"El director de una oficina de Caja Madrid que metió a un cliente en
el embrollo de las participaciones preferentes le ha ayudado, cinco años
después, a salir de él. En su declaración como testigo, el empleado (ya
jubilado), admitió que no proporcionó al cliente, un lotero de 78 años,
información adecuada sobre los riesgos del producto financiero.
Su
confesión ha servido de base para que un juez de Barcelona anule el
contrato y obligue a Bankia a devolver los 586.151 euros que el cliente
invirtió en preferentes entre 2009 y 2010.
La declaración del exdirector arroja luz sobre cómo gestionaron las
entidades bancarias —o al menos la extinta Caja Madrid— la venta de
preferentes. Reconoció que recibía “presiones” de sus superiores
(“cuatro o cinco veces al día”, relató), del director de zona de la caja
de ahorros, que le llamaba por teléfono para saber “qué importe habían
colocado”.
Debido a esas presiones, los test de idoneidad —para analizar
si el perfil del cliente, minorista o profesional, era acorde con el
producto— se hacían sin demasiado rigor. “Se leían las preguntas del
test, pero se indicaban las respuestas para permitir la venta del
producto”. Sobre sus características, “no se entraba en detalles”,
añadió.
El exdirector narró que, desde hacía al menos 15 años, mantenía una
relación de “confianza y cordialidad” con el cliente afectado, hasta el
punto de que se regalaban, de tanto en cuando, aceite de oliva de Jaén.
El cliente había regentado un establecimiento de quinielas que le
permitió acumular unos ahorros.
Nunca se interesó por productos de gran
rentabilidad: se limitaba al clásico depósito a plazo fijo a las letras
del Tesoro. En 2009, además, era viudo y le había sido diagnosticado un
cáncer de próstata. Fue el director quien le propuso anular el plazo
fijo sin penalización y cambiarlo por preferentes. El exdirector le
explicó, según la demanda, que era “seguro, sin riesgo” y que podría
disponer de los fondos cuando los necesitase.
Esa despreocupación por los resultados llevaba, dijo el exdirector, a
omitir explicaciones que, a la larga, han resultado imprescindibles.
Por ejemplo, no se informaba del riesgo de no cobrar dividendos. “Había
temas que se obviaban”, señaló antes de admitir que ni siquiera él
conocía uno de los riesgos que entrañan las preferentes: la pérdida
total de la inversión.
“Lo expuesto por el testigo”, recoge el juez Guillem Soler en su
sentencia, “es suficiente para apreciar que la información fue
insuficiente y no exhaustiva, en relación con la complejidad del
producto y el perfil” del cliente. Los documentos avalan esa tesis, de
ahí que el magistrado decida —como en tantas otras demandas por
participaciones preferentes— declarar nulo el contrato de adquisición de
preferentes.
El hombre dio su consentimiento, pero no conocía los
riesgos. En su defensa, el banco había alegado que fue “la crisis
económica posterior”, y no su actuación la que causó los problemas del
cliente. El titular del juzgado de primera instancia número 1 de
Barcelona, sin embargo, concluye que los contratos son nulos. La nulidad
afecta también al canje de preferentes por acciones de Bankia y obliga a
la entidad a devolver el dinero inicial al afectado, más los intereses." (El País, 04/05/2014)
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