"Existe en EEUU un programa televisivo de
humor político (Saturday Night Live) semejante al programa “El
Intermedio” de la Sexta en el que se hizo el siguiente comentario: “De
la misma manera que el gobierno boliviano tiene un Ministro de la Marina
a pesar de no tener mar, España tiene un Ministro de Justicia”.
Esta
frase muestra el enorme desprestigio que tiene la justicia española en
muchas partes del mundo, realidad que parece ser ignorada por los
establishments jurídicos, políticos y mediáticos del país, los cuales
parecen no tener plena conciencia del enorme desprestigio que muchos de
los comportamientos de la justicia española están acarreando al Estado
español.
Esta observación viene a raíz de la
lectura de un excelente libro, Els set pecats capitals de la justícia
(Los siete pecados capitales de la justicia), escrito por el magistrado
Santiago Vidal, que documenta y denuncia estos comportamientos, todos
ellos casos bochornosos, en los cuales la ciudadanía (aunque sospecha)
desconoce el nivel de injusticia a la que se ha llegado.
Un caso claro
es el caso Millet, el personaje que fue Presidente de la Fundación Orfeó
Català - Palau de la Música, la institución cultural más preciada en
Catalunya. El Orfeó Català ha sido, entre muchas cosas, el centro
cultural más importante de Catalunya, ligado primordialmente al
conservadurismo nacionalista catalán.
En 2007, hace ya 7 años, a instancias de
la Sindicatura de Comptes, el Departamento de Economía de la
Generalitat de Catalunya inspeccionó la contabilidad del Palau y del
Orfeó Català sin que el interventor encontrara ninguna irregularidad.
Ahora bien, la Agencia Tributaria (que no depende del gobierno de la
Generalitat) tenía sus sospechas, pues ordenó una inspección fiscal y sí
que encontró irregularidades, llevando el caso a la Fiscalía del
Tribunal Superior de Justicia de Catalunya y a la Oficina Antifraude.
Y
así se inició el famoso caso del Palau de la Música, o caso Millet. Los
inspectores de Hacienda comenzaron a inspeccionar la contabilidad,
requiriendo al Sr. Montull, director administrativo de la Fundación
Orfeó Català - Palau de la Música, que proveyera toda la información
necesaria.
Pero no fue hasta casi dos años más
tarde, el 23 de junio de 2009, que no se hizo un registro del edificio y
de la sede del Palau. La mayoría de fondos de esta institución son
fondos públicos provenientes de la Generalitat, del Ayuntamiento de
Barcelona y del Ministerio de Cultura.
Por lo visto nadie sospechaba que
el Sr. Millet, el gran benefactor altruista de la cultura y de las
artes, estuviera en el centro de uno de los mayores fraudes y
latrocinios que hayan existido en Catalunya y en España. Pero se
tardaron otros tres años más (sí, tres años más) para que el juez
instructor inspeccionara las propiedades del este señor, incluyendo su
espectacular torre del Vallès.
Además de esa propiedad, el Sr. Millet
tenía un piso de 267 metros cuadrados en el Eixample de Barcelona con
seis habitaciones y tres baños, un piso en la Calle Major de Sarrià de
150 metros cuadrados con tres plazas de parking, un chalet en la Vall
d’Aran con 5 hectáreas de terreno, un apartamento en la Villa Olímpica
con amarrador privado en el puerto, tres propiedades rústicas en la isla
de Menorca y una finca de verano en Cala Fornells.
Puesto que la gran
mayoría de fondos del Palau son públicos (la Generalitat, el Ministerio
de Cultura y el Ayuntamiento de Barcelona) se puede concluir que el
origen de toda esta propiedad es el dinero público que la ciudadanía
paga con sus impuestos.
Pero la cosa no termina aquí. Porque lo
que es peor es el enorme entramado que el caso Millet ha mostrado tener
con instituciones políticas del país, incluyendo partidos y grupos de
presión, que estaban involucrados en este latrocinio y que, con
cuentagotas, van apareciendo poco a poco en el proceso más lento que
usted puede imaginar.
Fue el mismo Millet, uno de los máximos
exponentes de la burguesía catalana y bien conocedor de cómo funciona lo
que se llama la alta sociedad catalana (la sociedad del Palau y del
Liceo), quien indicó que, en realidad, la gobernanza de Catalunya la
llevan 400 familias.
Este caso señala cómo funciona esta alta
sociedad y su parasitismo del Estado. Esta burguesía está claramente
entrelazada con el Estado (tanto central como autonómico y municipal),
de cuyo usufructo viven. Desde las autopistas al Palau, este entramado
es lo que representa el establishment conservador catalán, corrupto
hasta la médula.
Y esta relación ha estado siempre ahí, heredera de las
relaciones y estructura de la dictadura, donde la corrupción era
crónica, corrupción que la democracia no eliminó y que en España se da
constantemente, con escandalosa impunidad. Como señala el magistrado
Santiago Vidal (de cuyo libro extraigo la información que proveo en este
artículo), los indultos otorgados por el Estado son casi siempre el
punto final de estas historias. (...)
Por desgracia, el
caso Millet se reproduce en varias partes de España, y no es un problema
solo catalán, sino español, y que tiene que ver con la falta de cambio
en la estructura del Estado español heredada del Estado dictatorial, que
alcanza su máxima expresión en el cuerpo de la judicatura. Es un caso
más de que “Spain is different”. Y luego nos dicen que la Transición fue
modélica." (Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Pensamiento Crítico” en el diario PÚBLICO, 16 de abril de 2014, en www.vnavarro.org, 16/04/2014)
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