Los diputados Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, juran su cargo durante
el pleno para elegir la Diputación Permanente, en junio de 2003. / GORKA LEJARCEGI
ESPECIAL Toda la información sobre el 'tamayazo'
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"Tamayo es hoy un directivo de la empresa constructora Prefabricados y Obras Zarza,
con proyectos en Venezuela y Guinea Ecuatorial, donde colaboran en el
Plan Horizonte 2020, proyecto del dictador Teodoro Obiang para
diversificar la economía del país. En agosto del año pasado, la Cámara
de Comercio del país africano le entregó una placa tras la inauguración
de su sede en la zona de Timbabe, en Malabo.
En cuanto a Sáez, la mujer
sigue donde estaba, en Orcasitas, su barrio de toda la vida, trabajando
en el hospital 12 de Octubre y levantándose todos los días a las 6.30.
Las incógnitas del caso continúan y nunca fueron despejadas judicialmente. (...)
Ese día se constituía la Asamblea de Madrid, el paso previo a la
investidura de Rafael Simancas. El político, un tipo de origen humilde
nacido en Alemania, era desconocido en el resto de España. Se había
bregado como concejal en el Ayuntamiento de Madrid y durante la campaña
había eclipsado en algunos mítines a Trinidad Jiménez, la candidata del
PSOE al Ayuntamiento.
De Simancas se decía que era un político serio,
con capacidad de maniobra. Se alababa especialmente su capacidad para
pacificar la revuelta casa de la Federación Socialista Madrileña (FSM,
hoy PSM), una formación con demasiadas familias que nunca remaban en la
misma dirección. (...)
Todo parecía distinto en aquella ocasión. Simancas se había comprado
una docena de trajes para convertirse, a sus 36 años, en el presidente
más joven de la Comunidad. Estaba hecho. Aun así, había un pequeño grupo
de la FSM que no parecía estar del todo contento. Se trataba de los balbases
o renovadores de la base, dirigidos por José Luis Balbás, abogado y
político conocido por sus maniobras en la sombra.
En cualquier caso,
según Simancas, aquel descontento no se concretó en nada. Ni siquiera
minutos antes de entrar en el Parlamento regional. Simancas reunió a los
suyos y no hubo reproches. “Y ahora, todos a votar meaditos, ¿eh? Que
no se despiste nadie”, les recalcó el líder de los socialistas
madrileños.
Y los diputados socialistas entraron al hemiciclo. Hay
testimonios que vieron dentro de la Cámara a Tamayo (13 en la lista de
47 parlamentarios del PSOE) y Sáez (46). Días antes, en el 20º
aniversario de la Asamblea de Madrid, la política se quejaba de haber
sido incluida tan abajo en la lista.
Que ella y Tamayo, dos renovadores
de la base, aparecieran en ella fue una exigencia de Pepe Blanco, es
decir, de Ferraz a Simancas. Y justo en el momento más necesario ya no
estaban. “¡Nos faltan dos, nos faltan dos!”, exclamaron algunos
diputados.
Las imágenes televisadas en directo mostraban un desconcierto nunca
visto en un Parlamento desde el 23-F. “Señor presidente, hemos tenido un
pequeño percance”, intentó pedir un receso la socialista Helena
Almazán. Simancas hablaba con unos y con otros, con Fausto Fernández, de
IU, con Manuel Cobo, con Alberto Ruiz-Gallardón. “Nosotros no hemos
tenido nada que ver en esto”, recuerda Simancas que le dijo Cobo.
Desconcertados, los socialistas buscaban a los dos desertores en la
calle. Nada. Se habían marchado. Un guardia civil los vio salir.
Consciente de la traición, Simancas se acercó a Esperanza Aguirre y le
informó: “Mis disculpas. No sé por qué, pero nos faltan dos diputados.
En estos momentos tenéis la mayoría”. El PP tenía 55 escaños, por los 47
del PSOE y 9 de IU. (...)
La versión de Tamayo y Sáez no tardó en llegar a los medios. La
oficial, la que da el propio Tamayo, es que el pacto entre PSOE e IU,
negociado días antes, no les gustaba y que es Simancas el que les ha
traicionado a ellos al irse con los “comunistas”. La versión no oficial
también corre rápido entre los corrillos políticos de Madrid. Tamayo
estaba enfadado porque no le habían dado la Consejería de Justicia que
tanto deseaba. Simancas siempre ha asegurado que Tamayo nunca se lo hizo
saber.
