18.6.13

El tamayazo...

 Los diputados Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, juran su cargo durante el pleno para elegir la Diputación Permanente, en junio de 2003. / GORKA LEJARCEGI

 ESPECIAL Toda la información sobre el 'tamayazo'

"Tamayo es hoy un directivo de la empresa constructora Prefabricados y Obras Zarza, con proyectos en Venezuela y Guinea Ecuatorial, donde colaboran en el Plan Horizonte 2020, proyecto del dictador Teodoro Obiang para diversificar la economía del país. En agosto del año pasado, la Cámara de Comercio del país africano le entregó una placa tras la inauguración de su sede en la zona de Timbabe, en Malabo.

 En cuanto a Sáez, la mujer sigue donde estaba, en Orcasitas, su barrio de toda la vida, trabajando en el hospital 12 de Octubre y levantándose todos los días a las 6.30. Las incógnitas del caso continúan y nunca fueron despejadas judicialmente. (...)

Ese día se constituía la Asamblea de Madrid, el paso previo a la investidura de Rafael Simancas. El político, un tipo de origen humilde nacido en Alemania, era desconocido en el resto de España. Se había bregado como concejal en el Ayuntamiento de Madrid y durante la campaña había eclipsado en algunos mítines a Trinidad Jiménez, la candidata del PSOE al Ayuntamiento. 

De Simancas se decía que era un político serio, con capacidad de maniobra. Se alababa especialmente su capacidad para pacificar la revuelta casa de la Federación Socialista Madrileña (FSM, hoy PSM), una formación con demasiadas familias que nunca remaban en la misma dirección. (...)

Todo parecía distinto en aquella ocasión. Simancas se había comprado una docena de trajes para convertirse, a sus 36 años, en el presidente más joven de la Comunidad. Estaba hecho. Aun así, había un pequeño grupo de la FSM que no parecía estar del todo contento. Se trataba de los balbases o renovadores de la base, dirigidos por José Luis Balbás, abogado y político conocido por sus maniobras en la sombra.

 En cualquier caso, según Simancas, aquel descontento no se concretó en nada. Ni siquiera minutos antes de entrar en el Parlamento regional. Simancas reunió a los suyos y no hubo reproches. “Y ahora, todos a votar meaditos, ¿eh? Que no se despiste nadie”, les recalcó el líder de los socialistas madrileños.

 Y los diputados socialistas entraron al hemiciclo. Hay testimonios que vieron dentro de la Cámara a Tamayo (13 en la lista de 47 parlamentarios del PSOE) y Sáez (46). Días antes, en el 20º aniversario de la Asamblea de Madrid, la política se quejaba de haber sido incluida tan abajo en la lista.

Que ella y Tamayo, dos renovadores de la base, aparecieran en ella fue una exigencia de Pepe Blanco, es decir, de Ferraz a Simancas. Y justo en el momento más necesario ya no estaban. “¡Nos faltan dos, nos faltan dos!”, exclamaron algunos diputados.

Las imágenes televisadas en directo mostraban un desconcierto nunca visto en un Parlamento desde el 23-F. “Señor presidente, hemos tenido un pequeño percance”, intentó pedir un receso la socialista Helena Almazán. Simancas hablaba con unos y con otros, con Fausto Fernández, de IU, con Manuel Cobo, con Alberto Ruiz-Gallardón. “Nosotros no hemos tenido nada que ver en esto”, recuerda Simancas que le dijo Cobo. 

Desconcertados, los socialistas buscaban a los dos desertores en la calle. Nada. Se habían marchado. Un guardia civil los vio salir. Consciente de la traición, Simancas se acercó a Esperanza Aguirre y le informó: “Mis disculpas. No sé por qué, pero nos faltan dos diputados. En estos momentos tenéis la mayoría”. El PP tenía 55 escaños, por los 47 del PSOE y 9 de IU.  (...)

La versión de Tamayo y Sáez no tardó en llegar a los medios. La oficial, la que da el propio Tamayo, es que el pacto entre PSOE e IU, negociado días antes, no les gustaba y que es Simancas el que les ha traicionado a ellos al irse con los “comunistas”. La versión no oficial también corre rápido entre los corrillos políticos de Madrid. Tamayo estaba enfadado porque no le habían dado la Consejería de Justicia que tanto deseaba. Simancas siempre ha asegurado que Tamayo nunca se lo hizo saber.

