavía hay
una enorme cantidad de documentos que ni siquiera han sido analizados.
—¡Ja, la verdad! ¿Y quién sabe dónde está la verdad? ¿Y esto cuánto puede durar?
—Con un poco de suerte, hasta antes de las elecciones generales, le dije.
—¡Pues sí que estamos apañados!
Bueno, tú sigue el caso y yo ya pediré por aquí que no enreden
demasiado. Aunque ya sabes cómo es esto... Basta que diga una cosa para
que se haga la contraria.
Trías cuenta en el libro las
cuatro reuniones. Una de ellas, en la que además de Rajoy estaban
Bárcenas, Javier Arenas y Federico Trillo, fue la más tensa porque Trías
criticó con dureza el intento de Trillo de ahogar el caso con trucos
procesales como lo había conseguido con el caso Naseiro.
Entonces, según su narración, Rajoy le preguntó si él tendría interés
en volver a la política activa, que había dejado en 2000.
Trías sostiene
que contestó en broma que solo lo haría para "corregir el error de
Aznar" de no haberle nombrado ministro de Justicia. El PP siempre
utilizó ese cruce para menospreciar a Trías como un resentido. Lo cierto
es que fue una persona consultada varias veces por el líder para
decidir la estrategia a seguir con el caso.
No solo le consultaba Rajoy. También Bárcenas. Tanto confiaba en su criterio que le entregó los llamados papeles de Bárcenas
para que lo evaluara. Y él, después de guardar las fotocopias, concluyó
que no tenían tanta fuerza porque no había delito fiscal. Y se olvidó.
Años después, cuando saltó el escándalo de la cuenta en Suiza, los
revisó. Y entendió su importancia.
"Las finanzas del PP las había
organizado Sanchís, continuado Naseiro y Lapuerta, y rematado Bárcenas.
Entre todos habían montado una endiablada maquinaria. Esencialmente, se
trataba de una lucha brutal entre dos clanes del PP para controlar sus
finanzas, porque quien controlaba las finanzas controlaba el partido",
escribe en el libro.
Trías decidió entonces difundir los papeles. Llamó a Viada un domingo y
se los entregó. A partir de ahí la historia es conocida. Tras largas
comprobaciones, EL PAÍS publicó los papeles y se generó un enorme
escándalo, pero Rajoy resistió. Trías cayó en desgracia. Ahora lo
explica con perspectiva: "El caso Gürtel
demostró que si tú te comprometes con la verdad y das un paso adelante
te quedas más solo que la una.
La soledad que tuve desde 2013 hasta
2016, cuando decidí cerrar en Madrid y volver a Barcelona, fue tremenda.
Pero ahora estoy contento. He tenido una alegría enorme al ver que
triunfaba la moción de censura. Me dije por fin, al final la vida acaba
colocando a cada uno en su sitio". El junco de la carrera política de
Rajoy tardó nueve años en romperse." (Carlos E. Cué, El País, 17/06/18)
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