La otra versión del caso, la que ha quedado como sospecha, no
llega hasta el día después. Esa mañana en la FSM, en la calle de Santa
Engracia, están muy alterados. Carmen Salamanca, la jefa de prensa de
Simancas, dice ese día: “Aquí hay mucho más. Pronto sabremos cosas y
desde luego no es lo que parece”. Se filtra que los dos diputados están
en el hotel Los Vascos y que quien les está pagando la estancia allí es
el constructor Francisco Vázquez Bravo.
Tamayo ya se ha ido al mediodía,
pero Sáez sigue en la habitación 209. Los periodistas llaman a la
puerta y la ven con los labios pintados, dispuesta a salir del hotel. Un
coche con escoltas le espera abajo. Ya con ella en el vehículo, se
juega al gato y el ratón, primero en las inmediaciones del hotel y luego
en plena carretera. Unos reporteros les persiguen a toda velocidad por
la autopista hasta que les pierden a la altura de San Agustín de
Guadalix.
No hay rastro de ellos en los días siguientes, pero ya empieza a
fijarse una teoría cabal sobre lo que ha pasado y que se sostiene
gracias a las llamadas desde el teléfono de Tamayo y facilitadas por
unos trabajadores de Telefónica. Esas llamadas sirven para tejer una red
que llega hasta el Partido Popular.
En los días previos a la traición, e
incluso ese mismo día, Tamayo ha tenido contacto con el abogado y
militante del PP José Esteban Verdes. También con el constructor Bravo,
el que paga el hotel. Este a su vez ha ido a visitar a Génova, el mismo
día del escándalo de la Asamblea, a Ricardo Romero de Tejada, secretario
general del PP en Madrid.
Todos esos nombres y algunos más salen en unos papeles llenos de garabatos, desvelados por Infolibre,
supuestamente elaborados por Tamayo. Ese documento probaría que junto a
Balbás y un nombre más, Dionisio Ramos, habrían puesto en marcha un
complot para quitar el Gobierno a Simancas y salvaguardar así unos
intereses urbanísticos no muy especificados en La Cabrera y Pelayos.
El
resultado ya es conocido. Diez años de Aguirre. Para los socialistas, lo
que pasó fue un golpe de Estado. “De aquellos polvos, estos lodos”,
comenta la exdiputada Ruth Porta, “ahí está el origen de todo lo que
está pasando en la región”.
Lo que siguió a esos días terminó de apuntalar el esperpento en el
que se había convertido la política madrileña. La investidura de
Simancas no contó con los votos de Tamayo y Sáez, que esta vez sí
aparecieron por la Asamblea. No habían renunciado a su acta de diputado y
entraron en el grupo mixto. Ese día tuvieron que ser escoltados, en un
dispositivo especial. Por los pasillos, diputados del PSOE e IU les
tiraron monedas a su paso al grito de “¡Judas!”. (...)
Las nuevas elecciones, en octubre, dieron la mayoría al PP. Simancas eligió en la campaña la canción No es lo mismo,
de Alejandro Sanz. Una estrofa resumía su estado de ánimo: “Vale... Que
a lo mejor me lo merezco / Bueno... Pero mi voz no te la vendo /
Puerta... Y lo que opinen de nosotros... / Léeme los labios, yo no estoy
en venta”.
Nunca se investigó judicialmente lo que pasó. EL TSJM no admitió la
querella para hacerlo por tres votos contra uno, argumentando que no
estaba bien fundamentada. El voto particular sí veía indicios para abrir
una investigación. Se apuntó al fiscal general del Estado de José María
Aznar, Jesús Cardenal, como el hombre que la terminó de cortocircuitar.
Al igual que Tamayo, el resto de personajes no ha querido aportar
datos nuevos que desvelen la trama. Balbás hace su vida en la calle de
Alcántara con Ayala, en apenas unos pasos, entre su domicilio, su
consultora Helvia y el restaurante La Flor de Galicia, al que acude
prácticamente a diario. Sigue siendo un tipo pegado a un móvil y con
negocios en Argelia, Libia y Emiratos Árabes Unidos. (...)
Mientras, Sáez sigue en el hospital 12 de Octubre. En los últimos días
ha hecho algunas declaraciones. Sirven para poner los mismos nombres en
la trama, aunque no para explicar lo que ocurrió. Por lo demás, el caso
amenaza con convertirse en uno de esos en los que por más que se
investigue, nunca se sabrá lo que ocurrió.
Como la muerte de JFK, o los
crímenes de Jack el Destripador, cada libro que se publica, cada
artículo que sale en la prensa, enmaraña aún más la madeja. Al menos
sirve para recordar que, una vez, en Madrid, hace 10 años, los
ciudadanos eligieron un Gobierno de izquierdas. Fue un espejismo." (El País, 09/06/2013)
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