 La otra versión del caso, la que ha quedado como sospecha, no llega hasta el día después. Esa mañana en la FSM, en la calle de Santa Engracia, están muy alterados. Carmen Salamanca, la jefa de prensa de Simancas, dice ese día: “Aquí hay mucho más. Pronto sabremos cosas y desde luego no es lo que parece”. Se filtra que los dos diputados están en el hotel Los Vascos y que quien les está pagando la estancia allí es el constructor Francisco Vázquez Bravo. 

Tamayo ya se ha ido al mediodía, pero Sáez sigue en la habitación 209. Los periodistas llaman a la puerta y la ven con los labios pintados, dispuesta a salir del hotel. Un coche con escoltas le espera abajo. Ya con ella en el vehículo, se juega al gato y el ratón, primero en las inmediaciones del hotel y luego en plena carretera. Unos reporteros les persiguen a toda velocidad por la autopista hasta que les pierden a la altura de San Agustín de Guadalix.

No hay rastro de ellos en los días siguientes, pero ya empieza a fijarse una teoría cabal sobre lo que ha pasado y que se sostiene gracias a las llamadas desde el teléfono de Tamayo y facilitadas por unos trabajadores de Telefónica. Esas llamadas sirven para tejer una red que llega hasta el Partido Popular. 

En los días previos a la traición, e incluso ese mismo día, Tamayo ha tenido contacto con el abogado y militante del PP José Esteban Verdes. También con el constructor Bravo, el que paga el hotel. Este a su vez ha ido a visitar a Génova, el mismo día del escándalo de la Asamblea, a Ricardo Romero de Tejada, secretario general del PP en Madrid.

Todos esos nombres y algunos más salen en unos papeles llenos de garabatos, desvelados por Infolibre, supuestamente elaborados por Tamayo. Ese documento probaría que junto a Balbás y un nombre más, Dionisio Ramos, habrían puesto en marcha un complot para quitar el Gobierno a Simancas y salvaguardar así unos intereses urbanísticos no muy especificados en La Cabrera y Pelayos.

 El resultado ya es conocido. Diez años de Aguirre. Para los socialistas, lo que pasó fue un golpe de Estado. “De aquellos polvos, estos lodos”, comenta la exdiputada Ruth Porta, “ahí está el origen de todo lo que está pasando en la región”. 

Lo que siguió a esos días terminó de apuntalar el esperpento en el que se había convertido la política madrileña. La investidura de Simancas no contó con los votos de Tamayo y Sáez, que esta vez sí aparecieron por la Asamblea. No habían renunciado a su acta de diputado y entraron en el grupo mixto. Ese día tuvieron que ser escoltados, en un dispositivo especial. Por los pasillos, diputados del PSOE e IU les tiraron monedas a su paso al grito de “¡Judas!”.   (...)

Las nuevas elecciones, en octubre, dieron la mayoría al PP. Simancas eligió en la campaña la canción No es lo mismo, de Alejandro Sanz. Una estrofa resumía su estado de ánimo: “Vale... Que a lo mejor me lo merezco / Bueno... Pero mi voz no te la vendo / Puerta... Y lo que opinen de nosotros... / Léeme los labios, yo no estoy en venta”.

Nunca se investigó judicialmente lo que pasó. EL TSJM no admitió la querella para hacerlo por tres votos contra uno, argumentando que no estaba bien fundamentada. El voto particular sí veía indicios para abrir una investigación. Se apuntó al fiscal general del Estado de José María Aznar, Jesús Cardenal, como el hombre que la terminó de cortocircuitar.

Al igual que Tamayo, el resto de personajes no ha querido aportar datos nuevos que desvelen la trama. Balbás hace su vida en la calle de Alcántara con Ayala, en apenas unos pasos, entre su domicilio, su consultora Helvia y el restaurante La Flor de Galicia, al que acude prácticamente a diario. Sigue siendo un tipo pegado a un móvil y con negocios en Argelia, Libia y Emiratos Árabes Unidos. (...)

Mientras, Sáez sigue en el hospital 12 de Octubre. En los últimos días ha hecho algunas declaraciones. Sirven para poner los mismos nombres en la trama, aunque no para explicar lo que ocurrió. Por lo demás, el caso amenaza con convertirse en uno de esos en los que por más que se investigue, nunca se sabrá lo que ocurrió.

 Como la muerte de JFK, o los crímenes de Jack el Destripador, cada libro que se publica, cada artículo que sale en la prensa, enmaraña aún más la madeja. Al menos sirve para recordar que, una vez, en Madrid, hace 10 años, los ciudadanos eligieron un Gobierno de izquierdas. Fue un espejismo."            (El País, 09/06/2013) 

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