"Lo que en unos países se consideran obsequios habituales del mundo de
los negocios, en otros se perciben como casos claros de soborno
inaceptables. Pese a toda la globalización del mundo económico que se
haya dado, el nivel de incidencia de actos fraudulentos en el mundo de
las empresas mantiene aún un gran componente de entorno, según el último
informe de la consultora KPMG
sobre esta materia, aunque sí hay un perfil común: el defraudador tiene
entre 36 y 55 años (en el 70% de los casos), suele ocupar cargos de
responsabilidad en las áreas de finanzas, operaciones o ventas y
marketing y no actúa solo.No se les ve venir y gozan de buena reputación.
Dada la elevada
proporción de defraudadores que son extrovertidos, afables, muy
respetados, etcétera, cuesta imaginar que estos atributos puedan servir
para identificar a quienes son propensos a la corrupción. Además, un
gran porcentaje (39%) de los 596 defraudadores eran muy respetados por
sus compañeros”, recoge el estudio.
KPMG ha analizado la naturaleza de 596 casos de corrupción
descubiertos en más de 80 países para elaborar este estudio, de los
cuales una veintena corresponden a España.(...)
El informe reconoce que los controles internos no pueden impedir todo
tipo de fraudes, ya que muchas veces son temerarios y cuentan además
con las cómplices para burlarla esas barreras de seguridad. Y es que
para defraudar, concluye el estudio, es necesario tener un control casi
absoluto de un área y gozar de un gran respeto por parte de los
profesionales de la casa.
“No sienten necesidad de someterse a las
reglas: una tercera parte de los defraudadores (36%) señala la sensación
de superioridad como motivo para justificar su fraude. Es posible que
se deba al hecho de que el 29% de los fraudes fueron cometidos por
directivos, el cargo más frecuente en relación con la comisión de estos
actos”, explica KPMG en un comunicado.
La mano dura, según recoge el estudio, suele funcionar: “En Singapur
hay muy poca corrupción, en términos relativos, principalmente porque la
aplicación de la ley es implacable y la actividad empresarial se
desarrolla de forma transparente”, comenta Lem Chin Kok, socio de
Servicios de Forensic KPMG en Singapur. (...)
La consultora reconoce que en general, sin embargo, buscar sanciones
derivadas de acciones judiciales gusta menos a las compañías porque “son
pocas las empresas dispuestas a exponerse a un perjuicio para su
reputación”.
El informe no es cuantitativo, pero KPMG hace una estimación de los
que el fraude supone en las empresas y lo cifra en aproximadamente el 5%
del producto interior bruto (PIB) mundial, unos 2,6 billones de euros.
Si se extrapolase el cálculo a España, ese 5% supondrían unos 50.000
millones de euros.
En el caso español, el problema afecta tanto al sector público como
al privado, según KPMG, que destaca al sector que ha protagonizado en
los últimos años la mayor parte de las noticias de corrupción en los
medios de comunicación:
“Las cajas de ahorros españolas también se han
enfrentado a problemas significativos
puesto que se han generalizado las crisis y las investigaciones de
decisiones de inversiones dudosas. Algunos bancos también han sido
víctimas de fraude por haber confiado en información financiera o planes
de negocios manipulados”, afirma." (El País, 02/12/2013)

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